Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Guante blanco con ruido al fondo

08/06/2022

Uno de los aspectos más sorprendentes del primer debate electoral de las elecciones autonómicas andaluzas del próximo 19-J fueron los ataques que la candidata de Vox, Macarena Olona, dirigió al presidente de la Junta de Andalucía y candidato del PP, Juan Manuel Moreno, sin obtener respuesta. Las intervenciones de la candidata de la ultraderecha, que demostró tener un escaso conocimiento real de los problemas del día a día de los andaluces, fueron una enmienda a la totalidad de la acción de gobierno de coalición PP-C's, que su partido ha apoyado desde fuera y que ahora quieren gestionar desde dentro del Ejecutivo andaluz.

Si el candidato popular no cumple sus objetivos y alcanza a gobernar en solitario ya sabe lo que le espera a él y a los andaluces con Macarena Olona en funciones de vicepresidenta de la Junta: una continua batalla cultural centrada en el feminismo y la contrarreforma de las políticas de género, la inmigración, y un populismo desaforado con el que pretenderá dar satisfacción a todos los estamentos, clases sociales y sectores productivos que consideró traicionados por el PP, sin olvidar que la suya será una gestión que defenderá una España de "charanga y pandereta, cerrado y sacristía". Olona fue un caballo desbocado en sus intervenciones, frenado solo por Teresa Rodríguez y Juan Marín, con un mensaje que pudo complacer a los suyos en la misma medida que puede asustar a quienes ven un peligro desestabilizador en la extrema derecha. Juan Manuel Moreno miraba al tendido y debió pensar que ya verán cómo cruzan ese río cuando lleguen a él, si los números no dan para que gobierne en solitario. Es conocido que todos los candidatos salen a ganar las elecciones por mayoría absoluta, pero ante la contingencia de que eso no sea posible sería de agradecer que comenzara a dar pistas sobre qué hará si se impone la realidad del pacto con Vox.  En estos primeros días de la campaña electoral se ha corrido la especie de que el miedo a que viene la ultraderecha ya no moviliza a los votantes, aunque tras escuchar a Macarena Olona puede renacer ese temor, apoyado además en lo que ocurre en Castilla y León. Si no da miedo, por lo menos asusta.

Con nada que perder y poco que ganar fue el exvicepresidente de la Junta, Juan Marín, quien realizó una defensa más convincente que el propio Moreno Bonilla de los éxitos del gobierno de coalición, pandemia mediante. Si el presidente andaluz se limitó a exponer los gráficos fríos de su gestión, cuestionados por todos los candidatos de los partidos de la oposición, porque los números se retuercen hasta decir lo que cada uno quiere, el líder andaluz de Ciudadanos les puso algo de sangre. Que buen vasallo si hubiera buen señor, que se ve abocado a la insignificancia de cumplirse las encuestas.

El candidato socialista, Juan Espadas, salió del debate con mejores expectativas de las que entró, siendo estas tan modestas como no perder el suelo alcanzado por Susana Díaz en 2018. Dio la sensación de que aún puede recuperar votantes entre los indecisos porque demostró tablas y conocimientos, mientras que a su izquierda la pregunta es en qué se diferencian entre sí las dos candidaturas que se van a restar escaños. El séptimo candidato, Pedro Sánchez, apenas apareció en escena y fue para ser presentado como benefactor de Andalucía sin que los fondos transferidos hayan sido bien utilizados. Otra sorpresa.