Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Injuriar a mendigos

02/06/2022

El señor marqués, Fernando Martínez de Irujo, que representaba a la casa de Alba, junto con otros personajes de la nobleza que en aquellos jardines palaciegos, entre fuentes y estatuas bronce o piedra, se paseaban, se azoraba cuando le presenté la dama, doña Ana, casi de él enamorada, explícita en sus demandas, como si estuviese dispuesta a arrojarse en sus brazos públicamente, después de haberle conocido un momento en las presentaciones, ¿amor a primera vista? Cerca teníamos el palacio real de Aranjuez, pero la fiesta se desarrollaba en otros jardines, privados, entre inmuebles hermosos, ricamente decorados, con gran encanto. La temperatura, perfecta sobre desnudas espaldas, piernas lisonjeras y escotes vibrando con las perlas. Sobre nosotros, las estrellas. En próxima mesa estaban sentados comensales de la política nuestra: el expresidente del gobierno, Felipe González, vestido con camisa guayabera, Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros, representando a Vox... Extremos políticos cenando amistosamente y brindando con vinos. Para los festejos de joyas y financieros, navieros, banqueros, no hay remilgos que afectarnos puedan...
Ahora el Tribunal Supremo confirma la condena al que en Internet mostró cómo se burlaba de un mendigo, dándole galletas rellenas de pasta para lavar los dientes ansiosos de alimento, como si fuese exquisita crema, la de su integridad moral en derrumbe. Se le prohibió también usar durante cinco años la cuenta de comunicación social, Youtube, donde exhibió a un gran público esa repugnante humillación. Este influencer lograba que más de ciento veinte de millones de veces esos videos se vieran. Con esa vileza ganó, por la publicidad, más de dos mil euros. Ahora ha de indemnizar al indigente. Aquello fue todo lo contrario de la ética cristiana que forma nuestra mentalidad, encontrar a Dios en los demás, con comprensión y amor, cuidando especialmente de los más desfavorecidos. En realidad, es lo contrario a toda ética sensata. Basta ponerse en el lugar del otro, empatizar un poco. 
Aunque el muchacho decía que no intentaba ofender, sino divertirse, el susodicho Kanghua Ren que dejó los estudios para dedicarse a ese «trabajo» muestra una tendencia actual en muchos jóvenes que han perdido el norte en su rumbo vital y solo buscan notoriedad, fama y dinero, a costa de lo que sea, como el que engordó cien kilos ante las cámaras... 
En realidad, es la gran tragedia de nuestra época. Siguen aumentando las grandes fortunas más allá de fuertes y fronteras, ya muy por encima del señorito local, que en su palacio regional tenía su hacienda, y ni la extrema izquierda sabe cómo frenar esa desigualdad que continúa hundiendo a las clases bajas y medias. No solo es vergonzante la acción que aquí se relata mientras algunos habitamos en las grandes fiestas -declarando nuestro afecto «vano» por el reparto de las riquezas-. Monstruoso es que la mendicidad aumente en nuestras tierras.

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