La economía local calienta motores gracias a la Semana Santa

Leo Cortijo
-

Los negocios para los que la Pasión supone un pilar fundamental en su facturación comienzan a notar los efectos positivos de la celebración de las procesiones, y es que después de tantos años las expectativas son «muy altas».

La economía local calienta motores gracias a la Semana Santa - Foto: Reyes Martí­nez

No queda nada. Uno mira en el calendario y ve que para el próximo Domingo de Ramos restan menos de dos meses. Ahora bien, después de tres años de espera –y en algunos casos cuatro–, la sensación es que todavía falta menos tiempo. Ya saben que en esta ciudad la Semana Santa se vive de una forma muy especial durante todo el año, pero es a partir del momento en el que le damos el último bocado al Roscón de Reyes cuando todo entra en una espiral nazarena que centra gran parte de las conversaciones en bares, oficinas y hasta colegios. Si a ello se le suma que el cartel que anuncia la Pasión ya está en la calle, como es el caso, todavía más. Los conquenses velan túnicas, capuces y tulipas a la espera de la gran semana de la ciudad. Y grande es en muchos sentidos, también en el económico, pues éste es uno de los periodos fundamentales para una parte considerable de empresarios y pequeños comerciantes. 

Las expectativas están por todo lo alto, y eso que todavía nos separan ocho semanas. Está claro que la de este año será una Semana Santa especial, la más parecida a aquella vieja normalidad prepandémica. Uno de los termómetros más infalibles en este sentido es la hostelería. El presidente de la asociación que agrupa al sector, José Manuel Abascal, explica a La Tribuna que ya han empezado a registrar las primeras «prereservas». El teléfono ya ha sonado en los hoteles y alojamientos de la ciudad para apuntar los primeros inquilinos en la agenda de compromisos. Hay dos tipos de clientes, uno es el propio que genera la Semana Santa en sí y, «muy especialmente» la Semana de Música Religiosa que este año vuelve a celebrarse; y otro el «público vacacional» que suele moverse por estas fechas. Con el primero ya cuentan y son «fijos» con independencia de que las procesiones puedan o no salir por la lluvia. Recuperar un evento de esta envergadura, comenta Abascal, es «capital» para los hosteleros conquenses porque supone un flujo de personas importante, «tanto de los propios músicos y sus equipos, como de público especializado».

El segundo tipo de cliente es el que «poco a poco se va animando», aunque habrá que esperar «prácticamente hasta última hora» para saber la respuesta exacta. El máximo responsable de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo confía en que los datos de ocupación terminen siendo «muy positivos» porque «la gente tiene muchas ganas de salir y esta Semana Santa va a invitar a que así sea».

José Manuel Abascal, presidente de la Agrupación Provincial de Hostelería y TurismoJosé Manuel Abascal, presidente de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo - Foto: Reyes Martí­nez

Ahora bien, hay dos factores que escapan a su jurisdicción y que a la postre resultan «imprescindibles». Uno es el tiempo, y es que el público eventual «espera hasta el último momento para conocer la previsión meteorológica que habrá para terminar de fijar su destino». Abril es un mes primaveral y en este sentido es «muy inestable», por lo que con una sonrisa en la cara afirma que «pondremos velas a todos los santos para que Jueves y Viernes Santo  no haya problema de lluvia». El otro factor es la evolución de la pandemia, y es que aunque la gente, por lo general, esté predispuesta a salir, «espera hasta el último instante para saber en qué punto se encuentra la curva para que en ese momento no haya una ola de contagios».

Tanto es así que el coronavirus «ha alterado en cierta medida los hábitos de consumo de los turistas», retrasando en todo lo posible la fecha de reserva. Con todo, esta forma de maniobrar «tendrá que cambiar» en futuro no muy lejano, «pues habrá un momento en el que ciertos destinos ya no estarán disponibles a última hora». Mientras tanto el sector vive un tiempo de «impás» a consecuencia de la pandemia al que ya se han acostumbrado a trabajar. No queda otra... La realidad es que la Semana Santa es un «periodo en el que el turismo empieza a estabilizarse y las previsiones son muy buenas, no solo en Cuenca sino a nivel nacional». Por eso Abascal espera que ésta sea la puerta a una campaña «fructífera» para enlazar con el verano y el otoño.

Uno de los negocios semanasanteros por excelencia en la ciudad y en el que más peso en su facturación anual supone la Pasión es Entrecosturas, en torno a un 50 por ciento. Su principal caballo de batalla es la confección y arreglo las vestimentas de los nazarenos. Túnicas, capuces, fajines y capas... centran ahora su actividad, y es que ya están «echando humo» y la expectativa es que «vaya a más» conforme se acerquen los días clave. Carlos Martínez, dueño del local, explica que a finales del año pasado ya «empezaron a preguntar» y que justo después de Navidad llegaron los primeros encargos. En un año normal pueden llegar a realizar unas 200 túnicas y otros 300 capuces, cifras que esperan superar si la cosa no se tuerce. «Llevamos 15 días alucinantes», apostilla.

Carlos Martínez, de EntrecosturasCarlos Martínez, de Entrecosturas - Foto: Reyes Martí­nez

De hecho, en los siete años de andadura del negocio, éste es en el que mayor carga de trabajo esperan, especialmente en lo que se refiere a las indumentarias infantiles, pues «después de tres o cuatro años sin salir, a muchos niños se les han quedado pequeñas». Y esto no es lo único que venden en Entrecosturas, ya que también despachan –en una especie de «goteo constante» en las ventas– desde tulipas hasta guantes, escudos o tambores de turbas, pasando por reposteros para colgar en los balcones, «lo único que se vendió el año pasado, por cierto, y que en éste también está siendo un boom».

Negocios nazarenos. El humo que ahora echan en Entrecosturas será exactamente el mismo que emane en Tintorería Azul tras la Semana de Pasión. La mayor parte de su negocio se concentra a posteriori, cuando los nazarenos llevan sus atuendos para que sean limpiados y planchados para guardarse hasta el año siguiente. «Volveremos a vivir lo que era normal para nosotros unos días después del Domingo de Resurrección», comenta Jesús Díaz, responsable del establecimiento lamentándose de los años de infructuoso parón. Para esta empresa el quehacer cofrade supone una «inyección considerable» y no entra en ningún plan perderla un año más «salvo por la dichosa lluvia, que esperemos que nos respete».

Hasta entonces, también los hay que han recurrido a sus servicios para tener sus túnicas en perfecto estado de revista. «Muchos han sacado ahora las vestimentas del armario después de tanto tiempo y se han dado cuenta de que necesitan un planchado profesional», comenta al tiempo que recuerda que no solo es esto, sino también «los trajes y vestidos» con los que algunos se engalanan para ir a ver las procesiones.

Más fotos:

Jesús Díaz, de la tintorería Azul
Jesús Díaz, de la tintorería Azul - Foto: Reyes Martínez
 Pedro Eduardo Pérez, de Bordados Mil Rayas
Pedro Eduardo Pérez, de Bordados Mil Rayas - Foto: Reyes Martí­nez

Pedro Eduardo Pérez regenta Bordados Mil Rayas, uno de los puntales del sector al que recurren las hermandades para, por ejemplo, elaborar escudos procesionales o carteles anunciadores, entre otros menesteres. En este capítulo, destaca que la carga de trabajo de 2020 se pasó a 2021 y de éste a 2022, por lo que «no hay grandes encargos nuevos al no haber procesionado». Más allá de algunos encargos a nivel particular, que cree que aumentarán a partir del Miércoles de Ceniza, Pedro espera que la Semana Santa transcurra con normalidad para que en 2023 vuelva su actividad habitual. Ese es su deseo y el de todos los semanasanteros de Cuenca.