Leo Cortijo

Leo Cortijo


El hombre de las cavernas

13/02/2023

Es un cliché que hunde sus raíces en el descubrimiento de restos del Neandertal y que surge tras la unión de dos ideas fundamentales: los humanos primigenios y las cavernas. El hombre de las cavernas, cavernícola o troglodita es un concepto utilizado a lo largo del tiempo, de forma popular, para describir los comportamientos propios de seres de hace miles y miles de años. Razonamientos atávicos más habituales en seres irracionales que pesan como una losa anacrónica cuando se ejecutan en pleno siglo XXI, donde se presupone que el mundo que conocemos está únicamente habitado por sapiens sapiens. Y digo bien se presupone porque la evolución humana –negando en algunos casos los principios más básicos de la teoría de Darwin– se empeña en negar dichos desarrollos en aquello que atañe al raciocinio. Ya hemos perdido buena parte del pelo que nos cubría, nuestra mandíbula es más pequeña y liviana y aprendimos a caminar erguidos. Es más, a este paso, perderemos antes los meñiques o las cejas que lograr un pleno y completo desarrollo de nuestro cerebro. Ver actuar al sapiens sapiens hoy en día es aún una muestra inequívoca de ello.

Uno de los últimos ejemplos nos ha golpeado de lleno. A estas alturas de la película es materialmente imposible que no haya escuchado las lamentables y tristes declaraciones que profirió el alcalde de Villar de Cañas, José María Saiz, a la ministra Irene Montero. Unas palabras de un sapiens sapiens (se entiende) hacia otra sapiens sapiens del género opuesto. Palabras que en aquel lenguaje primigenio dudo que pudieran salir de la boca de un cromañón frustrado porque su igual femenina no acertara con la lanza en la presa durante la caza.

Comportamientos como el del mencionado alcalde nos sitúan ante al abismo. Como especie y como sociedad. Jamás podremos convivir de forma coherente y lógica si especímenes de esta colectividad piensan que una mujer llega a lo más alto porque ha proporcionado placer sexual a su pareja y no por su valía, su formación o su inteligencia. No es una cuestión ideológica o política, ni mucho menos. En ese sentido, y siempre desde el respeto, entendería buena parte de las críticas hacia la ministra Montero. Pero como individuo que forma parte de esta sociedad, no puedo más que condenar las palabras de Saiz. El consuelo es mayor cuando dicha sociedad en una amplia mayoría –y desde su propio partido–, también lo han hecho.