Exprimir el Tajo hasta que no quede un litro de agua limpia, esa parece ser la consigna. Vean sí no. La Comunidad de Madrid,  que preside Díaz Ayuso, participará en el acoso al Tajo para defender los intereses de Madrid frente al decreto estatal que regula el rio Tajo. El caso es abrirle frentes a Pedro Sánchez, mientras se agranda un poco más la herida de Castilla-la Mancha. El recurso de Madrid se sumará a otros litigios, ya anunciados por Andalucía, Murcia y Valencia. Unos  recurrirán al Tribunal Constitucional,  otros al Tribunal Supremo. Nosotros, nos tendremos que encomendar a la  providencia. Aunque dicho sea en honor de la verdad, la «Junta de Castilla-la Mancha pedirá que las reglas de explotación aprobadas se apliquen antes del verano».
Pero el acecho al río Tajo no solo viene de fuera, también se produce dentro. Muy pronto, sino ya, entrará en funcionamiento el primero de los ramales de la tubería manchega. Varios pueblos de la Mancha dispondrán para su consumo de agua del Tajo. Y por si no fuera suficiente, si nos atenemos  a los titulares de los medios de comunicación 'más de 500 científicos piden trasvasar agua del Tajo para salvar Las Tablas de Daimiel'.
Muchos científicos parecen, aunque la cuestión no es esa, la cuestión es que la sobreexplotación de pozos del Guadiana y del Júcar está secando los acuíferos y eso está contribuyendo al encogimiento de Las Tablas de Daimiel y otros humedales de La Mancha. Por supuesto, para eso está el Tajo, que parece ser el único rio de la Península Ibérica que se deja exprimir.  Aquí, una vez se abrió el melón en los lejanos  setenta y, desde entonces, todo es trasvasar.
El Tajo por Toledo, todos los días, vemos cómo pasa, sucio, con espumas, contaminado, pardo-oscuro, verdoso insano, hasta haber perdido la condición de corriente de agua  para asemejarse más  a un vertedero de desperdicios de las ciudades y pueblos que a través de ríos y arroyos vierten en el cauce del Tajo. Eso sí, el Presidente de la Confederación Hidrográfica del Tajo ha comprometido una importante inversión para adecentar por no sé qué vez la 'Casa del Diamantista'. Quedará chuli-guay, según el proyecto. Y cuando la obra termine tendremos una casita muy bonita, no en Canadá, sino al lado de una cloaca.