«Quería hacer un cartel que emocionase»

Leticia Ortiz
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Julio Palencia arrancó su unión con San Mateo de chiquillo de la mano de su padre. Años más tarde, es el orgulloso cartelista de unas fiestas que ama como conquense

«Quería hacer un cartel que emocionase» - Foto: Reyes Martínez

Cartelista de la Feria y Fiestas de San Julián en el año 2014, el fotógrafo Julio Palencia ha realizado también el cartel de la Feria Taurina de Cuenca en varias ediciones, ha trabajado con numerosas hermandades de la Semana Santa y ha colaborado en multitud de publicaciones. Este año le ha llegado la oportunidad de anunciar San Mateo, unas fiestas a las que está ligado desde pequeñito y que espera con ilusión, como buen conquense.

¿Qué supone para usted, como conquense y como fotógrafo, ser el cartelista de las Fiestas de San Mateo?

Me hace especial ilusión porque son unas fiestas que un conquense quiere mucho. Eso sí, hay el mismo nivel de ilusión que de responsabilidad, al menos al principio, cuando me lo dijeron. Ahora ya menos, claro.

¿Cómo le dijeron «vas a ser el cartelista de San Mateo»?

Me llamaron desde la Concejalía de Festejos. Primero me dijeron que habían pensado en mí, y luego me lo confirmaron unos días más tarde.

¿Y qué pensó usted en ese primer momento?

Fue una mezcla de alegría y responsabilidad. Te vienen las dos cosas a la vez. Por un lado esa alegría de ser cartelista de San Mateo, que lo piensas y dices, «oye, que es una vez en la vida». Aquí en Cuenca, en esto del cartelismo, siempre decimos que hay Copa del Rey, Liga y Champions, que sería, en ese orden, San Julián, San Mateo y Semana Santa. Entonces, cuando te lo dicen pues lo primero es alegrarte. Pero luego te pones a trabajar y ya cambia. Ahí ya llega la responsabilidad porque sabes que la ciudad te está esperando. Y no vale cualquier cosa para cubrir el expediente. Hay que hacer algo que emocione.

Entremos en detalle en el cartel.

Yo en el cartel quería que ya desde el primer vistazo, desde lejos, desde la acera de enfrente casi, la gente dijese «esto está anunciando San Mateo». Y, a partir de ahí, que según te vayas acercando a la obra vayas descubriendo más detalles. Por ejemplo, y ha llamado mucho la atención que es lo que yo buscaba, la contraforma, esas siluetas entre las patas de la vaca que permiten 'ver' las Casas Colgadas y la Torre de Mangana. Ese era el pellizco que yo quería dar, ese as en la manga que quería utilizar. Siempre lo había tenido en la cabeza por si un día me tocaba ser cartelista, aunque no tenía claro como darle forma, porque a veces hay buenas ideas, pero es difícil llevarlas a la práctica. Pero en este caso creo que está bien resuelto y ha funcionado.

Más allá de eso, quería destacar a la principal protagonista de las fiestas de San Mateo: la vaca. De ahí que su silueta sea la que destaca en el cartel. Además es una vaca real, a pesar de esa contraforma entre las patas con la que he jugado, parte de una fotografía que le hice a una vaca del ganadero conquense Pedro Miota. Partiendo de esa fotografía, ya empecé a componer el cartel. Me interesaba también el degradado de color porque representa ese rojo fiesta, pero también el atardecer y el anochecer, porque la fiesta continúa también al encerrarse la última vaca, con las verbenas. 

Pero imagino que en esa fotografía de la vaca de Miota no se veían las Casas Colgadas ni la Torre de Mangana…

No claro (risas). Pero al ver la foto yo decía «a ver cómo puedo utilizar la contraforma». Y empecé a jugar para ver si lo podía meter entre el cuello, entre los cuernos, entre las patas… Incluso me estuve planteando un guiño a la Ciudad Encantada, pero al final vi que quizá era demasiado. Y luego hay gente que me ha dicho que ellos han visto otras imágenes. Por ejemplo debajo de lo que sería la panza de la vaca me han dicho que han visto una roca que hace referencia a la hoz de Huécar… Pues, oye, si lo han visto, yo no les puedo decir nada (risas). Pero realmente las dos imágenes ocultas, que no lo están, son las Casas Colgadas y la Torre de Mangana; lo demás forma parte de esa fotografía original.

En estas semanas habrá recibido muchas opiniones. ¿Qué comentarios le han llegado a usted?

A mí, por suerte, las opiniones que me han llegado son todas buenas o muy buenas. El cartel está hecho a conciencia, todos los detalles son los que quería que apareciesen: la vaca, el pañuelo… No hay nada al azar, está todo muy pensado. Luego lo que es el trabajo, sentado delante del ordenador, quizá es menos tiempo de lo que la gente cree, pero hasta llegar a ese momento hay mucha labor previa de pensar qué quieres y cómo lo quieres. Ahí son muchas horas con la cabeza funcionando como una lavadora cuando centrifuga (risas). Te vuelves casi loco.

Cuando estaba terminado, lo miré una y otra vez y me gustó. Pero, por si acaso, se lo enseñé a las dos personas que siempre son más críticas con mi trabajo, que alguna vez me han dicho «mira Julio, esto no vale». Y en esta ocasión, esas dos personas me dijeron que iba a triunfar con el cartel. Y ahí ya era como ir a una batalla con chaleco antibalas, ya tenía seguridad. Así que yo estaba convencido de que iba a gustar… Pero quizá no a estos niveles. Porque lo que me ha llegado es que a la gente le ha encantado. 

¿Y qué siente un conquense cuando va andando por la calle y ve su cartel en los escaparates y en los establecimientos de la ciudad?

El orgullo es grande. No solo por ver el cartel… Es que la gente me para en la calle, incluso sin conocerme, y me dice palabras que me emocionan. En esos momentos pienso 'misión cumplida' y siento mucha felicidad. 

¿Cómo va a vivir estas fiestas el cartelista?

Yo creo que como todos los años. De hecho, cuando me preguntan si espero con más ilusión las fiestas por ser el cartelista, digo que no. ¡Pero porque siempre las he esperado con ilusión! Quiero decir, que llegan estas fechas y como tantos conquenses ya tengo esos nervios de que no queda nada para San Mateo. A eso hay que añadir, además, los dos años sin fiestas por la pandemia, así que las ganas aumentan. Hombre, el hecho de ser el cartelista pues añade ese plus de felicidad sabiendo que el cartel le ha gustado a los conquenses. Así que espero vivir San Mateo como siempre y disfrutar de la fiesta. De hecho, a mí me gusta empezar desde el mediodía, desde antes de comer… Eso implica que por la noche no puedes ser el último en recoger (risas). Hay que descansar. Pero se puede ir a la verbena, claro. Las primeras canciones al menos (risas).

¿Guarda la cámara estos días o sale con ella?

No descarto salir alguna mañana con ella. Pero realmente tengo poco archivo de San Mateo precisamente porque vivo las fiestas como uno más y eso a veces es incompatible con la cámara. Siempre hay el riesgo de que sin querer se pueda mojar o romper. Y hay que tener cuidado.

¿Y se atreverá a salir a las vacas?

No, no, no. Ya no salgo. Mi historia con San Mateo empieza de muy pequeño con mi padre viendo las vacas desde una barrera. Luego ya con los colegas del barrio, te sentabas a verlo desde la Catedral o también desde una barrera comiendo pipas. Después la evolución lógica te lleva a una peña, en mi caso la Peña Sekataskas… Y ahí sí que corría. Durante muchos años además. Pero tienes algún susto, ves algún percance de algún amigo, vas cumpliendo años, sientas la cabeza… Y ya te planteas si salir o no. ¡Bueno y coges kilos, eso también! (risas). Así que hay que dejar paso a los chavales que es a los que les toca disfrutar.