Dudas perpetuas

Gabriel Romano (EFE)
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Un cuarto de siglo después del hallazgo del cadáver del Che Guevara, persisten las incógnitas sobre quiénes desvelaron el paradero del emblemático guerrillero o quién fue el encargado de ordenar su muerte en 1967

Dudas perpetuas

 Quién dio la orden de matar al guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara o quiénes fueron los que alertaron de su presencia en Bolivia son algunas de las dudas que aún permanecen cuando se cumplen 25 años del hallazgo de sus restos en ese país, una tarea facilitada en ese momento por un Gobierno considerado de derecha. 

La búsqueda se activó en noviembre de 1995 tras las declaraciones del militar Mario Vargas Salinas, un exalto mando de las Fuerzas Armadas de Bolivia, que aseguró saber la ubicación de los restos del Che, asesinado 28 años antes. El Ejecutivo dictó ese mismo mes un decreto que creó una comisión para la búsqueda sobre la base de la información de que el cuerpo estaba en una fosa común ubicada en la pista de aviación de Vallegrande, una población situada a unos 240 kilómetros al suroeste de Santa Cruz, en la región oriental.

Gonzalo Sánchez de Lozada, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), asumió la Presidencia en 1993 -estuvo en el cargo hasta 1997- y en su posesión estuvo presente el entonces presidente y líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, algo que se cree pudo incidir en el hallazgo de los restos del Che.

El MNR fue el artífice de la Revolución Nacional de 1952, una de las más importantes de América Latina, pero para la década de 1990 ya había adoptado un giro ideológico abrazando la economía de libre mercado con la mira puesta en la venta de las principales empresas estatales. «Qué hace un Gobierno que buscaba la capitalización (de derecha) buscando los restos del Che Guevara... en el fondo no lo era», asegura Ernesto Machicao, quien fue ministro y diplomático durante aquel Gobierno.

Machicao sostiene que en el MNR «había mucha gente que creía en la Revolución Cubana», cuya «línea y opinión contaba en las decisiones», además, que «el presidente también era una persona que tenía una amistad profunda» con gente de izquierda, y que por eso «no hubo resistencia» para activar la búsqueda de los restos del guerrillero.

Sánchez de Lozada «tuvo una gran sintonía con Fidel Castro», «que no era ideológica», sino de «colaboración institucional», apunta el periodista Juan Carlos Salazar, que realizó la cobertura de la guerrilla y décadas después informó desde Cuba de la llegada de los restos del Che a La Habana.

La misión de búsqueda duró casi dos años con la asistencia en distintos momentos de expertos cubanos, argentinos y bolivianos, y avanzó a pesar de los tropiezos que provocaron algunas versiones falsas o contradictorias.

El hallazgo se produjo en una fosa en la que se encontraron siete cuerpos, entre ellos el de Guevara, en los primeros días de julio de 1997, a un mes del cambio de Gobierno en Bolivia, tras la victoria de la Acción Democrática Nacionalista (ADN), del dictador Hugo Banzer.

Secreto militar

La identificación de los restos del Che fue por sus rasgos morfológicos como la forma de su frente y la ausencia de un molar, a lo que se sumó la falta de una parte de los dos miembros superiores, ya que después de su ejecución le habían cortado las manos.

Diez años después, los estudios que se efectuaron en Cuba determinaron que los restos realmente pertenecían al revolucionario.

El sitio del entierro del guerrillero «fue un secreto militar» como lo son otros tantos relacionados a su figura debido a que «los archivos del Ejército están cerrados», apunta Salazar. Para el periodista queda pendiente determinar «quién tomó la decisión (de que se mate a Guevara)», que se cree emergió de una reunión clave entre el entonces presidente, René Barrientos, y algunos de sus colaboradores militares.

Entre ellos el que fue jefe de las Fuerzas Armadas, Alfredo Ovando, y el comandante del Ejército Juan José Torres, que después llegaron a ser presidentes del país de línea progresista entre 1969-1970 y 1970-1971, respectivamente.

«Quién denunció la presencia del Che en Bolivia» en 1966, ya que los «únicos» que sabían eran «unos pocos dirigentes del Partido Comunista», o «qué sabía Estados Unidos» de la acción del guerrillero al extremo de enviar funcionarios para ofrecer «ayuda militar» a las autoridades de La Paz en caso de una emergencia, son varias de las dudas sobre este caso, asegura.

El investigador afirma que desde la muerte del revolucionario, en 1997, «hubo muchas versiones» y que algunas de ellas «proporcionaron pistas» para hallar sus restos, pero que a la vez quedan «aspectos desconocidos» por lo que insistió en la «exigencia» para que el Ejército abra sus archivos.

El sargento boliviano Mario Terán ejecutó a Guevara en La Higuera el 9 de octubre de 1967.