Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Conservatorio Superior

21/12/2021

La memoria es frágil; la ignorancia férrea; la incompetencia atrevida y temible. Cuando confluyen la carencia de la primera con la abundancia de la segunda, es para echarse a temblar. Pero ya si es la tercera la que se alía con la imprudencia, dando así carta de valor a los acontecimientos que alentaron las dos primeras, se nubla la mente, se obceca la sinrazón y cualquiera consigue de los demás lo que se proponga. Nuestra tierra parece estar dejada de la mano de Dios y digo eso porque a ningún humano, de los de a pie, se le ocurriría asumir que sus decisiones han perjudicado a alguien y menos a su amada tierra. Mejor cargar culpas sobre espaldas ajenas que es más fácil, rápido y habitual. Hace unos años, no demasiados, se generó un debate —¡en aquella ocasión sí!— sobre en qué ciudad de nuestra región debía crearse un conservatorio superior de música. No se produjo sobre si era necesario, conveniente, procedente, debía ser uno más al uso o debía aspirar a buscar una singularidad que atrajese alumnado, no solamente el habitual de un conservatorio convencional, sino incluso de otros perfiles (jazz, música moderna, música antigua…) que ayudase a dotar de entidad propia y competitiva a la proyectada institución. Es comprensible que no se diese dicho debate pues eso habría exigido ciertas dosis de imaginación, algo que el típico político no suele poseer y que los agradecidos estómagos de sus asesores no suelen incluso saber si se escribe con h o sin ella. Al final se llegó a lo que muchos sospechaban desde el principio. Así, nuestra ciudad, la tan cacareada Ciudad para la música, se quedó sin ese centro que tanto anhelaba una parte de su ciudadanía. Se unía así tal fiasco a otros muchos antes experimentados que no son sino preludio de los nuevos que el tiempo traerá, por acción u omisión… al margen de que la gandulería, incapacidad, soberbia, sinrazón o mediocridad vayan a dar lugar a situaciones que ni imaginamos pero que a buen seguro se darán. ¿Instituto de música religiosa? ¿Premios nacionales de composición? ¿Encuentros internacionales de polifonía? ¿…? Todo se perdió en el tiempo. ¡No pasa nada! En cuatro días todo el mundo se acostumbra, surge el Ea, y aquí paz y después gloria. ¡Menos mal que el alajú y el resoli no dependen de los políticos sino del pueblo! Muchos no lo sabrán y otros no lo recordarán —lógico; los esfuerzos deben dosificarse por si crean adicción o sientan precedentes—, pero Cuenca contó con cinco —sí, 5— carreras superiores de música que le fueron arrebatadas a principios de este milenio. Así, hasta la implantación, en el nivel superior de música, de la fatídica LOGSE, esa que a juicio de algunos marcó un antes y un después en la educación —bien que lo marcó, sí, por cierto—, en nuestra provincia se podían cursar las carreras superiores de Piano, Guitarra, Composición, Música de cámara y Solfeo (con teoría de la música, repentización, transposición y acompañamiento). Pero claro, esas eran muchas para esta tierra y se eliminaron. Sí, una vez más fuimos a menos… y las voces —¿en plural? uy, no sé… quizás exagere— discordantes fueron cercenadas. Siempre mejor tener timoratos, anodinos,… a los que entregar una pala para cavar la propia tumba en la que enterrarse. Así nos va; así nos irá. Tranquilos los intranquilos que esta columna de opinión en 2 o 3 días se habrá olvidado. ¡Y aquí paz… una vez más!
 

ARCHIVADO EN: Jazz, Cuenca