Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Socios y asociaciones

07/11/2022

Es difícil hacer comentarios y no molestar al hablar de un tema tan común y necesario como las asociaciones. En ellas muchos estamos implicados, yo diría que todos. Hay asociaciones de amas de casa, de consumidos, de afectados por la viruela del maná administrativo, del maníaco de la sexta, de mancha cuadros, macheteros y otras. La mayoría se supone que son sin ánimo de lucro, pero muchas son una lacra en las que los socios ponen pasta y los dirigentes se forran, y ahí hay leches por estar arriba. Pandillas. En otras algunos pagan por estar arriba, aunque no cobren, que a algunos les va el figurar, o el echar una manita, no pensemos siempre mal. He de reconocer que siempre he sido de los paganinis, desde que siendo adolescente me asocie, alguno gestionaba y trabajaba poco, y yo trabaje mucho y puse medios, llamémosle mimbres y maquinaria, y casi no saque ni el sueldo base, mientras alguno trabajo menos y cobró mucho más. En fin, una mala experiencia que no repetí. Ahora veo con sonrojo, con vergüenza ajena, que muchos se apuntan a tinglaos para figurar, y en conferencias y otros saraos se ausentan cuando el que habla es otro, pongamos que hablo de la presentación de un libro. Homenajear es valorar lo de los demás, charlar, y comprar sus libros. Al respecto me acuerdo de un homenaje a Carlos de la Rica en Albacete, asistí en silencio, y sólo vi autobombo en los participantes. Triste, y mordiéndome la lengua, salí del acto, apenado, dolido, pues noté que ni uno sólo de los presentes lo conocía, acaso ni yo mismo, y eso que compartí mantel y confidencias varias veces en su Carboneras.
 En algunas los representantes cobran de lo lindo. Yo hice de guía y chofer ocasional en Madrid con algunos representantes de cooperativas agrícolas del Mediterráneo. Pagué menos que ninguno, pero fui el que más se gastó. La cena en el argentino la pagó la asociación naranjera de Valencia. Mi amigo Pepe pagó con dinero de las cooperativas de la fruta de Alicante los cubatas en el Teatriz de Mariscal. Los cubatas en el chiringuito angelical, junto al Meliá, en que se alojaban, el de Castellón. Yo, gasolina y cubatas en el Ambigú, entonces de moda, sin abusar del bebercio, que no podía conducir beodo y volver a mi casa en la Latina, otros a traspiés llegaron. En muchas no cobran los secretarios, y poco pagan los socios que se reúnen y pocos foráneos van, pues son cosas que solo les interesan a ellos. A muchos solo les interesa escuchar el eco de su voz, y a más vacío en la sala más eco, el sonido rimbombante de su voz. Cervantes se ausentaba de la congregación de la que era miembro cuando se elegían los cargos para el nuevo año, curiosamente en un edificio en el que ahora están las Cortes en las que están los que no hemos elegido, porque nominalmente no nos dejan votar.
 Son en su mayoría sin ánimo de lucro y para beneficio de los socios, pero pocos se ponen delante desinteresadamente. Algunos como mi vecino Juan se ofrecen a gestionar la comunidad, y lo hacen bien para bien de todos, pero son los menos. Otros, los peores, se eternizan en los cargos, y hunden las asociaciones, cabrean a los socios, saquean las arcas que con tanto esfuerzo otros les han dejado y encima no quieren rendir cuentas, y pertenezco a una de ellas que hoy no nombraré, pues parece que el ansia de figurar e intermediar en beneficio propio les puede, y no hablo de partidos políticos o sindicatos, que también..