Las «'sorpresas'» que Jesús Segura se ha encontrado

Leo Cortijo
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Jesús Segura relata los «problemas» de diseño con los que se ha encontrado, algo que ha mermado el aforo de los restaurantes y ha retrasado la fecha de apertura.

Las «‘sorpresas’» que Jesús Segura se ha encontrado - Foto: Reyes Martinez

Los restaurantes Casas Colgadas y Casa de la Sirena ya están abiertos al público. Jesús Segura ha encendido los fogones y la lista de espera para encontrar mesa empieza a ser notable. Ahora bien, el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil. De hecho, en las últimas semanas y desde la firma del contrato con el Ayuntamiento han emergido algunas «sorpresas» que han retrasado la fecha de apertura. El acuerdo se suscribió en mayo y la puesta de largo se esperaba para mediados del mes pasado.

«Siempre te encuentras sorpresas cuando no diseñas un espacio propio, sino que te lo dejan implantando», explica Segura a La Tribuna. Sorpresas que se traducen en «problemas» como que «la puerta no cumpla con la normativa de acceso para personas minusválidas», que «haya ventanas que no cierran bien o que cuando las abres generan un fuga térmica total», o que «la cocina tenga acometidas pensadas para otro diseño que no era el nuestro». De hecho, explica el chef, «ha habido que levantarla entera, con el problema añadido de que tuvimos una demora de la prestación del servicio de luz».
Todos estos hándicaps sobrevenidos, que el cocinero ha conocido una vez se ha empezado a actuar sobre el terreno, no solo han retrasado la fecha de apertura, sino que también han mermado de forma sobresaliente el aforo de los restaurantes. «En su día se anunció que el nuevo espacio podía dar cabida a en torno cien comensales, pero la realidad es otra bien distinta». Siendo generosos, destaca Segura, «como mucho podremos acoger a 60 personas».

Y es que «sobre plano entra todo», pero éstos «distan de la realidad», ya que –argumenta– en un principio se planteaban espacios diáfanos que luego no eran del todo así o muros que sobre plano no estaban. En definitiva, «hemos tenido que adecuar el espacio, muy de diseño, a un restaurante». Circunstancia que ha afectado al aforo, pero también a la política de precios y a los puestos de trabajo que preveían en un principio, que serán menos. 

Por no hablar de una serie de inversiones que el equipo de Segura todavía no ha cuantificado pero que estiman «muy costosas» para que el espacio sea práctico y funcional y se adapte a sus necesidades y a lo que establece la normativa. Ese es un aspecto que altera los planes iniciales de la compañía, y por eso el chef entiende que «tiene que haber una conversación tranquilamente», pues «todos los imprevistos que han salido tenemos que ver cómo los gestionamos». Hasta este momento, remata al respecto, esto había permanecido en segundo plano porque «había una premura que era la apertura», pero «habrá que dilucidar las posturas a tomar por todas las partes».