Tres meses y tres semanas. Ese es el tiempo que resta para que los conquenses vuelvan a reencontrarse con las urnas para elegir a la persona encargada de regir las riendas del Ayuntamiento durante los próximos cuatro años. Llevamos con la cantinela a cuestas unos cuantos meses ya, es cierto, pues la precampaña cada vez se adelanta más en el calendario electoral, pero lo cierto y verdad es que ahora entramos de lleno en el asunto de marras. De hecho, prácticamente todos los partidos han puesto ya sus cartas boca arriba sobre la mesa. El ciudadano ya saben quién es quién para casi todas las opciones políticas que concurrirán a los comicios. Y si no, al menos, las mayoritarias.

El PSOE, ahora en el Gobierno municipal, se ha hecho grande en la trinchera de esa máxima de la política que defiende que «quien tiene alcalde, tiene candidato». Darío Dolz no se ha cansado de pedir un nuevo voto de confianza a la ciudadanía para seguir desarrollando proyectos e inversiones en los que trabaja. Apela a la necesidad de repetir regidor para que nada se quede a medias... y hacer una «apuesta a largo plazo» para que «de verdad» Cuenca tenga la oportunidad de «cambiar algo». 

No solo es un mensaje político –ojo–, es un misil a la línea de flotación de la idiosincrasia conquense con el objetivo de cambiar una inercia adquirida durante muchos años, y es que el Ayuntamiento ha sido una sempiterna trituradora de alcaldes. Dolz lucha contra sus rivales políticos, pero también contra la historia reciente.

En la bancada opuesta, después de alguna ida y venida, especialmente rimbombante y sorpresiva, el Partido Popular tiene candidata y no candidato; maestra y no médico. Beatriz Jiménez ha puesto la maquinaria al máximo potencial. Sabedora de que tiene que aprovechar a tope el tiempo por la tardanza de su designación, para ella cada minuto cuenta. La suya es una campaña contrarreloj y a marchas forzadas... Su actividad diaria así lo demuestra, consciente además de que tiene la obligación de recuperar todo el terreno que su partido cedió hace cuatro años, que no es moco de pavo.

Bisagras. Hay dos formaciones que prometen jugar un papel fundamental en la conformación de la futura Corporación. Es cierto que queda mucho partido y que todo está en juego, pero sobre el papel, Vox a la derecha de la derecha, y la confluencia entre Podemos, IU y Equo a la izquierda de la izquierda, pueden ser bisagras que abran determinadas puertas. O, mejor dicho, la puerta de todas las puertas. Las izquierdas se reagrupan como hicieron en 2015 y no en 2019, y así les salió la jugada en unas y en otras elecciones... han tomado nota y han acertado. 

En cuanto a los voxistas, es cierto que la ola del partido de Abascal no tiene la envergadura de hace unos meses, pero todavía hay que tenerlo en cuenta. Mucho más difícil lo tendrá Cristina Fuentes y su Ciudadanos para defender con uñas y dientes la representación que logró en 2019, pues cabalga a lomos de un caballo que ha perdido mucha fuerza. 

Independientes. Los únicos interrogantes a día de hoy –en breve saldremos de dudas– es lo que harán los partidos independientes... los outsiders de la política municipal. Saber qué hará o dejará de hacer Isidoro Gómez Cavero con su Cuenca nos Une es todo un misterio. Hace cuatro años tocó el cielo y tuvo incluso responsabilidades de Gobierno, pero el viaje de la política no fue como él esperaba. Ni mucho menos. Demasiados vaivenes internos convirtieron a la agrupación en una auténtica montaña rusa que ha pasado factura.  

A ocupar ese hueco –si es que Gómez Cavero lo termina dejando vacante– y juntos o por separado –he ahí la madre de todos los cordero–, aparecen otros nombres en escena dentro de estos outsiders. Cuenca Ahora y la España Vaciada de Cruz Fernández Mariscal, Cuenca Decide de Dámaso Matarranz o Candidatura de Cuenca de Jesús Neira pueden tener algo que decir. Estemos atentos...