«La crisis del COVID no puede compararse con otras del pasado»

V.M.
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La cuarta edición del Ciclo de Promoción de Investigación Histórica organizada por el Archivo Histórico de Cuenca contará este martes con la intervención del profesor de Historia Moderna Manuel Martín Galán

El historiador alcarreño Manuel Martín Galán. - Foto: J. Sierra

¿Cuál es la diferencia más notable entre la pandemia que aún padecemos y otras sufridas a lo largo de la historia?

Sin querer minimizar en absoluto lo que hemos sufrido y todavía seguimos sufriendo, de una gran importancia en el actual contexto sanitario o demográfico, compararla con lo ocurrido en el pasado sería una nimiedad, pese a que se hayan repetido cosas muy superficiales y bastante sensacionalistas. El punto de partida es que la mortalidad registrada hoy es muy uniforme y homogénea, en España está en torno al 9 por 1.000 y según los datos publicados por el INE relativos a 2020 esto supone un incremento del 20 por ciento respecto a la media de los 10 años anteriores, es decir se trata de un aumento significativo, pero no descomunal. 

¿Y para comprenderlo mejor en qué tasas nos movíamos durante siglos pasados?  

En el pasado la tasa de mortalidad ordinaria en todo el continente europeo estaría entre el 23 y el 30 por 1.000, acentuada por causas derivadas de la estructura económica, la situación sociosanitaria, la falta de asistencia, la pobreza...  por ejemplo en el caso de Cuenca  durante los siglos XVI, XVII y XVIII había pueblos de en torno a 100 o 150 habitantes que no podían tener médico, ni se planteaban tenerlo, porque no tenían recursos para pagarlo, lo que se traduce en que estaban desasistidos desde el punto de vista sanitario, como mucho tenían un sangrador; además la tasa de mortalidad variaba mucho de un año a otro, a veces era brutal la mortalidad infantil, la mortalidad de las mujeres en el parto y de vez en cuando surgían crisis puntuales que multiplicaban la tasa ordinaria por cuatro, cinco, seis e incluso hasta por 20 de forma repentina, de tal forma que en un solo trimestre se borraba el aumento demográfico registrado en tres décadas.

Crisis donde también influyen decisivamente las hambrunas, las guerras o las malas cosechas...

Las causas están expresadas en esa jaculatoria medieval con la que he titulado la conferencia:  A peste, fame et bello liberanos, Domine, es decir De la peste, del hambre y de la guerra líbranos Señor. Las carencias de alimentos, las malas condiciones higiénicosanitarias y la debilidad extrema  predisponía a la población a muchas enfermedades que los movimientos demográficos derivados de las hambrunas propiciaban, además de los efectos de las guerras, no tanto por cuestiones directas relacionadas por las batallas, algunas especialmente cruentas, sino por los saqueos, robos o asaltos; además al no haber cuarteles fijos los ejércitos subsistían sobre el terreno y ese movimiento constante propiciaba la difusión de enfermedades y la mortalidad también se agudizaba durante los sitios de muchas ciudades.

¿La crisis de mortalidad más grave en España y en el contexto europeo fue la peste bubónica del siglo XIV?

Curiosamente no. Hubo muchas enfermedades epidémicas especialmente graves: las tercianas, relacionadas con determinadas formas de paludismo, que provocan mucha morbilidad y debilitamiento de los cuerpos; la viruela, que probablemente produjo el 10% de las muertes y fue la primera enfermedad contra la que se luchó directamente desde el siglo XVIII, de hecho a finales del XX quedó erradicada; la tercera pandemia sería el tifus, la enfermedad que más número de muertos se cobró durante los siglos XVI, XVII y XVIII; no obstante sí es cierto que la más terrible fue la peste, porque aunque globalmente el tifus mató a más seres humanos, cuando aparece aquella sus efectos son devastadores, valga el ejemplo acaecido en Marsella durante la última gran epidemia de peste en Europa y donde la enfermedad se cobraba la vida en 1720 de 40.000 personas en apenas tres meses, el 45% de su población, o cabe recordar que en la primera aparición pandémica de la peste en el siglo XIV desbordó el marco europeo y mató a más de un tercio de la población del continente, además reapareció con estallidos epidémicos, así la peste castellana de 1599 se llevó a  unas 800.000 personas de una población cercana de siete millones de habitantes.

¿Y los efectos del cólera en el siglo XIX o la gripe española de 1918?

En el siglo XIX el cólera tiene otras manifestaciones y empieza a ser una enfermedad de otra época, tuvo episodios cruentos, pero no fue tan grave como la peste. En cuanto a la llamada  gripe española ya podemos hablar de otro contexto histórico y, aunque causó la muerte de millones de personas, no supuso una crisis demográfica como tal, es decir provocó el lógico incremento de las tasas de mortalidad, pero no hubo un descenso espectacular de la población.

¿Qué efectos podría haber tenido el COVID de haber surgido en siglos precedentes?

Podemos presuponer que hubiera tenido unos efectos devastadores, pero un historiador no puede contestar acerca de suposiciones, sino responder a lo que sabe que realmente ha pasado, es de suponer, no obstante, que una crisis como ésta hubiera sido una tragedia tremenda, de hecho la rapidez con que se pusieron en marcha las vacunas y los tratamientos farmacológicos para combatir los efectos de la enfermedad hubieran sido impensables siglos atrás. La crisis del COVID-19 no puede compararse desde ningún punto de vista con  otras crisis de mortalidad del pasado, es un contexto totalmente distinto, porque una epidemia de peste del siglo XVI no sólo provocaba una crisis demográfica, sino que trastocaba por  completo la vida económica, y en este caso ha habido problemas en ese sentido, pero no ha supuesto una crisis económica angustiosa para la población.