Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Vivir

16/05/2021

Cuando llega este momento de la temporada, la historia es recurrente… pero conviene no perderla de vista nunca. Porque a veces olvidamos alejarnos para mirar el cuadro, tomar perspectiva, tener toda la información y no un solo detalle. Cuando llega este momento, digo, recuerdo siempre la charla del viejo profesor en la que hablaba de equipos completos y equipos incompletos: los que ya lo vivieron todo y los que no. No puedes apreciar en su verdadera dimensión la gloria (un título) si antes no tocaste fondo (un descenso): terminas habituado a vivir en la cima y cualquier empate te sabe a vinagre rancio. Y tus aficionados, tres cuartos de lo mismo, son capaces de silbar al final de un partido victorioso si el éxito no se ha logrado de una forma aplastante, arrolladora, acorde a la grandeza inventada.

Por eso, repito, tomemos perspectiva para distinguir lo importante de lo trascendente, lo hermoso de lo crucial, lo sublime de lo crítico. O sea, la lucha por el título… y la lucha por vivir.

Dejar tu nombre en el palmarés es histórico, pero si preguntan en los alrededores del viejo y demolido Calderón por todo lo vivido entre el 7 de mayo de 2000 y el 27 de abril de 2002 (descenso y ascenso), sabrán que son sensaciones imborrables: los títulos son hermosos dibujos de diseño sobre la piel, los decensos y las batallas por evitarlos son tatuajes carcelarios con significados más profundos. Nunca se borran. Nunca se olvidan. Y las emociones, al recordarlos, son mucho más fuertes.

Por eso, cuando hoy miremos en bloque esta jornada, los ojos nos llevarán hacia Madrid y hacia Bilbao, pero que nuestro corazón haga justicia en Valencia, en Vitoria, en San Sebastián, en Sevilla, en Cádiz o en Getafe: mientras unos pelean por un 'simple' trocito de metal, el resto combate por la supervivencia.