La sensibilidad está en la cabeza y en el corazón"

J. Monreal
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El estudiante conquense aspira a ser un gran solista

La sensibilidad está en la cabeza y en el corazón" - Foto: Reyes MartÁ­nez

Seguro de sí mismo, y consciente de la dificultad que entraña dedicarse por entero a la música, Alejandro hace gala de un aplomo y una madurez impropia de sus 17 años.

La música es una constante en su vida desde que era niño, y nada que tenga que ver con ella le es ajeno. Para él, las partituras y su violín (ya ha tenido varios desde que eligió instrumento) son sus herramienta de trabajo y sabe que sin ellas sería imposible conseguir aquello que desea y para lo que se prepara afanosamente.

Se inició en el mundo de la música a instancias de su padre, violinista y docente, «aunque pronto se despertó en mí la pasión por este arte, ya que mucho antes de poder acudir al conservatorio ya me manejaba con cierta soltura en lectura musical y en los más elementales conocimientos que más tarde asentaría en la academia Mozart y posteriormente en el Conservatorio Pedro Aranaz», apunta Alejandro.

«Me gustaría ser un buen solista y llegar a actuar con las grandes orquesta», dice el joven estudiante de violín, quien hace unas semanas acaba de conseguir el Premio Extraordinario de Enseñanzas Artísticas de Castilla-La Mancha, obteniendo una puntuación de 92 sobre 100.

Un galardón al que, a buen seguro, seguirán muchos más. «Los premios estimulan, pero es mucho más satisfactorio saber que estudias lo que te gusta y que sin esfuerzo poco se consigue», asegura Alejandro.

¿Tuvo claro que el violín sería su instrumento?

Cuando llegas al conservatorio te muestran todos los instrumentos que hay disponibles, pero yo tenía en mente que el violín iba ser el elegido, ya que en casa lo había visto en manos de mi padre miles de veces y no tuve muchas dudas a la hora de decidirme por él.

¿Sintió, al tomar el violín por primera vez, que era imposible sacarle un sonido?

Lo tuve, pero se pasó pronto porque cuando algo te ilusiona y quieres dedicarte a ello, nada se te hace extraño. Cierto es que al pulsar por primera vez las cuerdas y pasar sobre ellas el arco, aquello suena como si le pisaras el rabo a un gato…. Poco a poco aprendes que un milímetro fuera de su sitio hace que la nota no sea correcta. Eso sólo se consigue con estudio y práctica.

¿Recuerda su primer buen violín?

Mi primer violín que se pudiera considerar ‘bueno’, lo recuerdo con mucho cariño. Fue uno chino y a partir de ahí ya ye ido teniendo otros, como el actual, adecuado a mis condiciones, tanto de peso como de manejabilidad.

¿Hace falta tener unas características físicas concretas para tocar el violín?

No necesariamente. Hay violinistas que tienen los dedos muy largos, otros muy gordos, con manos pequeñas, grandes, etc. Para algunos puede ser una ventaja y para otros no. No depende de tu físico sino de lo que sientas a la hora de manejar ese instrumento. La sensibilidad para cualquier disciplina artística no está solo en las manos, sino en la cabeza y en el corazón.

¿Llegó a compaginar estudios musicales con los de bachillerato?

Desde luego que sí. Los estudios musicales eran un complemente, aunque tenía claro el camino, pero había que finalizar los reglamentarios para poder acceder a los superiores. Durante la ESO estuve en La Sagrada Familia y más tarde cursé el bachillerato artístico en la Escuela Cruz Novillo. Este año ya no, porque curso a lo que correspondería a primer curso en la universidad y me dedico exclusivamente a la música, que no es poca tarea.

¿Fue para usted la música una actividad extra escolar?

Hubo momentos, siendo muy niño, en los que no tienes claro todavía el camino a seguir y sí tuve la sensación de que la música era una actividad más. Pronto cambió la sensación y tuve conciencia plena de la meta a conseguir y el itinerario para lograrlo. Por supuesto que mi familia, mi padre, influyó de algún modo en mi decisión, pero lo hizo apoyándome, nunca obligándome a estudiar algo en lo que no me sintiera a gusto. Eso sí que es importante, que los padres aconsejen, apoyen y respalden las decisiones de los hijos pero sin obligarles a tomar el camino que tal vez ellos no pudieron seguir.

¿Se ha imaginado alguna vez actuando como solista junto a una gran orquesta?

Desde luego que sí, y eso es algo que cuando empiezas en serio en una disciplina como la música te planteas muy a menudo. Eres consciente de los riesgos que entraña y de la dedicación plena y absoluta que debes seguir para poder alcanzar el objetivo. Lo primero que debes tener claro es que esta es una carrera de fondo, que no cabe del desánimo, que no debes dejar de estudiar y de prepararte. En algunos otros estudios puedes permitirte el lujo de tomarte un descanso, dejar de asistir a clase o no aplazar un examen. En la música eso es algo impensable porque no puedes dejar de practicar con el instrumento más de una semana y mucho menos dejar pasar la oportunidad de acudir a una clase con un gran maestro. La música es belleza en sí misma, pero una belleza que obliga a hacer muchos sacrificios. La música, si la tomas en serio y quieres ser profesional, debes entregarte a ella por entero.

¿Los premios condicionan, estimulan o impulsan a esforzarse más cada día?

En la mayoría de los casos estimulan, siempre y cuando no seas un niño al que preparan para que gane concursos. Los premios sirven para consolidarte como músico, pero no son un fin en sí mismo. Quienes piensen que a los niños hay que prepararlos para los concursos se equivocan, porque lo único que conseguirán será que se pierdan una etapa fundamental en su vida que es la niñez, donde lo que hay que hacer es disfrutar con el juego divertirse con sus amigos y gozar de esa etapa de la vida.

Hablando de juegos, ¿a qué juega un niño que estudia violín?

Pues a todo lo que juegan los niños. El hecho de estudiar una disciplina artística no te convierte en un ser distinto a los demás. Yo no he tenido problemas en ese sentido, siempre sabiendo que hay horas para jugar y otras para estudiar y hacer tu vida normal. La disciplina y el orden, son básicos en todos los sentidos. Si haces cada cosa en su momento, nunca tendrás problemas. Cuando toca jugar, pues a jugar y cuando toca ensayar o estudiar, pues se hace y no hay que darle vueltas. El juego, sobre todo en la niñez, es fundamental para el desarrollo integral de la persona, y

como personas que somos, los músicos también hemos sido niños y disfrutado jugando.

¿Cuántas horas ensaya actualmente?

Al estar ya en una carrera y con posibilidades de seguir avanzando, todas las horas que practiques son pocas. En mi caso, suelo estar alrededor de tres o cuatro horas diarias, aunque todo lo que puedas sacar de tiempo a otras actividades mejor. Sólo practicando se te van tres o cuatro horas al día, cada día, a las que hay que añadir consultas, temas de investigación, lectura y otras muchas cosas siempre relacionadas con la música o directamente con tu instrumento.

¿Cuándo llegaron los primeros premios?

El premio llega en el momento en el que eres admitido en el Conservatorio Superior. Cuando llegas a ese nivel ya te puedes empezar a sentir satisfecho, pero a la vez ser consciente de dónde estás. Cuando entras la clase más importante, que es la de instrumento, estás a solas con el profesor, lo cual da un nivel que no todo el mundo alcanza. En este caso el docente actúa como una especie de guía personal que corrige tus errores y te aporta seguridad a la hora de enfrentarte a una obra.

¿Ha pensado salir fuera de España para seguir formándose?

De momento lo que tengo claro es terminar mis estudios y si tuviera que salir fuera sería a un lugar donde pudiera recibir una formación que no se pudiera conseguir en España, aunque lo cierto es que en nuestro país hay muchos y grandes maestros en los conservatorios, de los que todos tenemos que aprender. En el caso de tener que elegir para seguir perfeccionando y no pudiera ser en España, tal vez iría a Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, que son países donde la música tiene mucha mayor importancia que en el nuestro.

¿Sueña con llegar a actuar en algún escenario en particular?

Los escenarios son todos buenos si quieres dedicarte a la interpretación. Sueñas con grandes espacios escénicos, con ser solista con una gran orquesta pero no tengo un lugar concreto en el que me gustaría actuar. Los grandes templos de la música están repartidos por todo el mundo y los músicos siempre aspiramos a actuar en ellos. Los sueños son buenos, pero siempre que seas consciente de que sólo se pueden conseguir con esfuerzo.

¿No siente nervios ni miedo al enfrentarse al público?

El miedo escénico y los nervios siempre están presentes en toda actividad cara al público. La única manera de que no te dominen es tener la seguridad de que vas a hacer lo que sabes y lo vas a hacer bien. Lo que sí procuro es no mirar el público, salvo cuando salgo a escena que suelo hacer una pequeña reverencia a modo de saludo. Después, me concentro en lo que tengo en mis manos y todo se transforma. El público está, pero casi se vuelve invisible para quien actúa. Esa es la única forma de que los nervios no te traicionen y puedas dar todo lo que llevas dentro.

¿Qué opina de la popularización de la música, tal y como la llevan a los escenarios figuras como Ara Malikian?

Me parece bien la popularización, pero yo soy más partidario de los músicos más clásicos, tipo Mendelssohn o Thaikovsky. Todo lo que sea promocionar y dar a conocer la música es bueno, pero eso no quiere decir que me guste particularmente esa forma de interpretar.

Ahora ya está en niveles superiores de música. ¿Hay competencia musical entre usted y su padre? ¿Sigue aconsejándole como cuando era un niño que empezaba?

Los consejos de un padre siempre hay que seguirlos porque no cabe duda de que buscan los mejor para sus hijos. En cuanto a la competencia en el plano musical, no la hay como tal, aunque lo cierto es que sí tenemos nuestras charlas respecto a uno y otro modo de interpretar. Todo ello dentro de un clima familiar en el que por encima de todo esta el respeto de un hijo a un padre y de un padre a otro músico como él. De todos modos, la competencia siempre es buena porque hace que te esfuerces cada día más para hacer tu trabajo mejor.

¿Suele venir con frecuencia a Cuenca?

Procuro venir todo lo que es posible y mis estudios me lo permiten. Vivo en Madrid y las clases absorben todo mi tiempo, pero siempre hay un momento para la escapada y aprovecho para venir a mi ciudad y disfrutar de la tranquilidad y de un lugar como Cuenca y pasar el mayor tiempo posible en contacto con la familia que es algo que nunca se debe perder. Cuesta tomar de nuevo el autobús para volver al trabajo, pero no hay mas remedio que hacerlo si quieres alcanzar la meta que te has propuesto.

Hablando de Cuenca, ¿considera que es una ciudad musical?

Lo es en cierto modo, pero no a nivel superior. Echo de menos que haya más conciertos donde la cuerda tenga mayor protagonismo y no tanto el viento. Todo es mejorable y espero que podamos disfrutar de más conciertos, a ser posible de violín, viola, violonchelo. Es decir, de cuerda en general. Tenemos muy buenas condiciones para ser una ciudad musical pero hace falta que la música cale más hondo en el público en general y no sólo en un sector de la población que es la que acude habitualmente a los conciertos. A pesar de todo, Cuenca es un ciudad que sirve de inspiración a los artistas y que cuenta con muchos y grandes músicos jóvenes con gran futuro.