Cuenca llora por la violencia machista

Leo Cortijo
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Cristina, de 46 años y víctima de violencia de género, es la novena mujer muerta por violencia machista en lo que llevamos de año en nuestro país. Una huella negra a la que no ponemos fin.

Cuenca llora por la violencia machista - Foto: Reyes Martínez

Una de las mayores lacras que sitúa a la sociedad de nuestro tiempo frente al abismo, golpea de nuevo. Y lo hace con toda su fuerza. Cuenca se tiñe de negro y llora la muerte de una mujer víctima de violencia de género. A falta de 20 minutos para la una de la madrugada de ayer lunes, la tragedia sacudió a la tranquilidad que impera en la pequeña pedanía de Nohales, con apenas 200 vecinos y a escasos cuatro kilómetros de la capital. El centro operativo de la Comandancia de la Guardia Civil recibía una llamada telefónica que alertaba de que, supuestamente, una mujer podría estar siendo víctima de una agresión por parte de su expareja. La llamada la hacía, precisamente, una hermana del presunto asesino. Tristemente, la pista no iba nada mal encaminada y los peores pronósticos terminaron por confirmarse.

Una vez encendidas las alarmas, hasta el número 22 de la calle Real se desplazaron todos los medios disponibles en ese momento. Nada más llegar al lugar de los hechos, dos patrullas uniformadas de la Benemérita apreciaron cómo, en la entrada de esta vivienda, un hombre estaba persiguiendo a otro. Uno de ellos huía del lugar, mientras que el segundo caía al suelo al presentar varias heridas por arma blanca. Una de esas unidades emprendió entonces la caza del individuo que pretendía escapar, al que pudo alcanzar en corto espacio de tiempo y a tan solo unos metros de distancia. Según notificó la Guardia Civil en una nota de prensa, este varón, «ante la llegada de los agentes», se autolesionó con el cuchillo que portaba, causándose varias lesiones. 

La imagen más luctuosa y dramática de todo lo acontecido se producía en el interior de la vivienda. En ella se encontraba Cristina, de 46 años, malherida debido a las lesiones de las que había sido objeto con un arma blanca. Lamentablemente, el personal sanitario que acudió hasta el lugar solo pudo certificar a su llegada que la víctima había fallecido. Los otros dos varones implicados en el suceso, tras recibir atención médica sobre el terreno, fueron trasladados inmediatamente al Hospital Virgen de la Luz de la capital, donde se recuperan de sus heridas.

Fruto de las primeras pesquisas, la Guardia Civil procedió a la detención de un varón de 43 años de edad, nacido y con domicilio en Cuenca, como presunto autor de la muerte de la mujer. Este hombre, que presenta lesiones autoinfligidas por arma blanca, se encuentra estable con pronóstico reservado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen de la Luz. Hay que destacar que sobre el supuesto agresor pesaba una orden de alejamiento por parte de la fallecida desde el mes de noviembre del año pasado. La pareja tenía dos hijos menores de 14 y ocho años.

Por otra parte, el segundo varón herido, de 40 años, es un amigo de la mujer asesinada que, en el momento en que se produjo la agresión, se encontraba con ella en la vivienda. En este momento permanece ingresado en planta en el hospital conquense, estable y sin que, al parecer, su vida corra peligro.

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cuenca ha decretado secreto de sumario en este caso de violencia machista, donde una mujer fue asesinada presuntamente por su expareja. Así lo indicaron a la agencia EFE fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, que explicaron que el Juzgado de guardia, el número 1, abrió diligencias previas tras el suceso, ocurrido en la vecina pedanía de Nohales. Según estas mismas fuentes, por el momento, no hay previsión de fecha de puesta a disposición judicial del detenido, que se encuentra internado en la UCI.

No escucharon nada. La vivienda donde tuvieron lugar los hechos se encuentra muy cerca de uno de los puntos de encuentro de la pedanía, el Hotel Rasil. Además de alojar huéspedes en sus dependencias, este establecimiento también es el bar y el restaurante del municipio. Por eso no es de extrañar que durante toda la mañana de este lunes los vecinos no hicieran otra cosa que comentar lo sucedido en torno a las mesas en las que se reunían. Los responsables del negocio explican a La Tribuna que no oyeron nada. No escucharon «ningún ruido ni ningún grito» que les pudiera alertar de que algo tan trágico estaba ocurriendo a escasos metros de donde dormían.

De hecho, la responsable del Rasil argumenta que abandonaron el bar en torno a las doce y media de la noche, momento en el que se marchó a la habitación, que se encuentra en la planta superior del edificio. A pesar de que tardó varias horas en conciliar el sueño, «hasta las dos o las tres de la mañana», no escuchó nada que le pudiera hacer sospechar. «Es una pena, porque si hubiera venido pidiendo auxilio le habríamos atendido», se lamenta.

Según explican los vecinos, la casa donde tuvieron lugar los hechos no era propiedad de la fallecida, sino de una amiga «que se la había dejado para que viviera». La dueña de este domicilio es una policía local que comenzó trabajando en Cuenca y que ahora se encuentra destinada en Albacete, por lo que la vivienda se encontraba sin uso de forma regular. «Ella no le dejaba la llave a todo el mundo», apuntan en referencia a la propietaria del inmueble, y es que la inquilina «mantenía la casa en perfecto estado mientras vivía en ella». Una casa que no solo se ha quedado más vacía sin la presencia de Cristina –novena muerte por violencia machista en lo que llevamos de año en nuestro país–, sino que ya forma parte de la huella negra, deleznable e imborrable de un grave problema al que no terminamos de poner fin.