Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Miedo al presente

17/02/2023

Ya no es inquietud o temor por el futuro, algo que nos es innato. Es auténtico miedo. Miedo al presente. A lo que ya estamos viviendo pero que no controlamos, o que apenas entendemos. Hace tiempo que se viene hablando de la inteligencia artificial, esa capacidad de las computadoras o de las máquinas de sustituir determinadas acciones, e incluso mejorarlas, de los humanos –los mismos que la han creado–.
La IA es capaz de predecir comportamientos, analizar una cantidad ingente de datos y elaborar una conclusión. Es capaz de responder preguntas sobre los humanos, sobre el universo. Es capaz de mantener conversaciones a partir de unas pocas preguntas. Es verdad que, de momento, somos los propios humanos los que estamos «entrenando» a esas computadoras para resolver todas esas cuestiones, pero hay quien ya ha visto la necesidad de desactivar o neutralizar su uso para que esto no se nos vaya de las manos.
ChatGPT es la aplicación más famosa hasta el momento por facilitar todas esas tareas, a veces tediosas, que para nosotros comportan demasiado tiempo. El típico «nos facilita la tarea». Pero no es lo mismo un «nos facilita», como pudo hacer por ejemplo en su día una tabla de Excell, que un «que me lo haga el programa». Me dirán que todo avance tecnológico ha tenido su resistencia. Cierto. Pero no deberíamos dejar que los avances tecnológicos acaben con nuestra propia capacidad de raciocinio y criterio, con nuestra creatividad, o nuestras propias dudas, debates internos, incongruencias, indecisiones y hasta cambios de opinión. Eso también es inherente al ser humano.
Al amparo de esa aplicación de inteligencia artificial le ha salido otra que pretende «desactivar» algunas de esas funciones que se nos quiere arrebatar. A modo de antídoto para que no quedemos a merced de la IA. Se llama GPTZero, y es una herramienta que permite detectar, con una fiabilidad del 98%, si un texto ha sido elaborado con inteligencia artificial. Sepan que ha habido 35.000 profesores que han solicitado poder utilizarlo. Profesores que entiendo han llegado a la misma conclusión que yo, y es que si una máquina es capaz de escribir el trabajo de clase de turno, sin que el alumno tenga que leer un libro ni pasar una sola página, será muy difícil construir una sociedad intelectualmente sana, y responsablemente crítica. Una sociedad inteligente y madura, vaya.
Dicen que la IA ya puede escribir novelas, pintar cuadros, escribir poesía, componer óperas… Eso está bien, pero eso puede acabar con nuestra capacidad para generar nuestras propias ideas, y otorgar a cada creación ese elemento que las hace únicas, la originalidad y la humanidad. No piensen que me opongo a este avance tecnológico que, sin duda, marcará nuestras vidas en adelante. Pero pienso en aquella película –y si rondan mi edad la recordarán– en la que los humanos acababan descubriendo que solo desactivando al ordenador original se podía acabar con la opresión de las máquinas. Era Terminator, y aquella máquina era SkyNet.
La IA puede escribir el Quijote, bien, pero eso ya se ha hecho. Sería mejor poder aplicarla en aquello que aún nos es desconocido: una cura para el cáncer, conocer los límites del universo, si los hubiera, o predecir la próxima pandemia, la próxima guerra, el próximo terremoto, o la próxima extinción, para estar prevenidos. Pero eso sigue estando en nuestras manos.