La festividad más taurina de la Hermandad de San Pedro

Leo Cortijo
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En sus albores, la cofradía del Miércoles Santo celebró una becerrada en la plaza de toros de Cuenca en 1944, con el objetivo de recoger fondos. 75 años después, este fin de semana celebra sus solemnes cultos

La festividad más taurina de la Hermandad de San Pedro

La Hermandad de San Pedro Apóstol celebra este fin de semana los actos en honor a su patrón, que arrancan este viernes con las vísperas y las tradicionales patatas asadas y zurra, continúan el sábado con la función religiosa y finalizan el domingo con la eucaristía por los hermanos difuntos. Así se proyectan los cultos de la cofradía del Miércoles Santo en 2019, pero cosa bien distinta es cómo se hizo en 1944. Aprovechando la efeméride, La Tribuna recupera un documento de hace 75 años, en el que la festividad de San Pedro tuvo un tinte taurino.

La plaza de toros de Cuenca acogió el 29 de junio de 1944 una becerrada a beneficio de la hermandad, que por entonces acababa de nacer, con toda una historia por delante y con la lógica carestía de recursos del que parte de cero, y más en la España de posguerra. Según reza el cartel de la época, «se torearán, banderillearán y serán muertas como puedan seis hermosas y bravas novillas» de la ganadería de Andrés Giménez Muñoz. Con la honestidad por bandera, el cartel dejaba claro también que los animales eran «deshecho de tienta».

El elenco de actuantes lo conformaban El Retal, El Niño del Lápiz, El Virutas, El Emperador, Cartillitas y El Salvaje. Casi nada... Y, como director de lidia, Antonio Navarro. Para atraer a más público, el cartel avisaba de que la Banda Municipal y la Banda de Trompetas y Tambores amenizarían el festejo. Por esa razón, actuando en consecuencia y «considerando la aglomeración de público, las puertas de la plaza serán abiertas con tres horas de anticipación». Casi nada (otra vez).

Pero aquí no terminaba la cosa. Bajo el apunte de «notas importantes», desde la organización se avisaba de que «dado el carácter benéfico de la fiesta, todos, absolutamente todos los asistentes al espectáculo, estarán provistos de su correspondiente entrada». Ésta era una condición que se extendía incluso a todos los empleados de la plaza y a los músicos, pues también tenían la obligación de conservar su entrada «hasta el final» y enseñarla «al requerimiento de la inspección». Aquellos que no cumplieran con esto, serían puestos a disposición de la presidencia, «que dispondrá la sanción oportuna».

Ahora bien, si el festejo taurino en cuestión no resultaba suficiente aliciente, se podría presenciar el desencajonamiento de las reses «previo pago de una peseta». Además, durante el mismo se celebró el sorteo de seis regalos, a cada cual más llamativo. Por orden de importancia, los obsequios eran los siguientes: una cabra, una bicicleta de señorita, una muñeca, una bicicleta de caballero, un jamón y el último animal lidiado y muerto en la plaza.

Liquidación del festejo. Una vez celebrada la becerrada y en un ejemplo de transparencia, la hermandad hizo pública la liquidación del evento, poniendo blanco sobre negro. En el capítulo de ingresos, la partida más importante la suponía la venta de localidades: 21.166 pesetas. Se vendieron, por ejemplo, 1.455 localidades generales de sombra a seis pesetas, y otras 1.845 de sol a cuatro pesetas. Por otro lado, la hermandad ingresó 5.025 pesetas en concepto de donativos. El Gobierno civil, la Jefatura Provincial, la Delegación Provincial de Abastos, el Sindicato de la Madera y Miguel García Monsalve donaron 1.000 pesetas cada uno, a las que se sumaron las 25 de Luis Ulloa. Los ingresos se completaron con la venta de carne (2.760 pesetas). Y eso que la cuarta becerra se regaló a la Casa de Beneficencia, la quinta al Batallón de guarnición y la sexta por sorteo público.

Entre la variada nómina de gastos, que ascendían a 20.676 pesetas, destacan las 12.000 que costaron las seis becerras; las 1.000 del alquiler de capotes, muletas, taleguillas, banderillas y demás utensilios; las 1.500 de los regalos sorteados; y las más de 4.500 en diferentes impuestos. En suma, y tras hacer las cuentas, la hermandad de San Pedro obtuvo un beneficio líquido algo superior a las 8.220 pesetas. Una cantidad nada desdeñable en pro de una cofradía que daba sus primeros pasos.

Un fin de semana muy intenso. La Hermandad de San Pedro celebra este fin de semana los actos religiosos en honor a su patrón en la iglesia homónima y oficiados por el consiliario de la hermandad, José María Martínez. Actuará el Coro de la Capilla de Música del Salvador y Santiago. Los cultos arrancan este viernes, a las ocho y media, con las solemnes vísperas y, a continuación, las tradicionales patatas asadas por cortesía de los hermanos mayores. El sábado tendrá lugar la función en honor a San Pedro. Los cultos finalizan el domingo con la misa por los hermanos difuntos. La cofradía ha organizado, además, una comida de hermandad para el sábado.