Isaías Lafuente

CRÓNICA POLÍTICA

Isaías Lafuente

Escritor y periodista. Analista político


Los muertos y los vivos

09/04/2022

Mientras España vivía el primer zarpazo de la pandemia, que colapsó los hospitales de infectados y se llevaba a la tumba cada día a mil personas, hubo dos personajes muy vivos que se forraron a costa del Ayuntamiento de Madrid. Actuaron de intermediarios en la venta de mascarillas y otros equipamientos sanitarios, muchos defectuosos. Y de los cerca de 16 millones que costó la operación, ellos se embolsaron seis millones que gastaron inmediatamente en un yate, una docena de coches de alta gama, un puñado de relojes y un piso, todos de lujo. La Fiscalía Anticorrupción se ha querellado contra ellos y el Ayuntamiento vive una tormenta política que toca a su alcalde porque un primo suyo facilitó el contacto de los especuladores con los funcionarios encargados de la adquisición del material.

Es todo tan sucio que es muy difícil dilucidar qué es lo que nos asquea más de este saqueo. No se entiende cómo en el ayuntamiento de una ciudad como Madrid pudieron colarse estos especuladores de bajo perfil para hacerse cargo de una operación así. No se comprende cómo no saltaron las alarmas por la elevada cantidad de la factura ni nadie supervisó qué parte pagaba el material y qué parte iba a los bolsillos de los intermediarios. Es impresionante también observar el obsceno festín comprador que se dieron estos dos individuos inmediatamente después, en un país que vivía una economía en estado de hibernación. Y solo caben dos posibilidades: o su impericia en la estafa, que recomienda discreción en el gasto de lo estafado; o su sensación de impunidad, quizás sustentada en que en otras ocasiones actuaron así sin que saltasen las alarmas.

Y finalmente, aun respetando la presunción de inocencia del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, es realmente increíble que se enterase por la prensa de una gestión de tal envergadura entre un primo suyo y su mano derecha en la alcaldía. En cualquier familia, por desestructurada que sea, y en cualquier empresa o ayuntamiento, por pequeños que fueran, la información circularía de manera más fluida.