Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


El estado de los líderes políticos

09/02/2022

La campaña electoral de Castilla y León, el debate parlamentario sobre la reforma laboral con el episodio Casero, más los dimes y diretes diarios que envenenan habitualmente la vida política, está provocando destrozos en la trayectoria de algunos de los dirigentes españoles. Ninguno de ellos destaca especialmente por su buen hacer, su capacidad de gestionar crisis o por sus propuestas acordes con lo que los españoles exigen, o al menos esperan, de sus políticos. Pero estos días últimos han sido especialmente venenosos y hay biografías que han saltado por los aires.

La primera, la del mencionado Casero y, sobre todo, la su principal valedor Teodoro García Egea. Egea y Casero llevan mucho tiempo metiendo el dedo en el ojo de dirigentes regionales del partido, a los que imponen nombramientos promoviendo afines en vez de escuchar a esos dirigentes, que son los que conocen cómo está el partido en sus circunscripciones, saben quiénes son las personas más capaces o las que cuentan con el favor de la militancia. La peripecia del voto errado y sobre todo de la reacción de Casero, Egea y otros parlamentarios del PP ha sido un espectáculo grotesco que deja herida la imagen de la dirección del grupo. Afecta, por tanto, a Casado, tan necesitado de empuje en las últimas semanas, y más desde que empezó la campaña de Castillo y León, en la que se ha advertido que su presencia constante no provoca entusiasmo sino que los sondeos auguran una bajada de la intención del voto.

Yolanda Díaz queda mal parada tras la reforma laboral, más que por lo ajustado de la votación, por su falta de eficacia como negociadora con los partidos más díscolos. Por si fuera poco, colectivos enteros próximos a la izquierda denuncian que esa reforma no cumple ni de lejos sus expectativas. Lo que afectará negativamente al propio presidente de gobierno, empeñado ahora en la remontada del 13 de febrero, que haría olvidar que es un hombre en baja a pesar de su habitual triunfalismo.

Mal anda Ciudadanos, coherente al aprobar la reforma laboral, pero que encuentra cada día más dificultades para colocar sus mensajes. Tampoco ayuda que haya acabado mal el contrato de Rivera con el bufete en el que trabajaba, tenga quien tenga razón en esa ruptura que no ha sido amigable. En cuanto al resto de los líderes, se afianza la idea de que los socios del gobierno solo lo apoyan cuando hay contraprestaciones políticas y económicas, y no es esa la manera de captar adhesiones hacía proyectos ilusionantes.

El nivel de la mayoría de los líderes políticos actuales es manifiestamente mejorable, muy manifiestamente, pocos dan la talla. Y los acontecimientos últimos, con una ley polémica, elecciones provocadas por una supuesta traición en la coalición, más la penosa reacción a un error parlamentario, ha abundado en la idea de que los españoles nos merecemos personajes más solventes, y más patriotas, para hacer política.