Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


La ultraderecha llega al poder

11/03/2022

Tanto el PP como Vox han dado un paso de decisión de consecuencias relevantes para ambos partidos que afrontan una nueva etapa, no solo en Castilla y León dónde se ha fraguado un acuerdo de legislatura que permitirá al partido de extrema derecha tocar poder por primera vez en España, sino para el futuro de ambos partidos y en consecuencia para el conjunto del país. Alberto Núñez Feijóo, próximo presidente del principal partido del centro derecha, dejó las manos libres al presidente castellano leonés, Alberto Fernández Mañueco, para que tomara la decisión que considerara oportuna quien ha abierto la puerta a la ultraderecha, mientras que este partido afrontará por primera vez labores de gobernación y tendrá que mostrar su verdadera cara en la gestión de la cosa pública y en sus imposiciones ideológicas.

Una vez más las matemáticas parlamentarias se han impuesto y han condicionado todas las decisiones políticas. El pacto entre el PP y Vox era la única posibilidad para evitar una repetición de las elecciones que los aprendices de brujo que sacaron al genio de la botella con un adelanto electoral innecesario, porque cabía la posibilidad de que los resultados que obtuvieran fueran todavía peores. El PP autonómico que ganó las elecciones, pero que quedó lejos de sus expectativas, ha elegido lo que considera el mal menor para mantenerse en el poder, a pesar de tener que renunciar a todas las consideraciones formuladas desde que se cerraron las urnas y se comprobó que el deseo de Mañueco de un gobierno en solitario era imposible. Además se veía obligado a cambiar un socio manejable, como Ciudadanos, por otro con ramalazos antisistema, que respeta la Constitución a conveniencia pero no de forma absoluta, y que abandera políticas regresivas en derechos y libertades. Y Vox llega al gobierno autonómico con la voluntad de hacerse notar para afianzar sus expectativas electorales.

En Castilla y León ha ocurrido lo único que podía pasar a tenor de la decisión de los votantes. El establecimiento de un cordón sanitario sobre Vox, como pedían los socialistas, ampliable a todas las instituciones en la que Vox sostiene los gobiernos del PP era una demanda inasumible, de la misma forma que también lo era la de Feijóo al PSOE para que facilitara el gobierno de Mañueco con la argumentación de que debía apoyar la gobernabilidad a la lista más votada. Con ese criterio el PP no tendría en la actualidad prácticamente ningún poder territorial y escaso municipal. El presidente gallego ha omitido que el cordón sanitario sobre la extrema derecha funciona en casi toda Europa y que la siempre alabada Angela Merkel fulminó a su sucesora, Annegret Kramp Karrenbauer, por saltárselo en un lander.

Con habilidad y esgrimiendo su calidad de candidato a presidente del PP, Feijóo evita avanzar cuál será su posición respecto a los pactos con Vox cuando tenga mando en plaza, pero algo apunta cuando señala que el PSOE es el menos indicado para dar recomendaciones sobre pactos cuando se apoya en independentista catalanes y vascos y la izquierda populista, y al reiterar que el acuerdo programático alcanzado por Mañueco con Vox es una estricta responsabilidad del barón popular. Mañueco asegura que el pacto da lugar a un gobierno solido y estable. Habrá tiempo de comprobarlo.