Ángel Ferrant, un artista inclasificable

V.M.
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La doctora en Historia del Arte Olga Fernández analizó la figura y trayectoria del escultor madrileño, nombre clave de las vanguardias en España, con motivo de la muestra que le dedica el Museo de Arte Abstracto de Cuenca

Olga Fernández viajó a Cuenca para participar en el coloquio de presentación de la exposición de Ángel Ferrant. - Foto: Reyes Martínez

La profesora de Historia y Teoría del Arte en la Universidad Autónoma, Olga Fernández, doctora en Historia del Arte por la Complutense, asistió al coloquio presentación de la muestra que el Museo de Arte Abstracto de Cuenca dedica a Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961) hasta el 8 de mayo. 

Fernández consideró que «estamos ante un artista inclasificable dentro de las vanguardias del siglo XX, al que dedicó su tesis doctoral. «Tuve la suerte de poder acceder de primera mano a su archivo personal -recuerda-, porque él no tuvo hijos y el heredero de su obra fue un sobrino de su mujer, que lo guardó en su casa junto con buena parte de las creaciones del artista;me dediqué durante años a catalogar ese archivo: cartas, anotaciones, fotografías, etcétera, incluso en el propio catálogo de esta exposición aparecen documentos llamados pancartas escolares que aparecieron también en el desván»

La especialista en la obra de Ferrant remarcaba que «es una figura más valorada entre los artista que comprenden mejor lo que aportó a lo largo a la escena artística durante una trayectoria atravesada por la Guerra Civil, además él se implicó mucho en toda la renovación pedagógica de las enseñanzas artísticas, porque aparte de escultor era profesor en la Escuela de Artes y Oficios; realizó una obra muy vanguardista antes del conflicto, coincidiendo con la etapa de la II República, y durante la postguerra fue uno de los artistas que vivió el llamado exilio interior, siendo nexo de unión entre las corrientes desarrolladas antes de la guerra y las nuevas generaciones, por ejemplo tuvo mucho contacto con Manuel Millares y con los artistas de El Paso, reconstruyendo todo el tejido de críticos e intelectuales que se quedaron en España, además de mantener contactos con otros que se exiliaron fuera de nuestras fronteras».

El contenido de la exposición del Museo de Arte Abstracto se centra en la última etapa de la trayectoria del escultor, una selección de obras de Ferrant de después de la Guerra. «Están desde los barros cocidos, una especie de tauromaquia vista desde una perspectiva de movimiento, tema que a él le interesaba mucho, una serie de grandes esculturas de la segunda parte de su carrera y una importante colección de dibujos, muchos de los cuales están realizados después del grave accidente de tráfico que sufrió a mediados de los años 50 y donde pueden rastrearse muchas influencias e ideas que trabajaría en las últimas series de esculturas móviles, donde llegará a pedir  al espectador que haga combinaciones distintas, de tal forma que una pieza pueda ser contemplada de forma diferente, algo plenamente contemporáneo».

Evolución. Preguntada por cómo fue la vinculación del artista con las vanguardias del primer tercio del pasado siglo, puntualizaba que «él se educó en una tradición decimonónica y academicista, también su padre fue un pintor muy conocido en el siglo XIX, Alejandro Ferrant, y es en 1913 cuando viaja a París, contempla la exposición de los futuristas y queda fascinado, podríamos decir que ese hecho fue un poco la chispa que desencadenó en él todas las preguntas, llegándose a  plantear qué corrientes conectaban con el mundo de la época, incluso llegó a escribir por su cuenta a Marinetti, que le mandó unos catálogos y publicaciones, y también tuvo relación epistolar con Alexander Calder, precursor de la escultura cinética, con Waldenburg o con el propio Miró, ese decir con la vanguardia del momento, además viajó mucho y antes de la Guerra Civil también marchó a Viena, París o Berlín para ampliar estudios».

En cualquier caso, Olga Fernández reiteraba que es un artista difícil de clasificar, «creo que parte de las dificultades que impiden que la gente lo valore en su justa medida es que precisamente es muy inclasificable, aunque por ejemplo desde el ámbito educativo se le reconoce como un renovador de los sistemas pedagógicos. El Reina Sofía tiene una colección importante de Ferrant y otras de sus esculturas están en instituciones públicas, además de en colecciones privadas, concretamente en esta muestra algunas obras que se exponen, de gran calidad, son difíciles de ver precisamente por ese hecho... en cualquier caso, Ferrant fue una figura imprescindible de las vanguardias en nuestro país y un experimentador en el campo de la escultura y las enseñanzas artísticas» concluye.