Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


El Ausente

29/10/2020

Pedro Sánchez pedirá hoy al Congreso un estado de alarma de seis meses sin aparecer por allí, salvo que a última hora cambiase de opinión, algo insólito en el pollo. Lo quiere hacer de manera todopoderosa, omnisciente, no estando pero circundando el ambiente todo, como en el Vaticano cuando cierran las puertas para elegir Papa y gritan ‘¡Extra omnes!’, para que no se escape la paloma. El espíritu progre y la propaganda general del movimiento pedrista sobrevolarán el hemiciclo y se transverberarán en el vocablo de Salvador Illa, que para eso es filósofo y tiene estudios. Pedro viene conmovido del Vaticano por las formas papales y ha decidido que la mejor manera de hacer valer su poder es no mostrándose en el Congreso, al contrario que en el atril los fines de semana durante el ‘Aló, presidente!’. Pedro se ha dado cuenta de que el príncipe de Maquiavelo debe ser amado y temido a partes iguales. Como el único que tiene hoy temor de Dios es el cura de Valdepeñas, Sánchez ha decidido ocultarse. Como cuando la urna de Ferraz, una cortinilla de bañera para tapar los votos. La democracia avanzada y digital. Manolito, dale al botoncito con el dedito. España está a punto de entrar en los grandes estados teocráticos del momento. El Ausente hasta ayer era José Antonio, pero Pedro se ha elevado por encima de todos. Es inmortal sin haber muerto. Polvo será mas polvo enamorado. No sé si rezarle ya a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, o a una estampita de Pedro Sánchez.
El presidente ha descubierto que la pandemia no da votos y es un esfuerzo insufrible a cambio de nada. Sus apariciones en televisión al modo de Mario Moreno, Cantinflas, no compensan apenas pues no nos quitamos la mortaja ni queriendo. Y ha decidido desaparecer. Como Houdini, el gran mago en el que se inspira. El ilusionista, como él entiende la información a base de propaganda. Si no hay una fotillo, quita el atrilillo. Evanescerse, volverse aire para que solo puedan preguntarle: ‘Presidente, ¿a qué huelen las nubes?’.
Pedro quiere ser César y no me parece mal, pero que escoja a Octavio y no a Nerón, mientras Roma se quema y toca la lira. El Parlamento es un estorbo de cinco a seis que hay que quitar para la reunión europea. Donde se pongan una videoconferencia y un telemático, que se quiten congresos. Nos ha entrado melancolía de Rajoy y su plasma. Contra Bárcenas vivíamos mejor y no esta suerte de pandemia, que lo único que nos deja son viejos trucos. Pedro desaparecerá por dentro de la mascarilla y no lo veremos. «Me veréis hoy, pero no mañana, aunque sí pasado. Si por algo me gusta, Maestro, es por lo claro de sus explicaciones». Lo mejor es quitarse de en medio, como la alcaldesa de Toledo con las banderitas de España, que mandó siete furgonas de noche para hacerlas desaparecer, también como si de un truco se tratara. Alguien lo grabó y desveló el misterio. Tolón no ha abierto la boca y mandó a Del Pino a hacer aspavientos legales. No hay como ser más papista que el Papa y futura lideresa.
Así que los pobres nos conformaremos con intuir a Pedro de igual manera que la gracia de Dios, que suponemos que existe pero no la vemos. El pedrismo se ha convertido en una filosofía como el tomismo y sus cinco vías para la demostración de la existencia de Dios. Simón es su apóstol y viaja en moto. En lugar de biblias reparte gráficas. Voy a bajar la persiana hasta el 9 de mayo y a sacar la güija.