¿Fue la creación de CLM como nos han contado?

L.G.E.
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Aunque sean pocos, 40 años dan para idealizar o mitificar parte del proceso de nacimiento de una región. El profesor José Antonio Castellanos revisa para La Tribuna lo que ocurrió

Ejemplar del Estatuto aprobado en Alarcón en 1981, que se exhibió en una reciente muestra en las Cortes. - Foto: Javier Pozo

Obviamente nadie recuerda cómo fue su nacimiento. Y si alguien sabe cómo fue es porque se lo han contado. Algo así está ocurriendo con buena parte de los castellano-manchegos, pues ya son más los que han nacido y crecido en una comunidad llamada Castilla-La Mancha, los que desconocen de primera mano cómo se creó esta comunidad autónoma y que solo han visto el término de 'Castilla-La Nueva' en libros de antes o a Albacete unida a Murcia en mapas antiguos.

Estos cuarenta años que han pasado desde que se aprobó el Estatuto de Castilla-La Mancha, que no es que sea mucho tiempo, pueden ser suficientes para idealizar o mitificar algunos de los elementos esenciales o incluso de las anécdotas de este proceso. La Tribuna ha podido hablar con José Antonio Castellanos López, profesor de Historia Contemporánea de la UCLM, autor de varias investigaciones y libros sobre la Transición en Castilla-La Mancha. Él apunta qué hay de verdad y qué de mito en el nacimiento de una nueva región. 

1. ¿Se ha idealizado el proceso autonómico?

José Antonio Castellanos es autor de varias investigaciones y libros sobre la Transición en Castilla-La Mancha.José Antonio Castellanos es autor de varias investigaciones y libros sobre la Transición en Castilla-La Mancha. - Foto: Pablo LorenteCastellanos cree en términos generales que la Transición en España «sí ha vivido un proceso de mitificación», aunque en los últimos años también se ha sometido a un «proceso de revisión». En el caso concreto de Castilla-La Mancha apunta que «no hay tantas implicaciones relacionadas con la política actual o presente, por tanto eso quizá favorezca un término medio, que no haya mitificación, ni demonización». Remitiéndose a las encuestas que hace el CIS sobre el nivel de satisfacción de los españoles sobre la forma de Estado, «sigue siendo preferencia mayoritaria una descentralización como la que tenemos».  

2. ¿Estuvo barajándose la inclusión de Madrid hasta el último momento?

La reunión de Mota del Cuervo de 1976 se toma como un punto de partida para la creación de Castilla-La Mancha. Estuvieron parlamentarios de las cinco provincias, pero no de Madrid. Castellanos comenta que «hasta cierto punto es una coincidencia» que estuvieran los de las cinco provincias que finalmente formarían Castilla-La Mancha. Sí le da más relevancia al hecho de que en el 78, cuando se compone la Junta y se inicia la etapa preautonómica son estas cinco provincias las que se «dotan de un sistema de gestión común». Expone que «esta exclusión de Madrid sí es significativa». Aunque admite que hubo posibilidades de que se incorporara luego a Madrid, la decisión del 78 «marcaba una separación» y esas opciones perdieron mucha fuerza.  

3. ¿Castilla-La Mancha se construyó desde aquí o desde Madrid?

Castellanos cree que toca repartir responsabilidades. Por un lado, destaca que «es cierto que hay una iniciativa que parte del territorio, de las cinco provincias», con reuniones de los representantes de los partidos que iban consiguiendo presencia política con las elecciones. «La iniciativa hay que reconocérsela», apunta, «por mucho que Castilla-La mancha como otros territorios se benefició de un impulso que no es propio, que es la construcción de las preautonomías». Ahí entra la deriva del 'café para todos'. Por otro lado, también destaca la influencia que hay desde el ámbito estatal. Expone que «la más notoria y significativa» sería la intervención del PSOE federal  ante las complicaciones en el proceso de adhesión de ayuntamientos en Guadalajara. 

4. ¿Los elementos identitarios estaban en un segundo plano para una región nueva?

Aunque Castilla-La Mancha solo tenga cuarenta años, Castellanos cree que en el 82 había un elemento identitario que jugó a favor de la incorporación de Albacete, que antes formaba parte de Murcia. «Un porcentaje mayoritario no se sentían murcianos, sino manchegos», expone. Sin embargo, comenta que ese elemento identitario jugó a la contra en Guadalajara. «Hizo levantar algunas voces en Guadalajara en sentido contrario, que veían que su pertenencia más clara era Castilla y no veían tan claro vincularse a cuatro provincias donde el elemento identitario era no solo castellano, sino también lo manchego».  

5. ¿Se ha querido crear una identidad castellano-manchega?

Castellanos cree que era un objetivo claro y que se nota en la prensa de la época. Se buscaba «no solo hacer Castilla-La Mancha, sino hacer castellano-manchegos». Cree que en parte se debe a que es una forma de «legitimar el invento político que es Castilla-La Mancha, creando ciudadanos que se identifiquen con ese invento». 

6. ¿Se ha conseguido esa identificación?

El propio Castellanos se lo pregunta. «¿Se ha tenido más o menos éxito en ese afán?», plantea. En este sentido apunta que «los niveles de identificación con Castilla-La Mancha son mucho mayores que los que existían por entonces, aunque solo sea porque eran bajísimos». Por otro lado, reformula la cuestión al preguntar si «se ha conseguido que todos los habitantes se sientan plena y satisfactoriamente con la región». Cree que probablemente no sea así y que «la identificación con Castilla-La Mancha no sería la que desearían sus más firmes defensores». Con todo, cree que como 'invento político' Castilla-La Mancha sí ha tenido éxito puesto que uno de los objetivos era «servir como instrumento y mejorar las condiciones de vida a sus ciudadanos, acercando la toma de decisiones a los ciudadanos». Apostilla que «el marco provincial estaba muy consolidado», mientras que «el marco regional se ha ido consolidando».