Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


La envidia, el hidrógeno verde y lo de Cuenca, ¿pa’cuando?

31/03/2022

¿Recuerdan ustedes cuando, hace poco más de un año, nos dijeron que de ésta íbamos a salir mejores? ¿Qué nadie se iba a quedar descolgado? Bueno, pues no tengo datos, pero tampoco dudas de que ninguna de las dos preguntas anteriores obtiene una respuesta afirmativa. En el primer caso parece evidente que la situación creada por dos años tensos entre pandemias, guerras y huelgas provoca en el individuo un culto a su personalidad desarrollando, sobre todo, un absoluto deseo a la hora de primar su voluntad individual sobre la colectiva. Esto, que podría quedarse quizá en un mero accidente temporal, parece que viene a quedarse también como daño colateral de este tiempo convulso al producir que la envidia, sana o no cada uno lo decidirá, se nos agarre al corazón cada vez que contemplamos o conocemos una buena noticia para el vecino.
La semana pasada diversos medios de comunicación, tanto regionales como nacionales, publicaban una noticia que, desde luego, será magnífica para Guadalajara. No es que tenga yo nada contra esta provincia, es más, mis raíces maternas también se extienden por esas tierras. Pero el anuncio de la creación de una planta de hidrógeno verde, la más grande del mundo, en el polígono industrial "El Ruiseñor" en Guadalajara despierta esa envidia que me lleva a incumplir aquel precepto de Homero cuando afirmaba que no debemos envidiar la riqueza del prójimo.
Me imagino cómo impulsaría la economía doméstica en Cuenca la instalación de una planta que conlleva la creación de 350 puestos de trabajo directos. Sí, han leído bien, 350. Más allá de la inversión que va a realizar la empresa Cummins junto a Iberdrola, unos cincuenta millones de euros, imagino que este proyecto gestado en el último año habrá contado con la aquiescencia de Ayuntamiento y Junta de Comunidades facilitando todo aquello que tenga que facilitarse con el encomiable fin de conseguir los antedichos puestos de trabajo. A esto hay que añadir la inmediatez (al menos teórica) de la puesta en marcha de esta planta ya que se espera que esté en funcionamiento el próximo año. Evidentemente siento alegría por la culminación de este proyecto en tierras castellanas, pero también me pregunto ¿Cuáles son las diferencias entre Cuenca y Guadalajara que evitan que este proyecto haya venido a Cuenca? ¿Comunicaciones, suelo, facilidades? Algo tendrían que hacer nuestros munícipes al respecto ¿no? Ha de entenderse por munícipes a los locales, provinciales y regionales, por supuesto. Ellos mismos nos dijeron que esta legislatura iba a ser buenísima para Cuenca, bien, habrá que valorarlo al final de ésta.
Y ¿mientras tanto en Cuenca? Bueno, pues ya lo ven. Seguiremos peleando por ser Capital Gastronómica (ojo, que estará muy bien, pero durará solo un año), abriremos nuevas salas expositivas, veremos cómo se suprime el tren convencional y mantendremos la respiración esperando que finalmente no haya huelga de limpieza en la ciudad durante la Semana Santa. Quizá es el momento de parafrasear a Jennifer López y preguntarnos aquello de lo de Cuenca ¿pa'cuando? mientras seguimos esperando.