823 días después

EFE
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El encuentro de Junqueras y los exconsejeros Romeva, Rull, Turull, Forn y Bassa en el Parlament provoca la emoción de los diputados independentistas, que piden a gritos la libertad para sus compañeros

Los políticos presos estuvieron acompañados en todo momento por mossos d’ Esquadra vestidos de paisano. - Foto: ALBERT GEA

La última vez que Oriol Junqueras, Jordi Turull, Raül Romeva, Dolors Bassa, Josep Rull y Joaquim Forn estuvieron juntos en el Parlament fue el 27 de octubre de 2017, tras la Declaración Unilateral de Independencia. Ayer volvieron a coincidir sobre la misma moqueta roja, 823 días después, para abordar las consecuencias de esa decisión.

Los seis exconsellers, que cumplen condenas de hasta 13 años de cárcel por sedición, llegaron a la Cámara catalana sobre las 08,30 horas, flanqueados por agentes de los Mossos de paisano y en medio de una expectación mediática que recordaba a los momentos más intensos del procés.

En la puerta les esperaba un comité de bienvenida capitaneado por los jefes de la Generalitat y del Parlament, Quim Torra y Roger Torrent, respectivamente, que, tras su encontronazo del día anterior, se dieron una tregua para ceder el protagonismo a los líderes presos, que subieron la escalinata entre aplausos y gritos de «libertad».

Tras ese breve y limitado baño de masas, los agentes condujeron a los reos hasta los despachos del president.

Ahí esperaron juntos a que llegaran sus respectivos turnos de intervención y también pudieron compartir un tiempo con los acompañantes que cada preso escogió, hasta un máximo de cinco.

El primero en irrumpir en la sala de comisiones fue el exvicepresidente Oriol Junqueras, que quiso tener a su lado durante la comparecencia a su sucesor en la Conselleria y hombre de confianza, Pere Aragonès.

«Tengo fama de hacer discursos largos y no he perdido ninguna buena costumbre», advirtió el exalcalde antes de dar paso a una intervención que se parecía más a un mitin que a un análisis de lo que fue el 155. Durante hora y media, hizo un despliegue retórico plagado de citas -Thoreau, Séneca y Companys fueron algunos de los aludidos- y giros casi filosóficos, como cuando afirmó que «en la vida a menudo hay cosas que son verdad a la vez» para argumentar que es compatible sentir «entusiasmo» por el diálogo y recelar del interlocutor, en este caso el PSOE.

Pese a que la sala era pequeña, tanto a él como a Jordi Turull, el segundo en comparecer, les arroparon sus parejas y miembros de sus partidos, ERC y JxCat, además de representantes del Govern y de los comunes.

A más de uno le llamó la atención la presencia de la opinadora Pilar Rahola, invitada por JxCat, entre los diputados que presenciaban la sesión, fuera de la zona reservada a la prensa.

También acudieron por primera vez a esta comisión una decena de parlamentarios de Ciudadanos, que al igual que el PSC y el PPC, no acostumbran a participar en esta comisión de investigación por considerarla un instrumento partidista de los independentistas.

La dirigente de los liberales Lorena Roldán tomó la palabra para criticar a los exconsellers del Govern de Carles Puigdemont y, tras formular una retahíla de preguntas a Junqueras -entre ellas, «¿Va a pedir perdón?»-, se marchó, antes de escuchar las respuestas.

«Lástima, ahora que habíamos empezado a dialogar», ironizó Oriol Junqueras -lo que provocó risas entre los asistentes-, si bien el mucho más duro fue Jordi Turull, que deploró la «poca humanidad» de los dirigentes naranjas y les tachó de «cobardes».

Más allá de la anécdota, el día de ayer ya ocupa una página más en el nutrido álbum de días históricos o atípicos del Parlament.