Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


España no es Italia; ni Sánchez es Draghi, claro

18/07/2022

Europa se interroga, inquieta, qué pasará si el miércoles se consuman los planes de dimisión de Mario Draghi en Italia, y tampoco se oculta en los despachos de los 'cabezas de huevo' de la UE la inquietud acerca de la sucesión de Boris Johnson, midiendo al milímetro el grado de entusiasmo por un 'Brexit duro' de cada uno de los y las candidatos/as que han superado las primeras votaciones primarias. El Viejo Continente se reconfigura muy rápidamente y, con Macron inestable en la Asamblea francesa, España y Portugal se presentan, quién lo iba a decir, como ejemplos de estabilidad en el sur. Bueno, estabilidad solo relativa, claro.
Afirmar que, mientras Draghi amenazaba con dimitir azuzado por la peor clase política que ha sufrido Italia en sus muchos años de mala clase política, Pedro Sánchez ganaba con bastante facilidad 'su' debate sobre el estado de la nación, afianzando hasta cierto punto sus lazos con los 'socios' y descolocando al PP, es una obviedad. Y tendrá sus consecuencias: a Sánchez, en Europa e incluso en los Estados Unidos --me atengo a una atenta observación de la prensa y a conversaciones en el ámbito diplomático-- le ven con ojos más positivos de lo que podría pensarse atendiendo a lo que dicen de él algunos medios, muchos políticos y muy numerosos ciudadanos españoles. Es el 'síndrome Gorbachov', quien un día se lamentaba ante Felipe González, con algunos periodistas escuchando, de ser mucho más querido en el extranjero que en su propio país.
Claro que ni España es Italia ni Sánchez es Draghi y mucho menos nuestro país es Gran Bretaña ni el presidente se asemeja, aunque algunos han intentado el paralelismo, a Boris Johnson. Las estructuras económicas y sociales en Italia y en el Reino Unido, sus legislaciones y su seguridad jurídica están bastante más asentadas que en España, y eso justifica, como ocurre incluso en Francia, que puedan producirse terremotos políticos sin demasiado graves consecuencias en el cuerpo ciudadano. Otra cosa es que el momento internacional sugiera que cualquier inestabilidad en Europa, y más si supone la salida de Draghi, que lidera las acciones de hostilidad contra el Kremlin, redunda en beneficio del 'zar' Putin. Es, me asegura quien debe saberlo, lo que piensan en Rusia: que están ganando la guerra contra Europa, no solo en Ucrania.
Hemos de ver aún, con más tiempo y cuidado, los derroteros definitivos, con sus consecuencias, de la gobernación de Sánchez, que auguro que cada día se aferrará más al salvavidas europeo, por muy agujereado que esté. Porque, al margen de los varapalos europeos que generan las frivolidades, errores y vaivenes en materia judicial propiciados por Gobierno y oposición, hay que convenir en que Sánchez es bastante bien aceptado en el ámbito de la UE, y esa quizá sea su principal luz en medio de otras muchas oscuridades.
A Europa, comentaba recientemente en una conferencia privada un comisario europeo, le interesa una España estable y un Gobierno claro en su política de oposición a lo que Putin está haciendo en Ucrania. Porque España tiene menor dependencia del gas ruso y podrá encarnar un rostro más severo ante el 'zar del Kremlin' que otras potencias europeas que ven aproximarse un otoño de graves restricciones energéticas, entre otras calamidades. Y eso les llevará a intentar negociar una 'paz lo más digna posible' con Moscú antes del invierno, añadía el comisario, hablando 'sin micrófonos'.
Esta posición internacional es uno más de los factores con los que la diosa Fortuna bendice al hombre con suerte llamado Pedro Sánchez. Lo que hace que España no sea vigilada demasiado de cerca a la hora de la llegada de los fondos 'next generation' y que las reprimendas a la hora de criticar la cada vez más escasa separación de poderes y la inseguridad jurídica en nuestro país se hagan con sordina desde Bruselas.
Claramente, Sánchez está intentando cerrar frentes con sus hasta ahora aliados --gusten más o menos al conjunto de la ciudadanía--, distanciándose crecientemente de la oposición y jugando a fondo la baza europea, con la promesa de una presidencia española de la UE que él tratará de convertir en una 'segunda cumbre de la OTAN'. Ahí va a ser nada, Sánchez presidiendo a los más emblemáticos jefes de gobierno a la hora de la toma de decisiones muy difíciles. Y quizá encabezando 'frente de la firmeza' frente al expansionismo ruso. Menuda cantidad de 'photo opportunities'. Y todo ello será (insisto: oh diosa Fortuna) a pocos meses de unas elecciones que podrán cambiar, o no, la faz política de España.