Una opa 'amigable'

Javier M. Faya (SPC)
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Las relaciones entre el PP y Cs han mejorado considerablemente con la llegada a Génova de Alberto Núñez Feijóo, que tendió puentes con Inés Arrimadas, si bien estepacto de no agresión perjudica a los naranjas de cara a las elecciones en Andalucía

El presidente de los populares tiene un talante muy diferente al de su antecesor en el cargo. - Foto: Eduardo Sanz (EP)

Cualquier experto en economía dirá que una opa hostil es una operación mercantil por la que una empresa trata de hacerse con el control de otra. Vamos, que el pez grande se come al chico. En política también se utiliza este término, y desde hace muchos meses reflejaba lo que estaba haciendo el PP con Ciudadanos. Ahora que ha desembarcado Alberto Núñez Feijóo llegan tiempos de paz... Aunque eso puede ser aún más letal para los naranjas, que están al borde del abismo en Andalucía, ante las elecciones el próximo 19 de junio.   

Lo cierto es que el gallego ha tendido puentes con Inés Arrimadas y lo primero que hizo, incluso antes de hacerse efectivo su liderazgo, fue servirle en bandeja de plata la cabeza del exjefe de Organización de Cs y uno de los hombres fuertes del exsecretario general del PP Teodoro García Egea, Fran Hervías.

Gracias al gerundense, los conservadores mantienen el Gobierno murciano. Yes que en marzo de 2021, la líder de la formación liberal, que acababa de sufrir un varapalo en Cataluña (de 36 diputados pasó a tener seis), decidió que su partido liderara una moción de censura junto al PSOE contra su socio, el PP. Los números daban... Hasta que el señor Lobo (por la película Pulp fiction) descolgó el teléfono y los parlamentarios naranjas que no la secundaron (tres) fueron recompensados con sendas consejerías.

Génova 13 le declaró la guerra a Alcalá 253 (sede central de Cs), e Isabel Díaz Ayuso activó el botón nuclear de las elecciones madrileñas borrando a los de Arrimadas del mapa de la Comunidad y Hervías empezó a atraer políticos liberales. La desbandada fue importante y, tras el fracaso en Castilla y León, se barruntaba una sangría mayor. 

Para el sociólogo Alejandro Navas, «el despido de Hervías y la renuncia a la opa hostil es una deferencia hacia Cs y expresión de un nuevo talante al frente del PP, menos duro, menos agresivo. Supongo que la ciudadanía lo premiará».

Ese goteo de deserciones se acabó y comentan jocosos los naranjas que los traidores que logren convencer el catalán se irán al Pacma.  Tras esta broma, uno se pregunta si esta nueva etapa de las relaciones entre el PP y Ciudadanos va a ser positiva para ambos partidos, sobre todo para el liberal, que intenta remontar el vuelo como sea. 

«Feijóo sabe medir tiempos y podría necesitar a Cs, pero hay un antes y un después del Decreto de Reforma Laboral. Ciudadanos votó con Sánchez, por tanto, se ha definido y favorecerá al PSOE en una supuesta formación de Gobierno. «Es la única manera que tiene de sobrevivir tras el desastre que causó Rivera», asegura Charo Villa, periodista parlamentaria conocida por su labor en RTVE y asesora política. ¿Yno  le puede perjudicar a los naranjas, que venden que son de centro, acercarse a un grupo que acaba de formar Gobierno con Vox? «Es que Ciudadanos no va a ocupar el centro. No tiene políticos con cintura ni aguerridos. Nació con una cara, buen marketing... pero son cuatro en Madrid».

«Anomalía»

En la misma línea se muestra el politólogo Eduardo Pérez: «A Cs no le va bien ni Feijóo ni Casado. El problema son ellos, que perdieron el norte con Rivera y al pactar con Sánchez muchas políticas, sus votantes (que son de centro-derecha), no se lo han perdonado. Y no hay más. Ese partido está muerto». «Su momento ya pasó, no supo aprovecharlo», añade el periodista Luis Ángel Pérez de la Pinta, que se atreve a aconsejar al futuro líder del PP:«Casado quería fagocitar a Ciudadanos y, para ello, creyó que lo mejor era tratar a Vox como si fuese una anomalía. Si Feijoó hace lo mismo, Génova se estrellará».  

No parecen muy halagüeñas las expectativas naranjas para el analista Jesús Manuel Ferrajón: «Cargarse a Hervías, tender la mano a Arrimadas... Son gestos de cara a la galería. Ciudadanos desaparecerá». 

Hace poco menos de un año se insistía, encuestas internas mediante, que si populares y liberales unían sus fuerzas en una lista conjunta, podrían rozar la mayoría absoluta, tal y como sucedió en diciembre de 2018. Tanto el presidente de la Junta, Juanma Moreno (PP), como su vicepresidente, Juan Marín (Cs), defendían esta opción una y otra vez, pero Pablo Casado, y, sobre todo su número dos, Teodoro García Egea, se negaban en redondo, antes incluso de lo de Murcia: querían zamparse a Ciudadanos amparándose en las alianzas que tejieron en los comicios regionales vascos de 2020 (un varapalo para los conservadores) y en las generales de 2019 en Navarra.   

Se ignora si Feijóo decidió que no concurrieran juntos los dos partidos, si bien solo hay que tirar de hemeroteca: en las gallegas se opuso a Génova cuando le ordenaron que cobijara a los liberales. 

Hay otro dato. Y es que en ningún momento Marín ha cargado contra el PP por su más que cantado pacto con Vox si las cuentas así lo señalan el 19-J como así ha sido en Castilla y León. Craso error estratégico porque es la única manera de obtener votos... a no ser que Arrimadas haya exigido que no se ataque a Moreno, amigo del sanluqueño. En Madrid se puede ver cómo la liberal Begoña Villacís es leal hasta la médula al alcalde, José Luis Martínez Almeida, a pesar de los escándalos del espionaje a la presidenta Isabel Díaz Ayuso y la venta de las mascarillas.