El PP, al borde del ataque de nervios

Pilar Cernuda
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Las dudas en torno a los resultados electorales en Castilla y León tienen en vilo a los partidos, que ya hacen cuentas sobre las posibles alianzas

Alfonso Fernández Mañueco y Pablo Casado han defendido siempre un Gobierno regional en el que no esté Vox. - Foto: Rubén Cacho ICAL

Ha desaparecido la euforia de hace 10 días y en Génova ha aparecido, casi de un día para otro, la inquietud. 

Narciso Michavila, uno de los expertos en sondeos más acreditados, y que trabaja para el PP aparte de hacerlo para varios medios de comunicación, ha sido muy claro en sus declaraciones en la Cope: si a las 14,00 horas del domingo la participación está por debajo del 33 por ciento, se haría muy difícil para el PP mantener el Gobierno de Mañueco.

¿Qué ha sucedido en estos últimos días? En el PP confían en la remontada, la esperanza es lo último que se pierde y los ciudadanos de Castilla y León han sido leales a este partido, que les ha gobernado desde hace casi 40 años, aunque en las pasadas autonómicas ganó el PSOE. El acuerdo de los populares con Ciudadanos permitió el Gobierno de coalición que convirtió a Alfonso Fernández Mañueco en presidente. Sin embargo, ahora las cosas no están tan claras, aunque lo estaban hace apenas 10 días ¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha cambiado?

Hay versiones para todos los gustos, en todos los partidos, entre los analistas y entre los candidatos. A saber: Mañueco no midió bien las consecuencias del adelanto electoral. Estaba fuerte en el momento en que convocó elecciones, pero su argumento de que Cs tenía preparada una moción de censura no se sostenía suficientemente; había dudas sobre la maniobra que aparentemente preparaba el vicepresidente Igea, que ha utilizado la campaña para desmentir a Mañueco y presentarlo como mentiroso y oportunista. 

Más versiones: a Mañueco le ha perjudicado el PP nacional, Génova. Desde la presencia constante de Pablo Casado, con una campaña poco acertada y tantas comparecencias pastoriles que se convirtieron en chanza y concurso de memes, hasta el episodio de Alberto Casero y su voto equivocado se ha transformado en un esperpento al intentar presentarlo al principio como un error informático y exigir después que se le permitiera la votación presencial. 

Al candidato del PP solo le han hecho un favor las tres figuras regionales cuya potencia se ha convertido en nacional, Ayuso, Feijóo y Moreno, que no han dudado en acudir a la llamada de su compañero. La incógnita es saber si ese esfuerzo de los tres presidentes autonómicos será suficiente para cambiar las tornas que, hoy, se han vuelto contrarias.

 

Al alza

Más razones que hay que tener en cuenta de cara a lo que puede ocurrir en las urnas: Vox. El partido de Abascal crece en Castilla y León, aunque la campaña no ha sido relevante y el candidato Juan García Gallardo ni siquiera vive en Castilla y León. Su padre tiene un bufete en Burgos y se ha presentado a Gallardo como abogado de ese bufete, cuando, en realidad, su vida profesional está centrada en Madrid. Por otra parte, han aparecido una serie de tuits machistas que, aunque son de hace años, abundan en la idea de que todo miembro de Vox es machista y xenófobo aunque no sea cierto. 

Abascal se ha volcado en la campaña, consciente de que es a él a quien respaldan los votantes, y puede tener un caladero importante entre los decepcionados con el PP y los de un Ciudadanos que aún sufre las consecuencias de los errores de Rivera, y que no acaban de comprender el apoyo de Arrimadas a la reforma laboral.

Ciudadanos mostró un ligero incremento de la intención de voto en el último tramo de la campaña. Igea ha conseguido que cale la idea de que no pensaba traicionar a Mañueco y denuncia sistemáticamente que su exsocio va a gobernar con Vox. Lo que hace también el candidato socialista, Luis Tudanca, así como todos los dirigentes nacionales y autonómicos que le ayudan. Entre ellos, el propio Sánchez, que apenas había cerrado mítines cuando se daba a Mañueco por seguro ganador y no ha dudado en participar en toda clase de actos que se le presentaban en Castilla y León en cuanto diferentes sondeos, no solo el CIS, anunciaron que los errores cometidos por el PP empezaban a hacer mella entre los posibles votantes del Partido Popular. 

En la izquierda populista, Pablo Fernández no provoca entusiasmo ni siquiera en su partido, por su propia personalidad y por rivalidades provinciales, y a Yolanda Díaz, cada vez más despegada de Podemos, se le reservó un mitin en un pueblo de apenas 800 habitantes.

Puede pasar cualquier cosa el 13-F. Han aparecido partidos vinculados con la España Vaciada, entre ellos Soria Ya, que ya tenía presencia parlamentaria y que se da por hecho que tendrá uno o dos escaños. Esos votos serían para Tudanca si tuviera opciones presidenciales. Menos claro está el apoyo de los dos partidos leoneses que podrían tener procuradores en las nuevas Cortes de Castilla y León.

 Cuando el PP convocó elecciones y fue preguntado por primera vez respecto a Vox, el presidente y candidato declaró que convocaría nuevas elecciones antes de gobernar en coalición con Vox. Ayuso, en una de comparecencias de campaña, no fue tan drástica, y dijo que si se hacía necesario buscar apoyos, ella prefería hacerlo con el partido de Ortega Lara antes que con el de sus secuestradores. Mañueco repitió, a pocas horas del cierre de campaña, que en ningún caso formaría una coalición con los de Abascal, pero la izquierda sigue esgrimiendo que abrazaría de buen grado una unión con ellos. 

Arrancar votos al PP es hoy la tarea en la que ponen más empeño tanto Tudanca como Igea. El primero, porque aspira a la Presidencia; el segundo, porque aspira a quitar la razón a quienes le auguran una gran catástrofe. Su campaña está muy dirigida a descalificar a Mañueco más que al PP. Considera que ha mentido al decir que él estaba en una operación de moción de censura, y defiende que es hombre que mantiene sus compromisos. Tan es así, que no descarta el apoyar un Gobierno del PP si hubiera ocasión, pero exigiría que no fuera Mañueco el presidente.

Andalucía

Mientras, un político destacado del PP mira hacia Castilla y León con más interés todavía que su partido: Juanma Moreno. La legislatura andaluza acaba en otoño, pero no descarta convocar elecciones unos meses antes de que se inicie el verano, que en Andalucía es muy caluroso y la gente se refugia en playas y piscinas. Es decir, la duda está entre octubre y, mayo o junio. Cuando se le pregunta siempre responde lo mismo: votará en plazo, como es obligado, y la fecha concreta dependerá de cómo se presente la actualidad.

Es evidente que un pacto de Mañueco con Vox influirá en el voto andaluz, donde Moreno está creciendo de forma considerable gracias al voto centrado. Por tanto, si se abre la posibilidad de que el salmantino acabe negociando con Vox, no sería disparatado pensar que Moreno podría convocar elecciones en cuanto se conociera el resultado de las elecciones de Castilla y León, para que la fecha no le pillara en plena polémica de negociaciones de Mañueco con Abascal.

Los nervios en Génova son aún mayores que los que vive Mañueco por las consecuencias que tendrían para el PP nacional.