Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Séguéla, la constelación y la capital

03/02/2023

Puestos a elegir, prefiero el marketing de dentro hacia afuera. El de la recomendación del que sabe de qué habla. Que alguien me diga, con conocimiento de causa, si sí o si no. Y por qué.

Desde el 'ziritione' hasta el 'guiropa', han pasado por tu pantalla eslóganes que capitalizan campañas publicitarias superlativas capaces de vender cualquier coche aunque ahora ni siquiera recuerdes qué marcas se anunciaban en aquellos spots de televisión. Marketing, pero sin sentimiento. De fuera hacia adentro.

Y es que el marketing, por definición, es el arte de crear valor para vender mejor. Coger al muñeco, vestirlo, peinarlo, ponerle un lazo y lucrarse con su venta. Qué más da si la publicidad gusta o no siempre y cuando cumpla su función. Y funcionó si ahora pides un kleenex, bebes Coca-Cola, montas en un Jeep o tomas una Aspirina.

El marketing, como dejó escrito Jaques Séguéla, a veces sonroja a quien lo ejerce, da igual si dominándolo lideras la mayor agencia de publicidad del planeta. Así es esta disciplina donde la frontera entre el rubor y el éxito se difuminan. La carrera de Séguéla oscila desde ocultar su profesión haciéndose pasar por «pianista en un burdel» a llevar a la Presidencia de Francia a un socialista de «fuerza tranquila».

En un cruce de caminos similar amaneció Cuenca en 2023, entre dos campañas publicitarias paralelas, de ida y vuelta, que nunca se cruzan y que nunca dejan de mirarse. Y al mismo tiempo que estrenó Capitalidad Gastronómica, se dejó en el camino la única Estrella Michelin que ostentaba.

El monigote de la guía de los neumáticos escribe las normas y las cumple si le da la gana. Para eso son suyas. Y no por eso dejará de ser incomprensible que a Jesús Segura no le empaquetaran en la mudanza de Trivio a Casas Colgadas la estrella que brillaba en la ciudad desde hace cuatro años.

Que Cuenca no esté en la constelación Michelin no le ha impedido estar en el escenario de la Capitalidad, y en cualquiera de los dos casos, no deja de ser marketing.

A Eduardo en el centro, a José Ignacio en San Pedro, a Marina en Los Tintes o a Fran en Las Torres les puede venir bien compartir escaparate nacional junto al resto de grandes cocinas de esta ciudad. Pero el marketing, mejor de dentro hacia afuera. Que nadie nos diga cómo vestir al muñeco. Ni cómo peinarlo. Ni mucho menos cómo cocinarlo.