Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Grupo de jetas

22/01/2021

Cuando leas estas letras, Araceli Hidalgo estará a punto de conseguir la inmunización. Vista la elegancia y humildad de la primera vacunada en España, seguro que no le da ninguna importancia. Los mayores siempre nos enseñan a normalizar lo extraordinario. «La vacuna me ha sentado bien», sentencia, y a lo único que aspira es a poder ver a su familia, a la que no abraza «desde que está este bicho por aquí». No es poco. Araceli se ha convertido en la abuela de España y ella relativiza un acontecimiento histórico. Pero ese nuevo escenario que abre la inmunización debe ser algo parecido a tocar el cielo con la yema de los dedos o mantenerse en éxtasis durante muchos meses. Un subidón permanente.
Mientras una parte insignificante de la población alcanza ese estadio nivel top -apenas 50.000 españoles-, el proceso avanza de aquella manera. Madrid se queda sin dosis y tiene que paralizar la vacunación a los sanitarios que trabajan en primera línea. Se veía venir, en medio de una refriega política en la que, si puede, el Gobierno le pone la zancadilla a Ayuso con disimulo para que parezca un accidente. Luego no se han previsto las jeringuillas adecuadas en todos los centros de vacunación, que por cada vial solo sacan cinco dosis cuando se podrían extraer hasta seis sin ningún problema. En este punto de la película, lo que se ha difuminado es la polémica que ensalzó a los que lo hicieron bien y pronto y demonizó la parsimonia que tuvieron otros. Al final, han llegado a un punto en el que las dosis no son las suficientes para alcanzar en verano la deseada inmunidad de rebaño para un 70% de los españoles. Mucho tiene que cambiar esa velocidad.
Y en época de guerra -en este caso sanitaria-, cualquier agujero es una buena trinchera. Eso lo saben los pillos, expertos en aprovechar una situación límite para sacar beneficio. Las excusas son de todo pelaje y cuanto más lo tratan de explicar, más lo estropean. En la larga lista de los cargos públicos que han utilizado su puesto para vacunarse sin que les toque hay responsables de todos los partidos, lo cual alimenta la sospecha entre el ciudadano, que vuelve a cuestionar si los casos que han trascendido son sólo una parte insignificante. Hay consejeros y alcaldes del PSOE, del PP, separatistas catalanes, directores de hospitales vinculados al PNV e independientes, que se puede ser independiente en política y tener la cara muy dura. Son compatibles. No es necesario retratar sus argumentos. La conclusión es muy sencilla: lo han hecho a hurtadillas y si no les hubieran pillado no lo habrían contado. Si tanto ejemplo querían dar, a lo Mike Pence en EEUU o Benjamín Netanyahu, se habrían rodeado de cámaras para retratar el momento, que de fotos y de vídeos, en la nueva política, son expertos.
Quedan más aún evidencia cuando se está confirmando la escasez de vacunas en estas primeras semanas. ¿Valen las disculpas y las dimisiones o destituciones, en el caso que se hayan producido? Cuando estamos hablando de un delito evidente de corrupción, que se mueve entre la prevaricación y el cohecho, ya están tardando en perseguirlo. Porque ninguno de los que se ha colado pertenece al actual grupo de riesgo que corresponde vacunar. Son grupo de jetas.
PD. Lo que cuesta siempre colocar en el mapa a Guadalajara y, en particular, a Molina de Aragón. La última es de nota. Han pillado a la alcaldesa de Molina de Segura (Murcia) haciendo la pirula de la vacuna y algún medio ha situado a esta regidora del PSOE en Molina de Aragón. Lo que les faltaba a los del Señorío.