No sé si es bueno o malo vivir esta época, asistir en tiempo presente a un gobierno fake, al corona virulento y sus virulentas consecuencias, a la descreencia de los que se creen sempiternos por tener un erótico presente de oro, bragueta y moqueta. No sé si me gusta vivir en una época en que los pobres aumentan, aunque también hay más ricos, donde hay menos cultura y más descreídos engreídos. Cada vez hay menos sitio para los animales salvajes y los bosques vírgenes, y crece la población en la misma medida que la miseria de los países, aunque sean ricos, y eso no puede ser bueno. No son nada deseables los conflictos que los padres tenemos con nuestros hijos por esa falta de valores, no, porque un estado quiere decidir por nosotros lo que es mejor para nuestros hijos; por ese derecho de volver a casa borrachos sin que nadie los importune, no son buenos porque los padres no son siempre aquellos que los hijos quisieran tener, o porque los padres no tienen ayudas para procrear en libertad, y quisieran confiar en quienes deben garantizar el porvenir de la sociedad española, en que alguien les ayudará para que las pocas familias que aún traen hijos al mundo no sean desahuciadas moral y económicamente por no poder con la carga que supone traer hijos al mundo. No sé qué hay de malo educar en valores sagrados que no invitan a ser violador, ni borracha, cuando alguna de las ministras ha sido educada así aunque ahora reniegue de la educación que le ayudó a progresar en su vida. No sé por qué es más importante la libertad sexual que el derecho a merecer un trabajo digno, de esos que ahora ocupan los trepas y los que son puestos a dedo, véanse a modo de ejemplo la otra corte o cohorte, esa pocilga en la que los misnistrillos y ministrillas, los autonosuyos y las autonosuyas se refocilan con los suyos o con las suyas en los atriles, los cubiles, y en los establos de los apesebraos. La España de la transición prestigió la enseñanza, esa que ahora se demuele cada día a pesar de tanto máster caro, o tanto máster para entretener a los que se niegan a aceptar que para ser un currito no tenían que haber estudiado tanto. Ahora son jóvenes maduros, pobres, y están desilusionados, y es normal que huyan de España y no se rindan, que busquen ser enfermeros en United Kingdom o ingenieros en Berlín. 
    ¿Si los países ricos viven en gran medida a costa de los países pobres a los que explotan por qué los pobres desahuciados no tienen derecho a vivir de los ricos que los han explotado en esos países en que se han fabricado las armas utilizadas para destruir su país, matar su gente, arruinándolos durante generaciones? ¿Siria, Afganistán, Yemen? Igualmente en España hay autonomías que despilfarran sin parar, y encima las que han ahorrado pagan su ruina. Cuando la solidaridad no es recíproca, ¡mal vamos! No entiendo a los políticos, a los supuestos servidores del estado español que se encumbran para ser servidos, a esa gentuza que nos somete para que los sirvamos y los veamos guapos ellos, con mil perchas ellas, a esos que con un sueldazo perpetuo del estado que casi nadie tendrá en su vida, aun les parece poco y se dedican a medrar con las dadivas y corruptelas de los mafiosos del capital, de las dictaduras, y de otros que manejan países, esos que con su ayuda también quieren que la opinión acerca de ellos cambie. ¿Somos tan idiotas que nos hemos dejado quitar el libre albedrio? ¿Tan idiotas que a los fake de las teletrinas ponemos oídos? ¿Tan idiotas que nos creemos las mentiras de los nuestros y somos incapaces de fijarnos en las verdades de los otros? ¿Tan idiotas que nos creemos que hay derecha e izquierda, buenos y malos, o que todos son iguales? Que pardillos somos, si no queremos ver que por nuestra negligencia se puede liar parda, y entonces la responsabilidad será solo nuestra. No hay más ciego que el que no quiere ver. Si quieren le pongo precio a ustedes, les digo lo que muchos piensan en privado, «todo por un puñado de dólares». Toda esta mierda de película con muertos y heridos que nos han montado solo sirve para hacer ricos y famosos a los actores principales. La ruina de muchos es la riqueza de unos pocos, y lo peor es que no lo queremos ver…