Uniformidad para el modelo ecológico europeo

SPC-Agencias
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El nuevo marco legal que ha entrado en vigor el día 1 busca la estabilidad y homogeneidad del sector, potenciar su crecimiento y permitir certificaciones de grupo que abaraten costes, además de proteger frente a las importaciones

Uniformidad para el modelo ecológico europeo - Foto: Jonathan Tajes

La pandemia ha retrasado hasta el 1 de enero de 2022 la entrada en vigor de la nueva normativa europea sobre producción ecológica, un marco legal que busca uniformidad en las reglas del juego entre países, dar estabilidad al sector para que se sumen nuevos operadores y promover el consumo de alimentos de este tipo. En principio, estaba previsto que el Reglamento 2018/48 sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos, cuya redacción final fue fruto de tres años de intensos trabajos, se aplicara a partir de enero de 2021.

Europa se ha puesto como objetivo que el 25% de la superficie agrícola sea ecológica en 2030 y que aumente el consumo de productos orgánicos, no porque los convencionales no sean seguros, sino porque son «la opción más saludable» y atienden a las demandas de calidad, protección medioambiental y bienestar animal que reclama el consumidor. Así lo exponía el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, cuando a finales de marzo pasado presentaba el nuevo Plan de Acción para la Agricultura Ecológica, otro documento que, aunque no es jurídicamente vinculante, también rema en la misma dirección.

El padre de ese Plan de Acción, el español Diego Canga -consejero principal de la Dirección General de Agricultura (DG Agri) de la Comisión Europea-, ha explicado que el documento pretende dar un «impulso nuevo» -con el objetivo cuantificado del 25%- para aumentar las superficies ecológicas en Europa. Canga ha destacado tres aspectos del nuevo reglamento que entraba en vigor el pasado primero de año: «El modelo de agricultura ecológica se homogeneiza, da estabilidad al sector durante muchos años y permite certificaciones de grupo», lo que abaratará costes a los pequeños agricultores y ganaderos que produzcan de este modo.

Ya no hay, por tanto, una producción bio a la carta en cada Estado miembro (según las excepciones y derogaciones que haya adoptado cada país) y una granja ecológica de gallinas en Galicia y otra en Polonia se regirán por los mismos criterios; a su juicio, la estabilidad normativa de larga duración propiciará que más productores se adhieran a la actividad.

Esta nueva normativa también traerá igualdad de condiciones con los productos importados. Las normas serán las mismas para un productor de la UE que para otro de fuera que quiera introducir sus productos en nuestro territorio. Asimismo, se ofrece la posibilidad de certificar como ecológicos bienes que hasta ahora quedaban fuera, como el corcho, la cera de abeja, las pieles o la lana, entre otros.

España, líder en Europa. El papel de España en el negocio de la producción ecológica tiene mucho peso, ya que es el país comunitario con más superficie adherida a este modelo (2,44 millones de hectáreas en 2020, un 3,52 % más que en 2019), según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, que en su último análisis del sector le augura un futuro prometedor. Sin embargo, el «punto débil» de España, como ha advertido Canga, es «el consumo», «muy por debajo del de la media europea», pese que el año pasado, cuando comenzó la crisis por la pandemia, creció un 6,1%, hasta los 53,41 euros por persona y año.

El consejero principal de la DG Agri ha recomendado que las autoridades locales, regionales y estatales alienten la «contratación pública verde» para que, al igual que en otros países comunitarios, los hospitales, cuarteles militares y de policía y universidades sirvan, por ejemplo, un día por semana un menú eco. También ha sugerido que España aproveche más el conocimiento que hay en Europa del logo de la hoja verde -que diferencia a un alimento ecológico de uno convencional-, ya que son muchos millones los turistas que visitan el país a lo largo del año y buscan productos con este distintivo en los supermercados.

El aumento del consumo de alimentos ecológicos, en opinión de Diego Canga, se traduciría en una bajada de precios (ahora son más caros que los convencionales) y respondería a la sostenibilidad que cada vez demandan más ciudadanos en relación a las condiciones de producción de los productos que adquieren.

Fuentes del Ministerio también han querido incidir en el hecho de que la entrada en vigor del nuevo reglamento, además de armonizar el modelo de producción en toda la Unión Europea, mejorará la competencia entre los productos europeos y los de terceros países y ayudará a prevenir la posibilidad de fraude. Y han subrayado que, con su aplicación, se incorporan en su ámbito nuevos productos -sal, algodón, aceites esenciales, entre otros-, además de nuevos materiales de reproducción.

Según han remarcado, pese a no haber un mandato legal para tener que hacer la «hoja de ruta nacional» tras la publicación del Plan de Acción Europeo, Agricultura junto con el sector ya está trabajando en ella y prevé que «esté en marcha a lo largo de 2022».

Desde Ecovalia, una de las principales organizaciones del sector ecológico español, su presidente, Álvaro Barrera, ha expresado sus reservas sobre el nuevo reglamento, «que el sector ni lo ha pedido ni esta preparado para este nuevo cambio», porque considera puede ser «un gran peligro» para la actividad. «Hay el riesgo de la banalización, que va a venir, precisamente, por la falta de criterio, unidad y coordinación por parte del Ministerio con las comunidades autónomas», ha afirmado, tras plantear que «existen grandes agravios comparativos según la región».

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