Editorial

El fin de las mascarillas enfrenta a Gobierno, oposición y autonomías

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A seis días del fin de las mascarillas al aire libre en España, el debate sobre la conveniencia e idoneidad de esta medida se encona entre Gobierno, oposición y autonomías. Hay quien cree que llevarla en la calle era ya innecesario, pero para otros es una decisión precipitada y para otros, simplemente, oportunista y partidista. Aunque bastantes comunidades habían pedido que se quitasen progresivamente, otras entienden que se puede generar una falsa seguridad y dar un mensaje de que la pandemia ha terminado, de que el virus ha desaparecido, cuando sigue circulando. Esa división también alcanza a los epidemiólogos. Porque, aunque la campaña de vacunación y la estabilización de la incidencia de la covid-19 avanzan a buen ritmo, hay expertos que opinan que todavía no lo suficiente como para tomar esa medida. Y, mientras que hay quien defiende esa flexibilización de su uso, otros como la propia OMS hubiesen preferido más cautela, al menos hasta incrementar la tasa de inmunizados y hacer caer aún más la transmisión del virus.

Ante tan alarmante falta de consensos, el anuncio del jefe del Ejecutivo ha sido muy criticado por la oposición y por buena parte de las autonomías, que lamentan que no se haya debatido en las comisiones técnicas y de coordinación que han mantenido con Sanidad. Más que comprensible parece el enfado de los gobernantes autonómicos que no comprenden la particular manera de interpretar la cogobernanza que tiene el Ejecutivo, pues unas veces se desentiende y deja las decisiones en manos de las autonomías y otras centraliza las medidas, normalmente cuando son más positivas, sin que haya habido un debate previo. Las suspicacias llegan también porque desde el principio de la pandemia las decisiones han sido tomadas al arbitrio político y no de un comité científico-técnico. A esas habituales veleidades se aferran PP, VOX y Cs al coincidir en acusar a Sánchez de tratar de encubrir con la retirada de la mascarilla la indignación que produce en parte de la sociedad la inminencia de la concesión de los indultos a los presos del procés. 

El fin de las mascarillas en la calle será otro indicio más de que la amenaza del coronavirus se va alejando definitivamente. Su retirada progresiva debería simbolizar un impulso anímico hacia el otro hito clave para superar la pandemia, el logro de la inmunidad de grupo que llegará en septiembre si se mantiene el ritmo de vacunación. Sin embargo, la pugna política vuelve a enturbiarlo todo y a engendrar dudas. Convendría que nadie se arrogue méritos y responsabilidades sobre la evolución de la pandemia que son colectivos y plurales, y haría bien el presidente en emplearse a fondo esta semana, con pedagogía, búsqueda de consensos y criterios científicos, si quiere convencer de que no ha pecado de triunfalismo por intereses partidistas y de que la coincidencia con los indultos es más inoportuna que oportunista.