Un hombre de tenis

Marta Mora
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A sus 36 años, Pablo Andújar disfruta cada día de un trabajo que ama y que le sigue dando premios

El deportista de Cuenca, durante un partido del Open de Australia 2022 en el que por primera vez logró llegar hasta la tercera fase tras una brillante actuación. - Foto: EFE

Pablo Andújar es un ejemplo de superación en el mundo del tenis. Un luchador nato. Un tipo excepcional que a sus 36 años no deja de hacer historia en la pista. Sólido en la pista y con un resto espectacular, tiene clase en su juego y un espejo en el que mirarse, Rafa Nadal. Un deportista humilde que ha cumplido su sueño: estar en unos Juegos Olímpicos.

Andújar nunca se rinde. Lleva toda la vida dedicado al tenis, ya que solo tenía seis años cuando cogió una raqueta por primera vez y golpeó la pelota. Desde entonces hasta hoy ha pasado mucho tiempo, pero Pablo sigue siendo el mismo: una persona admirable que con la ilusión de un niño afronta cada partido.

A pesar de todas las adversidades que ha tenido que afrontar a lo largo de su carrera, incluido un calvario de lesiones, ahí sigue, demostrando que es un gran deportista que se hace grande en la pista.

Unas semanas atrás logró hacer lo que nunca antes había conseguido: se clasificó por primera vez para la tercera ronda del Open de Australia en un partido que duró algo más de tres horas. El tenista asegura que «ganar el primero partido» del torneo le dio «más confianza» para derrotar al eslovaco Alex Molcan. Además, la pista también le ayudó: «Era bastante rápida y me ayudó para ganar los dos partidos en un torneo tan grande y ante los mejores jugadores de todo el mundo».

Su buena actuación en Australia ha hecho que el tenista ascienda 10 posiciones en el 'ranking' mundial, por lo que se muestra «contento», pero sin más, ya que no se fija en ello. Y es que a todos los torneos le da «la máxima importancia», sin fijarse en el ranking porque le supone «una presión que no merezco en esta etapa de mi carrera», según destaca.

Disfruta del día a día, con el objetivo de ir «torneo a torneo». Ahora afronta la gira sudamericana con la intención de seguir viviendo experiencias únicas. Porque más allá de un resultado, lo que más valora Andújar son «todas las experiencias que me ha dado el tenis, porque me ha hecho conocer gente y ciudades, vivir momentos que seguramente sin este deporte no los podría vivir. Esto es lo que más me llevo del tenis», asegura.

El mejor partido. El deporte de la raqueta le ha regalado momentos mágicos a lo largo de su trayectoria, como por ejemplo, unos Juegos, lo máximo a lo que un deportista puede aspirar y que él pudo vivir el año pasado. «Me hacía bastante ilusión porque nunca, después de una carrera tan larga, había conseguido ir. Lógicamente sabía que no iba a conseguir medalla, pero era un premio y un regalo que me daba el tenis», resalta.

Una experiencia «inolvidable y emocionante», al igual que un partido de su carrera que jamás olvidará, y eso que ha jugado más de 1.000. En 2014 Pablo se enfrentó a Rafa Nadal en las semifinales del Open de Rio de Janeiro y a pesar de que perdió, se le quedó marcado para siempre en el corazón: «Creo que es el partido que con más emoción recuerdo porque fue un encuentro muy bueno, quizás mi mejor partido, y aun así lo acabé perdiendo teniendo bola de partido».

Y es que para él Nadal es «una inspiración. Siempre ha sido un espejo, no solo a nivel deportivo, sino también a nivel humano», señala el tenista, del mismo modo que asegura que se fija mucho en él: «Los que estamos en otro nivel, porque él es el más grande de todos, nos fijamos mucho en su estilo, en su forma de jugar y de ser».

Pero si Nadal es un referente, Andújar no se queda atrás. El tenis es un deporte que requiere de una fortaleza física, mental y muchas horas de entrenamientos. Pero también de preparación psicológica, la batalla más difícil de ganar. Y es que en el deporte, al igual que en la vida, no todo son alegrías. También hay derrotas y lesiones difíciles de afrontar. Por ello tener habilidades mentales es fundamental.

Pablo lo sabe bien. En 2016 empezó un calvario con las lesiones y estuvo dos años prácticamente parado, teniendo que pasar hasta tres veces por el quirófano. Recuperarse fue la victoria de su vida, porque el tenista asegura que «después de la tercera operación tuve momentos de pensar que iba a dejar el tenis». Pero no, lo superó y ahí está, dando guerra todavía. «El tenis yo siempre digo que es una comparación con la vida porque te ayuda a madurar más rápido que a una persona que no lo practica, y es que desde pequeño tienes que tomar decisiones», explica.

Es por ello que valora tanto todo lo que este deporte le ha dado, porque a pesar de caerse, siempre se ha levantado más fuerte. «Viendo las lesiones con perspectiva lo veo como una cosa positiva, como una experiencia que me ayudó a crecer y a valorar mucho más lo que tengo a día de hoy. Este deporte me ha dado cosas que yo jamás imaginaba y realmente si me tuviera que retirar a día de hoy pues estaría contento con lo que este deporte me ha dado», apunta.

El tenis es la excusa de este guerrero para enseñar al mundo que si uno lucha por lo que quiere, tarde o temprano llega. Pablo siempre ha dicho que el tenis era su vida y así es: «Para mí el tenis es una parte fundamental que me ha moldeado como persona. Ha sido y es mi profesión y trabajo».

Es por ello que se siente «un afortunado» por el hecho de poder «competir y trabajar en lo que amo. Yo creo que me ha hecho moldear la personalidad de la persona que soy».