Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Todo tiene un precio

19/11/2022

Hay quien presume de que en ninguna circunstancia se dejaría comprar porque por encima de todos están sus principios, pero el mundo está plagado de ejemplos que demuestran que si no todo, al menos casi todo tiene un precio. Por ejemplo, el mundial de Qatar.

Los detractores de la elección, que se desesperaron al ver que sus voces clamaban en el desierto, acabaron cediendo a la vista de la cantidad de dinero que los cataríes ponían sobre la mesa para financiar aquella inconmensurable campaña de imagen que pondría a los magnates mundiales del deporte, la empresa y la política, a sus pies.

Los que abogaban por otras sedes defendían con lógica que un mundial no debería celebrarse en un país con temperaturas insoportables; los cataríes prometieron sistemas muy sofisticados para refrescar los campos y sus alrededores. Que no han cumplido. Los que abogaban por otras sedes esgrimieron entonces que era un país que no respetaba la libertad de las mujeres, consideradas seres muy inferiores a los hombres; los cataríes prometieron cambios sociales.

Recordaron los detractores la permanente vulneración de los derechos humanos, la persecución a los que expresaban reticencias hacia el régimen emiratí y sus autoridades, mencionando incluso que se trataba de un país que acogía la sede de Al Yazira, la televisión que ha tenido connivencias con el yihadismo radical como saben los que acceden a los informativos que emite esa cadena en los países árabes, no los que emiten en los países occidentales. Explicaron también los contrarios a que Doha fuera sede del Mundial que docenas de miles de trabajadores -la mayoría extranjeros, de países subdesarrollados- sufrían trato de esclavitud, y el tiempo les dio la razón porque se ha demostrado que en la construcción de los campos, edificios y hoteles para acoger al Mundial y a los miles de seguidores del fútbol que viajarán a Qatar, han muertos miles de obreros debido a la intensidad del trabajo bajo temperaturas inhumanas y falta de medidas de seguridad.

Si Qatar no fuera un país inconmensurablemente rico, no habría sido sede del Mundial. Si las autoridades de Qatar no hubieran prometido financiar la mayoría de las instalaciones, no se habrían doblegado voluntades de las federaciones internacionales y nacionales de fútbol. Si no fuera un país dispuesto a pagar lo que hiciera falta para callar bocas con promesas de cambiar su forma de vida para respetar los derechos humanos y no perseguir a quienes disentían de las políticas impulsadas por los gobernantes, Doha no sería este domingo una fiesta para celebrar tan gran acontecimiento deportivo, al que asistirán jefes de Estado y de Gobierno que presumen de demócratas. Y que saben perfectamente que esas promesas de las autoridades cataríes de apertura social y política no se van a cumplir.

Los próximos días viviremos no solamente un gran acontecimiento deportivo, sino también un gran espectáculo de propaganda de un país nada apropiado para acogerlo.

Poderoso caballero es Don Dinero.