Clamor unánime contra la guerra

Manu Reina
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La comunidad ucraniana de Cuenca vive con angustia y temor el conflicto bélico en su país y promueve una campaña solidaria de recogida de material de ayuda humanitaria para sus compatriotas

Medio millón de personas se concentraron el pasado sábado en el parque de Santa Ana en contra de la guerra y en defensa de la paz. - Foto: Oksana Shabarova

El miedo, el terror y la incertidumbre dominan la vida de la población ucraniana desde que las tropas rusas invadieran el país. Un ataque sin precedentes en pleno siglo XXI que ha hecho saltar las alarmas tanto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como de Estados Unidos. Una invasión sin argumentos y sin fundamentos que, por desgracia, está generando decenas de muertes, así como una infinidad de daños materiales en edificios y espacios públicos de numerosas ciudades. Nadie entiende nada e incluso una gran mayoría de ciudadanos rusos tampoco dan crédito. Vladimir Putin está decidido a hacerse con el control de un país hermano donde viven millones de ucranianos con descendencia y familia rusa. Es como atacarse a sí mismo. Algo que incluso resta todavía más lógica a esta guerra que, por ahora, no tiene solución a corto plazo, pese a las numerosas sanciones que Europa y Estados Unidos están imponiendo a Rusia. Todo está por ver.

Ucrania atraviesa su peor momento desde que se independizara en 1991. La población ucraniana conseguía en ese año dar forma a su propio estado y poner fin a más de tres siglos sometidos a los dictados rusos. Hoy, esa independencia vuelve a verse amenazada. Y, lo que es peor, está amenazada con sangre y violencia. Las últimas noticias no son nada alentadoras. Y la solución no parece estar clara. El número de muertos por ambos bandos aumenta cada día. Las mujeres y los niños de nacionalidad ucraniana intentan salir del país y refugiarse en otros como Polonia, mientras sus hermanos, maridos e hijos, con edades de entre 18 y 60 años, marchan al frente para combatir y defender su nación. Pese a que existe una clara diferencia de armamento entre un país y otro, Ucrania no ha dejado de luchar y sigue resistiendo hasta la fecha. 

Las primeras personas que sufren son todas aquellas que se encuentran en pleno conflicto bélico. Una población que está haciendo frente a la situación como puede y con los recursos que dispone, que en muchos casos son escasos. Aunque la población tiene el respaldo de las organizaciones europeas, hasta tal punto de que están recibiendo infinidad de paquetes de ayuda humanitaria para sobrevivir y hacer frente a los estragos de la guerra. Pero no son sólo los únicos que están luchando. Ya que toda la comunidad ucraniana que se encuentra por el resto del mundo está volcada en la causa, como no podría ser de otra forma. 

En la provincia de Cuenca hay casi un millar de ucranianos con residencia. Desde que estallara la guerra están trabajando sin cesar para ayudar, en la medida de lo posible, a todos sus compatriotas, pero, por encima de todo, para echar una mano a sus familiares. El pasado sábado realizaron un manifestación para condenar este atentado de los derechos humanos y reivindicar ayuda internacional para su país, que se encuentra en una situación delicada. 

Y es que cerca de medio millar de personas se concentraron en el parque de Santa Ana contra la guerra en Ucrania y en defensa de la paz, que simbolizaron con girasoles amarillos. Mensajes como Ucrania libre y sonoros aplausos tras el canto del himno nacional fueron las notas predominantes en esta manifestación convocada por las redes sociales en la que también participaron varios concejales del Ayuntamiento. 

Pancartas con los lemas No a la guerra, Ucrania merece estar en la OTAN, Putin manos fuera de Ucrania. Cuenca con Ucrania, Alto a la guerra en Ucrania o Desconectar Rusia del sistema Swift se mezclaron con familias enteras con niños españoles y ucranianos, además de banderas azules y amarillas. En uno de los muros del parque un grupo de personas alzó la voz para pedir «paz» y mandar todo el apoyo a sus compatriotas ucranianos tras la invasión rusa.

«Queremos demostrar a todo el mundo, a nuestro héroes guerreros que estamos con ellos», indicó entre lágrimas una de la impulsoras de la concentración, al tiempo que recordó que sus familias están en «sótanos escondiéndose» con «niños pequeños». Otro de los intervinientes, izando su bandera, enfatizó que «llega el tiempo de lucha digna por Ucrania, por Europa y por el mundo entero frente a la agresión de Rusia». La comunidad ucraniana en Cuenca también está llevando a cabo una recogida de todo tipo de material de ayuda humanitaria. Ropa, mantas, alimentos no perecederos, medicamentos, linternas, termómetros, esterillas, sacos de dormir o alargadores son sólo algunos de los materiales que se puedan donar a la comunidad. El polígono La Cerrajera y el polígono Sepes, así como la iglesia Santa Ana son los puntos de recogida de estos materiales, que se enviarán posteriormente al país del este con tal de ayudar al máximo número posible de personas. «Estamos muy contentos y agradecidos por toda la ayuda que estamos recibiendo por parte de todos los conquenses», explica una de las organizadoras de la campaña de recogida de material, Oksana Shabarova. 

El Ayuntamiento de Cuenca también ha condenado la guerra y suscribe la declaración institucional de la Federación de Municipios y Provincias de España (FEMP). Del mismo modo, el obispo de Cuenca, José María Yanguas, pide que no se cese en la petición a Dios por la paz en Ucrania, y pide rogar por todos aquellos que sufren sus terribles consecuencias.

El desenlace de esta terrible guerra e invasión contra Ucrania no tiene fin a corto plazo, teniendo en cuenta las negociaciones que se están llevando a cabo y que no están teniendo éxito. Aunque los próximos días podrían ser decisivos para que ambas partes lleguen a un alto al fuego, algo que piden millones de personas en todo el mundo ante la masacre que se está cometiendo. Mientras tanto, la comunidad ucraniana con residencia en Cuenca sigue trabajando y luchando desde la distancia para ayudar a sus amigos y familiares a combatir y no bajar los brazos, pese a las dificultades con las que se encuentran.