Un genio hiperactivo

Diego Izco (SPC)
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Joshua Kimmich del Bayern de Múnich realiza un tiro libre durante la ronda de la Liga de Campeones de la UEFA. - Foto: EFE/ Teresa Suarez

«El buen futbolista es bueno en cualquier lado del campo, arriba o abajo, en la derecha o en la izquierda». Era la teoría de Rinus Michels, técnico neerlandés y padrino del 'fútbol total', aquel de la selección de Países Bajos de Cruyff donde que los laterales aparecían como extremos, los centrocampistas bajaban a sacar el balón y los atacantes caían a la banda. Nada tenía sentido a ojos de la ortodoxia reinante, pero el 'caos' funcionaba. Y era divertido. Y sentó cátedra.

Años después, todavía hay futbolistas que parecen sacados de aquel maravilloso 'engendro' neerlandés, jugadores que serían capaces de adaptarse a cualquier punto del campo y hacerlo bien. Cuando Joshua Kimmich tiene el día inspirado, se le disfruta en el eje del juego, pero es posible verle junto a la cal si eso facilita la salida del balón, sacando la pelota incrustado entre los centrales, llegando por sorpresa desde segunda línea al hueco donde se generará el peligro, volviendo a la banda para recordar sus orígenes… Y el aficionado tiene la sensación de que si expulsaran a Sommer y Naggelsmann tuviese todos los cambios hechos, le tocaría ponerse los guantes y las probabilidades de que parase el penalti serían extrañamente elevadas.  

El '6' de Bayern y Alemania es un tipo hiperactivo sobre el césped. «Todo en todas partes al mismo tiempo». El pasado martes, el plan defensivo del PSG (siempre condicionado por la liberación de obligaciones de Messi, Neymar o Mbappé) pasaba por maniatar al 'cerebro germano'. Pero Joshua, tipo inquieto, escapista de lo convencional, volvió a encontrar la salida. Lo hizo para salir de su Rottweil natal y llegar lo antes posible a la élite: pronto se enroló en la cantera del Stuttgart, que formó deportivamente al muchacho; lo hizo para escapar de las rutinas (con gran visión) y enrolarse en un extraño proyecto, el del Leipzig, que entonces militaba en la tercera categoría del fútbol alemán; y lo hizo, después de ascender y consagrarse como uno de los mejores laterales diestros de la Bundesliga 2, para llamar la atención del 'gigante' de 'gigantes', el Bayern. 

'Hijo' de Guardiola

Con solo 20 años, aquel muchacho que portaba el '32' se convirtió en el niño de los ojos de Pep Guardiola. El técnico catalán, sabedor de que Philip Lahm se retiraba en 2017, quiso forjar a Kimmich a imagen y semejanza del mítico '2'. Mismos derroteros, misma categoría: un lateral derecho con semejante virtuosismo táctico y técnico que era capaz de dirigir a todo el equipo… jugase donde jugase. 

El 16 de septiembre de 2017, en un 4-0 sobre el Mainz, el genio con cara de niño se destapó definitivamente. Ya había marcado con el cuadro bávaro, ya había debutado con la selección absoluta de Alemania (estuvo en el equipo ideal de la Euro'16)… pero ese día, con una libertad absoluta sobre el césped, Kimmich repartió tres asistencias de lujo a Müller, Robben y Lewandowski. El lateral había muerto, el futbolista total había nacido. Fue la temporada de la consagración, en la que marcó seis tantos y dio 18 pases de gol. 

No ha perdido ni el apetito ni la motivación desde entonces. Sigue recorriendo sus 11/12 kilómetros por partido, poniendo todos los balones parados con precisión de maestro relojero, yendo al suelo con fiereza (lidera en bastantes partidos el 'ranking' de robos de balones) y disfrutando del juego como los viejos genios que, con el don de la ubicuidad y de forma natural, dictaban a qué se jugaba.