Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Una trilogía ‘b’, Manuel y Marta

17/03/2022

Reconozco que todas las mañanas me levanto con el firme propósito de hacer oídos sordos a todas las noticias negativas e intento encontrar algo que me permita seguir creyendo en esta sociedad. Como en una novela barata, nos vemos inmersos en una trilogía de serie B de la cual no podemos salir, más que nada porque no depende de nosotros el poder abandonar la lectura de tan amarga trilogía. Con las expectativas históricas de aquellos felices veinte, comenzábamos 2020 asistiendo incrédulos a la expansión de un virus en las lejanas tierras orientales y, claro, supusimos que no nos iba a afectar. Para la comedia (y a pesar de su tristeza) ha quedado aquello de «serán dos o tres casos a lo sumo». Vaya, quizá no medimos bien la importancia del rollito de primavera que nos venía de China. Seguro que 2020 retó a 2021 a superar lo conseguido por aquel y éste tuvo que decirle algo como «sujétame el cubata». Así  Filomenas, volcanes, sextas olas nos acompañaron durante el año pasado. Hartos de tanta calamidad volvimos a normalizar que la gente se quedara sin hogar o que siguieran falleciendo. Nadie nos dijo que la vida iba a ser sencilla. Así que, el reto pasó a 2022 y éste lanzó un órdago estremecedor abriendo las puertas a un conflicto que puede traer secuelas letales para buena parte de la humanidad. Claro que mientras tanto, en lo doméstico, venimos sufriendo las consecuencias (no sé si de este conflicto o de una pésima gestión) en forma de precio desorbitado de gas, luz, carburante, alimentos… Como no soy adivino, no sé que nos deparará el futuro más allá de la lectura por tu parte, amable lector, de esta columna, pero no deja de ser descorazonador el silencio cómplice de aquellos que dicen luchar por el bien del trabajador, de la clase baja y media. Ni una queja, ni una manifestación, ni una medida correctora justificándose en un panorama internacional sombrío e inestable.
Pero la vida continua y el ser humano vuelve a dar muestras de grandeza. Una vez más es emocionante comprobar cómo la sociedad conquense se vuelca en apoyar a los más necesitados de una guerra injusta (todas las son) productora de una diáspora que marcará las próximas generaciones de ucranianos. Se han recogido alimentos, ropa, medicina, linternas, radios…y todo aquello que hemos entendido que era imprescindible a cuatro mil kilómetros de Carretería. Especialmente emotivo ha sido el viaje de Manuel y Marta. Ni cortos ni perezosos, no dudaron en cargar su furgoneta e iniciar un viaje hasta Polonia con el fin de hacer llegar a los más necesitados kilos de medicamentos y toneladas de cariño y solidaridad. Como tampoco dudaron en "acercar" a seis personas desde Polonia a Mislata, sin más deseo que el de ayudar, el de hacer todo lo posible por corregir la maldad demostrando que la bondad siempre trae la felicidad, aunque tarde.
Opino como Kierkegaard que la puerta de la felicidad se abre hacia adentro, por eso tenemos que retirarnos para abrirla. Ejemplos como el de Manuel y Marta nos invita a retirarnos cuanto haga falta para abrirla de par en par.