Portento físico

Leo Cortijo
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Enrique Sánchez defiende los colores de la Benemérita dentro del equipo de triatlón, un deporte que siempre ha sido su gran pasión y una fuente inagotable de alegrías.

Portento físico - Foto: Reyes Martínez

Su bisabuelo, su abuelo y su padre fueron guardias civiles. Dicen que de casta le viene al galgo, aunque la verdad es que Enrique tardó unos años en darse cuenta. De hecho, estudió Ingeniería de Telecomunicaciones y llegó a trabajar como maquetador en este periódico. Pero fue un «motivo familiar» el que le llevó a dar un giro de 180 grados a su vida. Tuvo una hija a la que no iba a poder disfrutar como quería, pues «pasaba mucho tiempo fuera de casa por trabajo». Fue entonces cuando decidió entrar a formar parte de la Benemérita, algo que en casa ha «mamado» desde siempre. Eso fue en 2017 y desde hace un tiempo desarrolla su labor en el 'Equipo @' de la Comandancia de Cuenca, centrado en resolver delitos telemáticos.

Lo que no imaginaba –y es literal porque «no sabía ni que existía»– es que dentro del Cuerpo hay equipos en casi todas las disciplinas deportivas, y así podría poner en escena su gran pasión, el triatlón. Enrique lleva practicando este deporte durante la última década, y hace unos tres años decidió inscribirse para lucir con orgullo el característico verde de la indumentaria. Tanto es así que el pasado 1 de mayo compitió en Orihuela en el campeonato nacional, dentro de la categoría de veteranos. Allí se midió al resto de equipos militares de España, como el Ejército de Tierra o la Guardia Real, por ejemplo. Participó, reconoce, «sin ninguna pretensión» porque era algo totalmente nuevo para él. La «sorpresa» fue comprobar que quedó tercero en su categoría.

Lo mejor de todo es que eso le dio billete para el mundial militar, que se celebró hace unos días. Es cierto que fue un chasco –dice entre risas– que se disputara en Murcia, y no en Japón, por ejemplo. Allí fue representando al Ejército patrio, en un equipo mixto donde se juntaban las mejores marcas. «La experiencia fue increíble», argumenta, aunque es cierto que el nivel de los rivales era «espectacular», pues «mientras aquí lo hacemos como un hobby, en otros sitios son profesionales que hace dos años estaban en una olimpiada». Al bueno de Enrique y a sus compañeros no les importó, y de nuevo la «sorpresa» llegó en forma de campeones del mundo. Por eso no es de extrañar que muestre con orgullo la medalla ganada en buena lid.

Pero claro, eso lleva a la pregunta del millón: ¿Qué prefiere, ser guardia civil o triatleta? De nuevo entre risas dice que se queda con el triatlón «porque es lo que escoges como afición, con lo que más disfruto y con lo que no me importa levantarme a las cinco de la mañana para entrenar». De hecho, le dedica mucho esfuerzo a la semana, como unas 15 horas más o menos para estar en plena forma. Enrique es un portento físico, pero «también un enfermo de esto», añade, «porque lo que hacemos no es normal». La distancia olímpica marca 1,5 kilómetros de natación, 40 en bicicleta y otros diez de carrera. Así que como para no estar preparado... Eso sí, advierte que esta disciplina hay que entenderla «en conjunto» y no como tres deportes por separado, ya que «aquí lo que prevalece no es un buen corredor o un gran nadador, sino un buen deportista». Un asunto, por cierto, que debería tenerse en cuenta en el seno de la Benemérita, y es que Enrique defiende a capa y espada el peso «fundamental» que juega el apartado físico. «Creo que debería haber más controles, no digo muy estrictos, pero sí por lo menos para tener una buena salud», remata este entusiasta del deporte.