Eterno Babylon

Jonatan López
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En estos días se cumplen cinco años del cierre de la mítica sala de conciertos de la capital que mantuvo un cuidado y sobresaliente programa de sesiones musicales durante 14 años

Eterno Babylon - Foto: Reyes Martínez

Todo lo que tiene un principio tiene un final. Nada es eterno, excepto lo que queda en el recuerdo. Precisamente, hablando de finales y de sentimientos, ¿quién no se acuerda de la mítica Sala Babylon que llegó a organizar numerosos conciertos en sus 14 años de historia? Por aquel pequeño, pero acogedor local de la zona de la Estación, pasaron los mejores artistas, de diferentes estilos musicales, que hicieron disfrutar a miles y miles de jóvenes y no tanto. Cinco años de nostalgia después, Sini Barquín y Javi Guijarro, sus verdaderos promotores, repasan y recuerdan con cierta añoranza los años anteriores de un proyecto cultural y social que permanecerá en la retina.

No se entiende la Sala Babylon si no se habla antes de Casa Babylon, un local justo en frente de aquel, que desde 1998 fue el punto de encuentro de cierta parte de la joven población que tenía similares inquietudes. Aquel espacio se quedó pequeño, y Barquín y Guijarro pensaron que era el momento de dar el salto, a escasos metros, para poder organizar conciertos. En octubre de 2002, los conquenses Fraguel Rock y Kuero abrieron el ciclo de conciertos. En febrero de 2016, los granadinos Eskorzo cerraron el círculo. En aquella pequeña sala, que tenía un aforo de poco más de 200 asistentes, se vivirían después noches mágicas difíciles de olvidar.

«Es evidente que nos acordamos. Como cliente lo echo en falta muchísimo», dice Javi. «Te acuerdas de lo bien que lo pasamos, de las anécdotas, y claro que lo echas de menos. Hay un sentimiento de nostalgia, pero también de orgullo, de poder haber participado de todo aquello», replica Sini.

Eterno BabylonEterno BabylonEspaldarazo. La Sala cobra repercusión a los pocos meses. Manu Chao, que en aquellos momentos inicia una gira con Radio Bemba, quiere tocar de forma ‘clandestina’ en varios locales del país. Le acompaña el cantante de Kortatu y Negu Gorriak, Fermín Muguruza. De repente, Cuenca se convierte en el epicentro musical del país y el doble recital por sorpresa tiene una gran repercusión mediática. «Nos habían llamado en Navidades, muy pocas semanas después de abrir, y nos cayó ese bombazo. Fue un empujón. En poco tiempo pasamos a ser la sala donde había tocado Manu Chao y nos llovían las ofertas de los managers», relata Sini. 

Tal fue el alcance, que la fama de la Sala Babylon provocó que «vinieran músicos que a lo mejor no habías escuchado en tu vida, pero que eran muy grandes», explica Javi, quien recuerda que por aquel entonces, y en los años siguientes, el pequeño escenario acogió a grupos que entonces se iniciaban y que luego se convertirían en ídolos de las masas, caso de Natos y Waor, Izal, La Pegatina, Rayden, De Pedro o La Raíz. Claro que la sala también acogió a otros tantos grupos ya consagrados que dejaron conciertos inolvidables.

Mencionan ambos a Berri Txarrak, Canteca de Macao, Habeas Corpus, MCD, Potato, Raimundo Amador o El Drogas, de Barricada, si bien se detienen en dos conciertos, a parte del de Manu Chao y Fermín Muguruza, claro está. 

Eterno BabylonEterno Babylon«Uno de los que más significó para la sala fue el de Soziedad Alkoholika. No pusimos carteles, no lo anunciamos, no hizo falta», cuenta Sini. «Los S. A. venían de no poder tocar ni en Madrid ni en Valencia. Estaban vetados, llegaban a Cuenca tras el juicio del que quedaron absueltos y era una apuesta un poco complicada. S. A. fue uno de los buenos, sin duda, pero destacaría a De Pedro», contesta Javi, que añade que «fue de los pocos conciertos en los que la sala se quedó en silencio absoluto cuando sacó la acústica. Me acuerdo que se escuchaba el aire acondicionado. Me daba hasta vergüenza. Le tuve que decir al ‘Mono’ que no abriese la puerta de la calle porque chirriaba y eso era un cante» (ríe).

La crisis, como todo lo que viene a Cuenca, llegó con efecto retardado. La ley antitabaco ya había hecho su parte de daño a los locales nocturnos, pero la programación de conciertos continúo durante muchos años, de jueves a domingo en alguna que otra ocasión, con afluencia de público venido de diferentes partes del país. Hasta que el cansancio, algo que se presenta de repente, hizo también su puesta en escena.

«Estábamos bastante desfondados, la verdad. Aunque todo pareciese guay y la gente se pensase que también estábamos de fiesta, nosotros currábamos. Había mucho trabajo y una fauna complicada. Programar agendas, por ejemplo, llevaba mucho tiempo», comenta Javi. «Me acuerdo que en los últimos conciertos, la gente nos decía que harían lo que fuese y que pondrían pasta para que continuásemos. No se trataba de dinero. Desde que anunciamos que cerrábamos, los siete últimos conciertos fueron llenos absolutos», apostilla Sini.

Eterno BabylonEterno BabylonNo había marcha atrás. La Sala Babylon, el Babylon, cerraba sus puertas para siempre. Después de mucho tiempo «volvimos a salir de fiesta y no podías tomarte nada tranquilo en ningún bar. Todo el mundo te preguntaba que porqué habías cerrado. A mí no me hacía ningún bien. Era un monotema. De lo único que me podía sentir culpable es de que alguien pudiera haber seguido con el proyecto», indica Javi. «Yo llegué a pasarlo mal porque tenías ese vacío. Nos sorprendió que nadie quisiera coger el testigo», señala Sini.

Babylon Fest. Ambos creyeron que el modelo bien podría continuar con el Babylon Fest, que llegó a organizar tres conciertos multitudinarios en la Plaza de Toros de Cuenca. Sin embargo, de nuevo la crisis y la pandemia echaron al traste el proyecto, por el momento. Eso sí, ambos aseguran que la cuarta aún es posible, «pero a lo mejor será muy diferente».

En el epílogo de esta crónica, Javi se arrepiente de no haber traído a Riot Propaganda a Cuenca. «Teníamos todas las papeletas de haber acabado en la tele». Sini relata que «nos llamaron para que tocara Antonio Vega, días antes de morir. Hubiese sido su último concierto, pero al final y aunque el caché no era muy alto, no se concretó un recital acústico». Como última reflexión, Sini se siente orgulloso de «haber formado parte del público y de la gente» del Babylon. Javi cree que «si nosotros no hubiésemos existido la gente no habría conocido a muchos grupos. Aunque ellos no lo crean, hemos aportado mucha cultura musical».