Miguel Romero

Miguel Romero


En San Nicolás, la palabra tiene voz

12/05/2021

Me gusta este rincón de Cuenca, la plaza de San Nicolás, por su contexto histórico en ese pasado rico en historia, por su decorado palaciego de la Casa Zavala y porque en ella se respira tranquilidad,  duende lírico y arte, recordando con «la aguadera» la obra del escultor Leonardo Martínez Bueno, el mismo que tiene exposición actual gracias a la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha en sus salas de arte y que reaviva su fuente central al lado de ese olivo centenario.
Aquí, la palabra tiene voz. La tiene porque la iglesia de San Nicolás, ahora remozada, nos ofrece ese mosaico en texto gráfíco de tiempos pasados; porque en la Casa de los Zavala, la cultura tiene una muestra constante en obras y grafismos: ahora en especial, con los paisajes de película de la artista estadounidense Carolyn Marks Blackwood, gracias al coleccionista Roberto Polo, con ese The Story Series que podemos visitar hasta el 30 de junio; y no olvidemos tampoco, cuando Federico García Lorca, en el pasado siglo XX aquí viniese a recitar parte de su poemario junto a nuestro Federico, alzando la voz para definir la Cuenca del Duende, ese mismo que nos hace diferentes y nos embauca en cada momento de la historia.
Pero amigos. Si seguimos indagando y esa es parte de mi labor como Cronista Oficial de esta ciudad, llegaríamos a encontrar en este entorno la huella de la primera librería que ofreciese la Cuenca histórica, la que fundara Guillermo Reymon, el impresor que llegase a nuestra ciudad en aquellos años del XVI para hacer realidad lo que luego querría ser en tiempo contemporáneo: la ciudad del Arte, de la Música y de la Palabra. Él lo hizo, con su imprenta para libros incunables, con sus librería para venta y transacción y con ese perfume de la palabra que sigue inundando este entorno de historia y encuentros.
Aún así, la cocina de caza se huele entre sus terrazas gracias al reconocido Restaurante de San Nicolás, y tampoco olvidemos las voces de las Justinianas o Petras, cuando antaño salían por la trasera de su convento en aquellos años en que el arquitecto Aldehuela trazase la portada de su bella iglesia hacia la plaza mayor.
En esa calle Pilares, donde los pintores abstractos se reunían, estuvo la primera librería de Cuenca, hizo sus pinitos la radio libre «Radio Bigarda», de la que tuve la fortuna de formar parte, y ahora, están las promesas del Arte y del Diseño en su Escuela de Artes y Oficios «Cruz Novillo», al aire morisco de sus fachadas y la renovación de una cultura conquense que nos debe de hacer «artistas del mundo». Gracias por seguir caminando hacia el progreso.
¡Qué maravilla de ciudad¡, no paramos de sorprendernos día a día. Su historia en la piedra y sus voces en el aire, nos reavivan constantemente.