Cuando se abre el telón

Leo Cortijo
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Juanjo Alfaro, que empezó en el mundo de la interpretación «desde muy jovencito», está atrapado por la «sinceridad» del público infantil, y es que se «transforma» cada vez que sube al escenario.

'Bibliotec-actor' - Foto: Reyes Martínez

Plantear una entrevista para la última de La Tribuna con Juanjo es una aventura. ¿Cómo la planteamos?, comento con mi fiel escudero en estas lides, el gran Reyes. ¿Cómo actor, como bibliotecario o como cuentacuentos, entre otros menesteres? No llegamos a una conclusión clara y la incógnita la despeja el propio protagonista con un juego de palabras en el segundo uno de conversación. «Soy un bibliotecactor». Que vendría a ser algo así como la simbiosis perfecta de dos de sus grandes pasiones. Suena a dinosaurio del Cretácico superior, pero nos vale como gancho y como titular. Suene como suene... Juanjo empezó en el mundo de la interpretación «desde muy jovencito» y ha pasado por infinidad de grupos de teatro de la ciudad. Sobre el escenario ha representado de todo. Para un público adulto y especialmente para niños de un tiempo a esta parte. Muchas veces, aunque sea teatro clásico, lo trae hasta nuestros días y lo adapta con algún tipo de «trama actual».

Así es como, por ejemplo, Romeo y Julieta, que narra el enfrentamiento de dos familias, puede extrapolarse a la «polarización social» que vivimos hoy en día y cómo de dos grupos muy enfrentados emergen dos personas que se enamoran y «salvan esa situación de falta de empatía». O cómo casan algunos cuentos de El Conde Lucanor –escritos hace 900 años– con, sin ir más lejos, los problemas de las redes sociales. «Hay moralejas de entonces», comenta, «que pueden ser aplicables a día de hoy».

Después de tanto tiempo en el escenario, sabe lo que es someterse a las miradas y los veredictos de públicos de todas las edades. Él, sin dudarlo, se queda con los más pequeños. «Disfruto más con el público infantil», explica tirando con el «tópico que siempre lleva la razón» de que los niños no saben mentir y, por tanto, son un público «más sincero». Pero más allá de eso, también están «esas caras de ilusión» que no se olvidan fácilmente. Precisamente cómo ilusionar, atraer y entretener a este auditorio tan exigente no es tarea fácil. Y cada vez menos en una sociedad plagada de pantallas, de consumos efímeros y de infinidad de reclamos de ocio. Por eso Juanjo empieza todas sus funciones infantiles con la frase «este es el ratito de escuchar». Y la receta no falla.

Para conquistarles tiene que poner toda la carne en el asador. De hecho, se transforma por completo. Nada tiene que ver el Juanjo del día a día o el que está al frente de la biblioteca municipal de Villar de Olalla con el Juanjo actor. «No salgo a narrar con mi verdadera personalidad porque si no sería muy aburrido», comenta entre risas para advertir que siempre se mete en el papel y muchas veces «escudado» con alguna escenografía o con algún objeto llamativo, como una nariz de payaso. Tras ese velo invisible se hace grande. Muy grande.

Tanto como llevando el timón de la biblioteca de Villar de Olalla, que es mucho más que eso. Un «centro social, cultural y de ocio» que ha moldeado a base de «constancia, paciencia y trabajo» durante los últimos 23 años. Hoy es todo un referente en este sentido, dotándola de una vida propia que va mucho más allá de solamente la animación a la lectura, que es el pilar básico. Así se despiertan inquietudes entre los más pequeños. ¿La clave? «Disfrutar con lo que haces y hacerlo con el convencimiento de que va a servir para algo». Y así es.