La campaña de la aceituna entra en la recta final

R.L.C.
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La almazara de Tarancón, que fue reconocida con la Medalla de Honor del Centenario en 2021, estima una producción de 2,5 millones de kilos en una cosecha con el precio más elevado. Zafra: «La ausencia de lluvias está favoreciendo la recolección".

Tareas manuales de recogida de la aceituna llevadas a cabo por una familia de Tarancón el mes pasado. - Foto: ÁNGEL MUÑOZ

La campaña de recogida de la aceituna ha entrado en la recta final, pues se prevé finalice a mediados de febrero. Desde mitad de noviembre hasta la almazara Mancha Oliva, la única que existe en la ciudad, están llegando cuadrillas para entregar los frutos de sus olivares. 

«Ahora llevamos cerca del 80 por ciento de la cosecha recogida, y seguimos recibiendo clientes, pues la gente sobre todo con un volumen grande de aceituna necesita un periodo más amplio para recogerla», confirma José Luis Zafra, gerente de Mancha Oliva. La ausencia de precipitaciones está favoreciendo este periodo de recolección, que esta vez se ha adelantado con respecto a otros años. La campaña de 2020/2021 tuvo una producción más alta, aunque debido a la borrasca Filomena, con la histórica nevada y las heladas posteriores, los daños en los olivos, igual que en otras muchas especies, se hicieron notar. «Atendiendo a que los olivares son veceros, este año toca periodo de descanso, a priori de poca producción, además por estas inclemencias extremas se podó por encima de lo normal, para quitar rama helada y seca», explica Zafra, que calcula que hasta su almazara llegarán dos millones y medio de kilos, frente a la previsión de cinco millones de kilos del año pasado, que finalmente por Filomena quedó reducida a cuatro. Sí destaca que el precio de la aceituna es mayor, lo que hace que la recogida sea más exhaustiva, al ser más rentable, y que la campaña se inició antes, «quizá por miedo a otro cambio climatológico brusco», pensando en la calidad más que en la cantidad.

Igual que el campo va evolucionando, también los clientes que llegan hasta esta almazara. En algunas familias las olivas van pasando de generación en generación, pero también se está detectando una nueva tendencia. En los casos en los que no hay relevo o no se quiere dar continuidad a esta tradición familiar, están surgiendo nuevos agricultores que están adquiriendo estas tierras y apostando por una mayor mecanización. Así lo corroboran desde Mancha Oliva, donde han notado como el volumen de clientes con pocos kilos, «como podían ser 1.000, 2.000 ó 3.000», se ha reducido y está aumentado la cifra de agricultores más jóvenes que acuden con una mayor cosecha. 

«Todo va cambiando, hace muchos años se recogía la aceituna y se guardaba en casa para entregarla al final, algo que ha desaparecido en favor de la calidad, de ahí a que nosotros abramos de lunes a domingo, porque al final es una fruta que hay que molturar lo más fresca posible para obtener el mejor jugo», comenta el gerente de Mancha Oliva, empresa que data de 1921 que el año pasado recibió una de las medallas de honor por el centenario de Tarancón como ciudad.  

ejemplo de progreso. El Consistorio taranconero escogió esta almazara en representación de todo el tejido empresarial local, de más de 900 sociedades, por su capacidad de evolución nutriéndose de sus orígenes. Y es que en el último siglo ha ido absorbiendo la demanda de otras almazaras, de Tarancón y de pueblos de la comarca, como Zarza de Tajo, Belinchón o Tribaldos, que han ido cerrando, llegando en la actualidad a contar con clientes que acuden desde aproximadamente 100 kilómetros a la redonda, de pueblos de Cuenca, pero también de otras provincias como Guadalajara o Toledo. 

La etapa más reciente de esta empresa dedicada a la extracción del aceite de las aceitunas que viene de los herederos de Melquíades Alonso, está protagonizada por José Zafra y Alejandro Leganés, que son los propietarios desde finales de los años 90 del siglo pasado. «No dejamos de mejorar, hace 20 años los años grandes de producción llegábamos a 1,5 millones de kilos molturados, y ahora estamos en cinco o seis, apostamos por las nuevas tecnologías al renovar la maquinaria, la formación de personal, aumentando la variedad de productos, trabajamos con tres tipos de aceituna, ofrecemos aceite ecológico», destaca el actual gerente, que cree que una de las claves del sector es la adaptación a la demanda del cliente a la par que a la del mercado sin perder de vista el devenir del campo, donde el relevo generacional sigue siendo un factor determinante en la continuidad de cultivos tradicionales como el olivar.

Apuntes históricos

Tarancón llegó a tener cuatro almazaras hasta mitad del siglo XX

Como recoge el historiador Marino Poves en la Guía del Patrimonio Histórico Artístico de Tarancón, hasta entrada la segunda mitad del siglo XX la industria del aceite se había conservado con bastante auge en la ciudad porque se mantenían cuatro almazaras. 

      En la Glorieta del Convento se colocó en diciembre de 1994 un juego de molino en desuso que hubo en la de isidro Domínguez, antes del Molino de Pinchoto. La almazara de Manuel Alonso estuvo instalada en las proximidades de la Cruz Verde y la de Fructuoso Manzanares, que construyó en 1949 y a los pocos años vendió a la cooperativa agrícola local, en la calle del Olmo. La cuarta y última es la que regentaron los herederos de Melquíades Alonso, pionera en el uso de las nuevas tecnologías, que es la que continúa en activo en la carretera de la Fuente de Pedro Naharro ya en manos de otras dos familias distintas.