Maestra centenaria

R.L.C.
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Nieves Torres, que acaba de cumplir 100 años, asegura que frente a los momentos más difíciles «la escuela ha sido su vida» y aún disfruta rememorando sus años como profesora en La Pesquera, Pozorrubio de Santiago o Tarancón.

Nieves Torres González nació en Caudete de las Fuentes (Valencia), el 7 de marzo de 1922. - Foto: RIÁNSARES L.C.

Aparca su labor, punto de cruz con bastidor, junto al libro que lee en casa de su hija, Noche Sagrada, de Michael Connelly, y deja de ver el telediario para charlar un rato con La Tribuna. Acaba de cumplir cien años, nació el 7 de marzo de 1922, y goza de un estado de salud envidiable, salvo algunas limitaciones de movilidad por sus piernas.

«Leer, coser, actuar en las cosas domésticas, comidas, cenas, acudir a misa aunque no pueda arrodillarme, es lo que me sostiene», comenta Nieves Torres González, que nunca ha pensado en llegar a los 100 años, «siempre he vivido con el presente». Además, confiesa que nunca ha vivido con miedo. Los años de la guerra civil para ella fueron «alegres, porque no tenía edad para pensar en lo que veía o lo que se venía encima», y de la actual pandemia resalta que pasó la Covid-19, la pasada Navidad, «prácticamente como un catarro». Sí que ahora con la guerra de Ucrania «me da miedo por mis nietos». Tiene cuatro y cuatro biznietos. Hijos tuvo cuatro, uno de ellos falleció nada más nacer y otro en accidente de coche en el año 1982. «La muerte de mi hijo y mi marido (en 2002) han sido los momentos más duros, la escuela ha sido mi vida», subraya emocionada.

Nievelina, como la llaman algunos de sus más íntimos (apodo que le puso su padre tras leerlo en una novela), fue maestra, aprobó las oposiciones en 1944 y se jubiló en 1987 en Tarancón, donde reside desde finales de los años 60. Natural de Caudete de las Fuentes, aunque su familia se trasladó enseguida a Valencia capital, aún recuerda que cuando dijo a sus padres que quería estudiar «mi padre me dijo tienes que corresponder al estudio».

Empezó a los diez años en el instituto Blasco Ibáñez de Valencia, hizo Bachillerato, a la universidad no llegó a ir, «salió un plan rápido para estudiar Magisterio», y su año de prácticas fue en Los Cojos, una aldea del municipio de Requena.

En plena posguerra llegó a su primer destino, ya en la provincia de Cuenca, La Pesquera. «No había luz, no había agua corriente, venía de una capital y sí que noté el cambió», cuenta esta maestra centenaria. Además, relata, «conviví los cuatro años que estuve con los maquis,  incluso llamaron la atención al alcalde para que no saliera con los niños por los montes, los jueves salíamos a hacer un ejercicio al aire libre, por si me podían raptar, fueron momentos difíciles». Allí conoció a su marido, Jesús Garrido, de Horcajo de Santiago, que estaba de Guardia Civil. «Al proponerme matrimonio le dije, o te quitas el uniforme o no me caso, porque yo no puedo ir a cuarteles, era muy complicado ejercer cada uno en el mismo lugar... Yo quería seguir siendo maestra y él dijo puedo sobrevivir sin él», explica Nieves Torres, que ha dado clase a centenares y centenares de alumnos, y con muchos sigue compartiendo anécdotas hoy en día. «Para mí todos fueron muy buenos, eran míos, la maestra era una madre. Sí que antes había más respeto al profesor, los padres se metían menos, a los niños les gustaba la escuela cuando se ha trabajado con ellos», apunta esta ejemplar mujer. 

Por concurso de traslados, a principios de los 50 llegó a Pozorrubio de Santiago; el colegio era unitario, impartía clases solamente a niñas y entonces la escolarización era a partir de los seis años. Tras casi veinte años, en 1969 llegó al colegio Ruiz Jarabo de Tarancón, hoy Centro Joven. Presume, igual que ellos, de haber sido maestra del alcalde actual, José Manuel López Carrizo, o del cura taranconero, Miguel Ángel Solera. «Llevé grupos de 1º y 2º de EGB, de más de 30 alumnos, entonces era la plaza de Francisco Saludador y vivimos muchos años en las casas de los maestros, ya derruidas», detalla al recordar la época en que esa zona del pueblo estaba sin asfaltar. 

«La evolución de Tarancón se notó desde que cayó El Gordo (en 1989), llegó el Centro de Especialidades, ahora hay dos institutos, más medios, aunque ahora van a quitar el tren y me parece mal», expone cuando ya empieza a prepararse para regresar a su casa, en la avenida principal de Tarancón, que ha cumplido 100 años como ciudad casi a la par que ella. No hay secreto para llegar a esta edad, afirma, y como consejo, cree que la buena educación debe empezar en cada hogar.