El campo no es lo que era

M.H. (SPC)
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En las últimas dos décadas la manera de producir alimentos ha cambiado. Las explotaciones son más escasas, pero también más grandes; y la superficie agraria útil se ha reducido sensiblemente en lo que vamos de siglo, según el Censo Agrario de 2020

El campo no es lo que era

El Instituto Nacional de Estadística ha publicado recientemente el Censo Agrario de 2020, que constituye una suerte de imagen fija de la agricultura y ganadería españolas en un ejercicio determinado. Los datos, si se comparan con los dos censos realizados anteriormente (2009 y 1999), revelan que en las primeras dos décadas de este siglo el número de explotaciones ha mermado mientras que la extensión media de esas explotaciones ha aumentado (hay excepciones en determinadas comunidades autónomas); además, la Superficie Agraria Útil (SAU) se ha visto reducida y se ve con claridad que la incorporación de la mujer al campo es ya una realidad, aunque aún quede por hacer.

Si en 1999 había 1,28 millones de explotaciones agropecuarias en España, en el ejercicio 2020 se habían reducido 914.871, lo que supone un 29% menos. La SAU se contrajo sensiblemente en los primeros diez años del siglo, pasando de 26,15 millones de hectáreas en 1999 a 23,75 millones en 2009; sin embargo, esa tendencia se invirtió en la década siguiente, durante la cual se recuperó una pequeña parte de lo perdido hasta alcanzar los 23,91 millones.

Por lo que se refiere a la extensión media de las explotaciones, creció en todas las comunidades menos en cinco (Comunidad de Madrid, Islas Baleares, Andalucía, Galicia y La Rioja), siendo País Vasco la que mayor notó ese incremento (superior al 38%); sin embargo, en números absolutos es Castilla y León la que cuenta con las explotaciones más grandes, con una media de 63 hectáreas (por las 53,5 de 2009), realidad en la que seguramente influya el hecho de ser una región eminentemente centrada en el cultivo de cereal, que requiere de grandes superficies para alcanzar una rentabilidad mínima.

El campo no es lo que eraEl campo no es lo que eraLos datos de 2020 también sirven para constatar que la mujer va cogiendo cada vez más peso en el campo: su presencia la cabeza de las explotaciones ha crecido, mientras que la de los hombres ha menguado (eso no oculta, sin embargo, que las féminas siguen siendo clara minoría). El número de mujeres jefas de explotación (desempeño que habitualmente coincide con el titular si éste es una persona física, lo cual ocurre en alrededor del 80% de los casos) aumentó un 22% entre 2009 y 2020 (ya suponen un 28,6% del total); pero el de hombres en la misma situación se redujo un 15,8%.

Este Censo Agrario también refleja la falta de relevo generacional. La mano de obra proveniente de familiares del titular se redujo casi un 50% entre 2009 y 2020. Es decir, los hijos de los agricultores y ganaderos ya no quieren trabajar en las granjas o en la tierra de sus padres, paso habitualmente previo a asumir la responsabilidad completa de la explotación en el momento en el que su madre o su padre se jubilan. Eso se traduce en que en ninguna comarca española se alcanza un 40% de jefes de explotación que sean menores de 45 años.

En cuanto a los usos que se le da a la tierra, el olivar es el cultivo que cuenta con mayor número de explotaciones en España. Pero si nos fijamos en la SAU al aire libre, la mayor parte está dedicada a tierras arables (48,9%), por delante de los pastos permanentes (31,6%) y los cultivos leñosos (olivo, frutales y viñedo, principalmente, con un 19,5%). Esto se explica porque las explotaciones de tierras arables son habitualmente más extensas que los olivares, por lo que ocupan más superficie aunque su número sea más reducido.

El campo no es lo que eraEl campo no es lo que eraLas extensiones de tierras arables y de cultivos leñosos mantienen unas cifras similares a las que se registraban en 1999 (a pesar de que los leñosos han aumentado un 14% desde 2009), pero no es el caso de los pastos permanentes, que ha perdido aproximadamente un 10% del terreno que ocupaban en ese periodo, probablemente como consecuencia del abandono de la ganadería extensiva y el consiguiente avance de las masas forestales. Por zonas, los herbáceos dominan en las dos castillas; los leñosos en la mitad sur; los pastos permanentes en la Cordillera Cantábrica, Pirineos, Sistema Central y Extremadura; y los invernaderos en el suroeste peninsular.

En lo referido a la ganadería, se confirma la tendencia que vienen denunciando las organizaciones agrarias desde hace ya tiempo: cada vez hay menos granjas, pero el número total de cabezas está aumentando; es decir, aumenta la producción, pero cada vez está en menos manos. Un claro ejemplo de este fenómeno es el ganado porcino: en 2020 había 34.673 explotaciones, que son algo menos de la mitad que en 2009; sin embargo, el número total de cabezas en el mismo periodo aumentó un 21,8% hasta superar los 30 millones de animales. En este apartado hay dos excepciones en las que, aparte de perderse explotaciones, también se ha reducido la cantidad de cabezas: ovino y, sobre todo, cunicultura, en donde las conejas madre se han reducido casi un 30% desde 2009.

El considerable aumento de las cabezas de porcino le confiere un peso específico enorme dentro de la ganadería española. En unidades ganaderas totales (UGT), una medida estándar con la que poder comparar el número de efectivos de animales de distintas especies y edades, los cerdos copan casi el 50% de la ganadería patria, siendo predominante en todo el territorio salvo en el área cantábrica y los archipiélagos.

El campo no es lo que eraEl campo no es lo que eraEl Censo Agrario también se ocupa de medir el crecimiento de la superficie dedicada a agricultura y ganadería ecológicas. Este modelo productivo suponía poco más del 2% del total de la SAU en 1999, pero en 2020 ya ocupaba el 8%. Este crecimiento es exponencial y el Ministerio de Agricultura ve perfectamente factible que se alcance el 25% del total en 2030, tal y como predica el Pacto Verde Europeo. La mayor parte de esta superficie ecológica está dedicada a pastos (41,7%), seguidos de las leñosas (29,9%) y los herbáceos (28,1%). El área suroriental de la península concentra la mayor parte de este tipo de cultivos.

Al igual que ocurre con la ganadería en general, la producción ecológica de las distintas especies ganaderas también está especializada por regiones, las cuales coinciden en cierta medida con las de la producción convencional. A diferencia de ésta, la producción ecológica no se encuentra tan concentrada, a pesar de que está ubicada en un número más reducido de comarcas. El bovino está más presente en Galicia y los valles del Guadiana y Guadalquivir; el porcino en el valle del Ebro y Andalucía occidental; ovino y caprino ecológicos pastan sobre todo en el Pirineo y Andalucía; y en cuanto a las aves de corral no hay un patrón definido y están distribuidas por toda la geografía.

 

¿Para qué sirve?

El Censo Agrario es una operación estadística a gran escala. Se realiza cada 10 años (los anteriores datan de 2009 y 1999, aunque se está hablando de comenzar a realizarlo anualmente) con el objetivo de evaluar la situación de la agricultura y la ganadería españolas, obtener un directorio de explotaciones agropecuarias y servir de base para la formulación y aplicación de políticas agrarias, especialmente de la Política Agraria Común (PAC). La Unión Europea (UE) promueve la realización de censos agrarios en todos los países miembros para una comparación armonizada entre ellos. Los resultados se publicarán a lo largo de 2022 en todos los países de la UE.

A nivel europeo, es una herramienta tremendamente fundamental para examinar las principales características estructurales de las explotaciones agrícolas y su evolución en el tiempo a efectos de la toma de decisiones para la formulación y seguimiento de la Política Agraria Común (PAC). Además, la información es relevante para la toma de decisiones en políticas medioambientales y permite dar seguimiento a algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y medir el impacto de políticas sobre la mano de obra femenina en las explotaciones agrícolas, agricultura ecológica, desarrollo rural, etc. A nivel nacional, esta información constituye la base fundamental para la ejecución de la mayoría de las operaciones estadísticas en el ámbito agrario y la elaboración de las cuentas económicas de la agricultura, permitiendo la adecuada toma de decisiones en materia de política agraria.