Marco Pérez, escultor religioso y profano

V.M.
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La muestra se podrá visitar hasta el próximo día 24 de abril en la Sala Iberia y se prolonga también al Museo de Cuenca y a varias iglesias de la capital que albergan tallas suyas

Un ciudadano contempla una de las escultura expuestas en la Sala Iberia. - Foto: Reyes Martínez

Bajo el título Marco Pérez, de la figura humana a la imagen procesional, el pasado miércoles se inauguró en la Sala Iberia una muestra dedicada al escultor conquense por antonomasia del  pasado siglo XX, exposición que se extiende a las salas del Museo de Cuenca y a distintas iglesias capital que albergan obra suya, concretamente las de San Esteban, Virgen de la Luz, El Salvador y San Pedro, y que podrá visitarse hasta el 24 de abril.

José Ángel García, documentalista del equipo organizador, que también se ha encargado del vídeo proyectado mientras se recorre la muestra, explicaba a La Tribuna que ésta se nutre fundamentalmente de elementos gráficos y documentales, albergando diversos totems con información de las tallas y de los dibujos y piezas escultóricas de carácter profano instaladas en el Museo de Cuenca. «Además se ofrecerá a los estudiantes unos folletos en los que se esboza una ruta de Marco Pérez, con obra suya reunida en distintos puntos, e incluye juegos y crucigramas, además con él se podrá participar en el sorteo de un lote de material didáctico», apunta.

«Se ha querido incidir -añade- en las dos vertientes de su producción, conjugando la imaginería religiosa y su faceta de escultor civil, concretamente algunas de estas obras  forman parte de una donación realizada  últimamente, pertenecientes a la colección de Lamberto Pérez,  y no habían sido expuestas todavía».

Nacido en la pequeña localidad conquense de Fuentelespino de Moya en 1896 Luis Marco Pérez es el gran escultor imaginero del siglo XX, con una gran proyección nacional. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y con apenas 20 años lograba su primer gran reconocimiento con la obra El alma de Castilla es el silencio (actualmente en el Palacio de la Diputación Provincial) y en 1926 ganaba la medalla del Círculo de Bellas Artes con El hombre de la Sierra  (instalada en el Parque de San Julián). «Es uno de los grandes escultores de la pasada centuria,  dentro de una tradición figurativo-realista, es decir no entra en la vanguardia de la abstracción, ofreciendo una escuela clásica donde une la tradición del realismo castellano del Barroco y la sensualidad del estilo mediterráneo, podríamos decir que es un crisol de tendencias, sin salirse de lo figurativo, aunque incorpora otras líneas de Julio Antonio o Victorio Macho», explicaba García.

Aunque la mayor parte de los ciudadanos lo identifica con la imaginería religiosa en esta exposición queda patente su producción profana: desnudos femeninos, tipos populares (El labrador o El hachero), donde destaca su conocimiento de la anatomía. Fue a partir de los años 40 y 50 cuando recibió el encargo de reconstruir la práctica totalidad de los pasos del ciclo pasional conquense.

La producción de Luis Marco Pérez está muy dispersa por todo el país -incluso llegó a trabajar la madera como decorador en la Gran Vía madrileña- y en el Museo de Cuenca hay bastante ejemplos representativos de su obra, así como en el Museo de Semana Santa.

Finalmente, José Ángel García incidía en la faceta pedagógica del artista, no en vano fue profesor de Escultura Modelado en algunas de las principales escuelas de España y aunque tuvo algunos varios discípulos ninguno logró mantener el nivel de su estatuaria. Murió en 1983 en Madrid y dos años después sus restos se trasladaron hasta el cementerio de San Isidro de Cuenca.