Hace falta un culpable

Diego Izco (SPC)
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Hace falta un culpable - Foto: DAVID W CERNY

El español medio necesita alguien a quien echarle la culpa. Elegirá bando, enemigo y ya rara vez se moverá de ahí. Guardará silencio en las buenas y será fiero en las malas. Es la explicación perfecta a lo que está sucediendo alrededor de Eric García, defensa central, chaval de 21 años intentando hacerse un hueco en una élite cruel con los señalados: sus buenos partidos serán «para eso le pagan» y sus malos «una vergüenza». Le va en el sueldo y lo sabe, pero el debate que hay ahora es brutal: ¿es solo un capricho irracional o enfermizo de Luis Enrique? ¿Es tan malo como dicen los críticos («Ya vale con la broma», leíamos esta semana)? ¿Tan bueno como para haber estrenado su profesionalismo en equipos como City y Barça?  

La respuesta a la primera pregunta tiene que ver con la propia idea de que el seleccionador es una china en el zapato para una mayoría de la opinión pública del país, crítica incluida, por su etapa en el Barça y su aún más pasado antimadridista… Esa condición de «adversario» no se ha evaporado con el paso del tiempo ni con su condición de entrenador nacional. El propio carácter del preparador, altivo y orgulloso, no ayuda a limar distancias (si eso fuese posible). 

'Conspiranoia'

«En el fondo (se leía esta semana en el diario más consumido del país), los ataques a Eric García van destinados al técnico asturiano». Existe una 'cantinela' basada en sospechas y teorías conspiratorias: como el muchacho está representado por la agencia encabezada por Carles Puyol e Iván de la Peña, tanto Guardiola como Xavi como Luis Enrique han hecho y hacen por revalorizar al de Martorell y fuerzan una condición de promesa o figura que no existe. Una hipótesis retorcida basada también en los sucesivos halagos de sus valedores. «Será el central del futuro», dijo en 2020 su extécnico en Mánchester; «Es un central de máximo nivel», añadió su actual entrenador en el Barça.    

El propio Luis Enrique, habituado a escuchar esas canciones durante mucho tiempo, entendía el rumor y la crítica: «No hay jugador de alto nivel que no haya sido criticado y vilipendiado en algún momento de su carrera. Si no lo has sido, no eres jugador de un gran equipo. Por ahí hemos pasado todos y, si no lo soportas, es que no vales para un grande». Porque, en el fondo, el crítico con Eric García ni se plantea la posibilidad de que el fútbol que quieren esos técnicos requiere de futbolistas como él y no otros. El central posee una buena salida de balón, pero no es contundente; conoce perfectamente el juego de posesión, pero no intimida con sus 182 centímetros de altura; puede romper líneas con un pase, pero sufre mucho con metros a su espalda…

En las 'fotos'

De una forma casi perversa, un niño de 21 años debe demostrar que es válido cada encuentro. En el duelo ante la República Checa de hace una semana, los defensas estuvieron vendidos porque la presión no funcionó (adelantar tanto la línea si la presión es deficiente es un suicidio asegurado), pero las críticas se dirigieron al culé. En uno de los dos goles tiró la línea perfectamente junto a Íñigo Martínez y el que se quedó enganchado (anulando el fuera de juego) fue Carvajal, pero las críticas se dirigieron al azulgrana. Salir habitualmente en las fotos del último error no ayuda. Como le sucede a su compañero Lenglet. Por eso Piqué y Araújo son indiscutibles.

A la España de Ramos-Piqué, Países Bajos le hizo cinco y más adelante, Portugal tres; más recientemente, a la de Nacho-Ramos Inglaterra le hizo otros tres; Laporte y Pau Torres eran los centrales el día del 5-3 ante Croacia en la última Eurocopa (Eric fue sustituido con un 1-2 favorable)… No, España no defiende mal ni encaja mucho y fácil porque ahora juegue el catalán: carecemos del virtuosismo o el espíritu defensivo de otras selecciones. A Eric, víctima de una temporada larguísima (a la que llegó con la sobrecarga de Eurocopa más Juegos Olímpicos), le toca ser ahora ser el objetivo de ese español medio que, efectivamente, necesita alguien a quien echarle la culpa.