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Manu Reina
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Antonio Mármol y Víctor García, miembros de la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales de Cuenca, relatan su trabajo voluntario en Chile durante quince días para sofocar fuegos

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Con valentía y seguros de sí mismos partieron Antonio Mármol y Víctor García hacia Chile con el fin de trabajar en la extinción de incendios forestales que sufrió a gran escala el país sudamericano hace poco más de un mes. Estos dos miembros de la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) de Cuenca se prestaron voluntarios para adentrarse en un terreno desconocido y prácticamente frente a un adversario muy poderoso, que acaba con todo lo que encuentra a su paso. «Teníamos claro que queríamos aportar nuestro granito de arena para ayudar a la población chilena», expresan ambos. 

En plena batalla en mitad de la selva y ante llamas de gran altura perduraron durante 15 días. En ese tiempo «trabajábamos catorce horas diarias y comíamos raciones militares», explica el conquense García, que lleva 14 años en la brigada de su tierra natal. Tan solo podían descansar por las noches en un hotel, «aunque no conseguíamos pegar ojo porque siempre estábamos pensando en el fuego», desvela Mármol, que es un cordobés que llegó a la BRIF de Cuenca hace ocho años después de estar otros diez en varios destinos del territorio español. 

Durante las largas horas de combate contra feroces fuegos se encargaban de crear líneas de defensa y cortafuegos con sus propias macleods y pulaskis, que son herramientas idóneas para estas labores. El calor de la zona dificultaba la acción humana y mucho más en un terreno empinado y con la presencia de «muchísimos bichos del tamaño de un puño». Estos valientes voluntarios desplegaron todas sus fuerzas en las provincias chilenas de Maule, Biobío y Ñuble. También intervinieron en diferentes poblaciones. La más llamativa para ellos fue entrar en plena acción en los famosos Andes. 

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Ambos, que fueron los únicos que se prestaron a ir por parte de la agrupación conquense, hicieron piña con otros 28 miembros de diferentes brigadas de España. «Somos una familia y entre todos hicimos un gran trabajo», afirma Mármol, que se muestra «muy contento» por la actuación que llevaron a cabo. No es para menos porque tras su ardua laboral «nos dieron las gracias una y otra vez». García explica que «les dimos un descanso a esa gente» y supusimos «un chute de energía al equipo chileno de extinción y al pueblo chileno». Los dos regresaron a casa con «una enorme satisfacción» y también con cinco kilogramos de peso menos cada uno. 

Formación. La preparación de estos dos protagonistas era tan destacable que los chilenos se percataron rápidamente de ello. De ahí que pasaran de «mandarnos el primer día a un fuego pequeñito a uno muchísimo más grande horas después», asegura Víctor. Y es que la formación «es mejor la nuestra» por lo que para el equipo chileno «fuimos un ejemplo». El hecho de viajar hasta tan lejos «nos permite tener una gran experiencia que los dos queríamos llevarnos», desvelan. Además, han podido inculcar su forma de trabajar». En estos quince días, que se alargaron finalmente porque iban a ser doce en un principio, tanto uno como otro han abierto «un nuevo horizonte» porque a partir de ahora «otros compañeros podrá también traspasar fronteras e ir a otros países».

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En estos momentos, tanto Antonio Mármol como Víctor García, están preparándose junto a sus compañeros de Cuenca para acometer la inminente llegada de la campaña veraniega, que es la fecha por desgracia donde surgen más incendios. Hasta que llegue el periodo estival también seguirán limpiando bosques y zonas naturales para minimizar los riesgos de fuego. La labor que llevan tanto de prevención como de actuación es esencial. Y no solo actuarán en cualquier foco que se produzca en territorio conquense, sino que también deben estar preparados para trasladarse hasta el destino donde se les reclame, tanto de la península ibérica como de los archipiélagos. 

ARCHIVADO EN: Chile, Incendios, Cuenca, España