Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Cuando los rumores (de crisis) son noticia...

06/06/2021

Discrepo de la máxima periodística según la cual los rumores nunca son noticia. Sí son noticia, a mi entender, cuando reflejan una situación de ansiedad, de necesidad, de que se cumpla lo rumoreado. Es lo que ocurre con la crisis del Gobierno de Pedro Sánchez, que lleva varios días en los titulares, con diversos matices y muy variadas 'quinielas' de ministrables y de 'cesables'. Digan lo que digan los portavoces oficiales desde La Moncloa, Sánchez tiene que cambiar ministros a corto plazo, e incluso cambiar las bases sobre las que se asienta la propia idea de su Ejecutivo. Porque así no puede seguir, y ello por los siguientes conceptos:

- La coalición ya no funciona. Pensar que el equilibrio PSOE-Unidas Podemos se mantiene intacto tras la marcha de Pablo Iglesias es absurdo. Ione Belarra, que nadie sabe muy bien de qué es ministra, no llena el sillón del ya casi ex político --si así puede decirse--: ella tendrá que ocuparse, ya desde la semana próxima, de la marcha del partido morado, que hoy por hoy no es buena. Y Yolanda Díaz, que a mi juicio es una eficaz ministra de Trabajo algo artificialmente 'ascendida' a vicepresidenta, no puede ser quien negocie, contra lo que sugieren algunos titulares, qué ministros de Podemos son intercambiables por otros: no debe existir un número fijo de ministros 'podemitas' ni la titular de Trabajo es quién para negociar este extremo.

- El Gobierno no puede seguir siendo una pelea continua entre ministros 'tecnócratas', 'conservadores' o 'realistas' frente a los más 'izquierdistas', 'revolucionarios' o 'utópicos', es decir, entre los que quieren pilotar una situación difícil aquí y ahora y los que plantean un cambio más o menos radical del actual 'statu quo', en ocasiones en abierta confrontación con los primeros.

- Hay ministros claramente abrasados: Exteriores, Interior... Otros que no tienen contenido --me remito a las agendas de los ministros de cada día--, otros mal ubicados --Luis Planas estaría mucho mejor en Exteriores que en Agricultura--. Es preciso reforzar determinadas áreas, como las que se relacionan con Europa --donde Calviño es indiscutible, aunque algunos hayan querido lanzar la falsa e interesada especie de su marcha del Gobierno-- o con las relaciones con Cataluña --y aquí Iceta es pieza clave--.

- No puede ser que alguien situado fuera del Consejo de Ministros, como Iván Redondo, acapare las funciones de varios Departamentos y sea quien, en realidad o porque ya se ha convertido en una leyenda urbana, da la impresión de que decide el rumbo de muchas decisiones, incluso del propio Pedro Sánchez. Muchos de los rumores acerca de la remodelación ministerial que viene a más o menos corto plazo parecen a veces difundidos desde el 'Gabinete monclovita'; bien sea para orientar las cosas en uno u otro sentido, o para 'tapar' otros agujeros derivados de alguna metedura de pata --Marruecos, el desbarajuste autonómico en lo relativo a la lucha contra la pandemia--. O para envolver futuras decisiones polémicas --indultos a los presos del 'procés'--.

- El Gobierno está sobredimensionado: algunas carteras --Consumo, Igualdad-- se justifican solo para dar presencia a representantes de Podemos. La existencia de cuatro vicepresidencias resulta cara y poco operativa. Y la portavocía gubernamental ofrece poca seguridad y escasa fiabilidad. Sobre todo, cuando se le sobreponen algunas apariciones, muy poco conciliadoras a veces, de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo.

Estos son, a mi juicio, algunos de los parámetros que podrían orientar una remodelación ministerial que parece increíble que no se haya producido ya, a la vista del patente desgaste del conjunto del Gobierno en estos meses, un desgaste producido por conceptos tan terribles como una pandemia que puede haber dejado cien mil muertos (cifras no oficiales). Y es preciso tener en cuenta también que el Ejecutivo debe afrontar la etapa que podríamos llamar 'pospandemia', con tareas y retos nuevos, que requieren rostros e ideas también nuevos. Y estos no son rumores, sino hechos muy reales que están ahí, exigiendo prontas soluciones que, ciertamente, algunos que figuran en el Consejo de Ministros ya no podrían propiciar.