Darío Dolz avisa que serán «vigilantes y contundentes»

Leo Cortijo
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El alcalde hace un llamamiento a los conquenses para que denuncien las malas prácticas de los que incumplen, así como las reuniones privadas con más aforo del permitido y advierte que la Policía Local «va a ser inflexible»

Con el decreto que establece el estado de alarma y con él el toque de queda, las calles de la ciudad se vacían y a la actividad social se reduce a la mínima expresión - Foto: Reyes Martí­nez

Una vuelta a la casilla de salida. Y si no tanto, sí al menos un sobresaliente retroceso en aquello que en las postrimerías de la primavera se etiquetó como ‘nueva normalidad’. Para muchos, las nuevas medidas que ha obligado a tomar la catastrófica evolución de la pandemia les retrotraen a un tiempo que creían ya olvidado. Ahí puede estar el error... en haber subestimado el poder del virus, si no toda, sí una parte de la sociedad.

La nueva realidad ha traído bajo el brazo limitaciones de la libertad de otros tiempos, como el toque de queda desde medianoche hasta las seis de la mañana. O restricción a la movilidad nocturna, si lo que prefiere el eufemismo. Y no es la única. Además de las ya habituales y de reducir de diez a seis el número máximo de personas no convivientes en las reuniones de ámbito privado o público, la región se encuentra cerrada perimetralmente hasta el próximo 9 noviembre. Para más inri, Cuenca baja un escalón más hacia el infierno y entra en el nivel 3 de las medidas especiales.

En este complejo escenario y en pleno ojo del huracán, Darío Dolz es consciente de que en los próximos días «nos jugamos muchísimo, tanto desde el punto de vista social como económico». El alcalde de la ciudad cree que para llegar a esta tesitura «hemos hecho algo mal con toda seguridad», y es que aunque hay mucha gente muy respetuosa con las medidas de prevención, «hay un sesgo de la población que lo está haciendo muy mal y nos está llevando a una tasa de incidencia que era impensable hace prácticamente un mes». Por esa razón, apela a la «responsabilidad» de todos los vecinos.

Ciudadanía vigilante. El desarrollo de la pandemia obliga a dar varios pasos al frente, y uno de los fundamentales es ser «muy contundentes» con todas las medidas de sanción. Así se lo ha trasladado el regidor a los mandos de la Policía Local, según explica él mismo, y es que «vamos a perseguir cualquier mala praxis que se realice en la ciudad». Dolz sostiene que «estamos en una situación extrema y excepcional» y que «nos compete a todos y cada uno de los vecinos». Por eso pide su colaboración de forma directa, no solo respetando todas las medidas de prevención, sino también para que denuncien las «malas prácticas» de aquellos que incumplen, así como los encuentros y reuniones privadas con más aforo del permitido, para evitar la propagación de los contagios.

Dolz advierte además de que van a ser «muy vigilantes» y que van a poner en la calle «todo el dispositivo que tengamos» para que en ciertas franjas horarias se compruebe, en primer lugar, que los negocios de hostelería y restauración cierran a la hora determinada en las medidas de nivel 3, es decir, a las once de la noche. Y, en segundo lugar, que se cumple el toque de queda a partir de medianoche, «cuando nadie puede estar en la calle salvo causa justificada».

El alcalde no permanece ajeno a las consecuencias económicas que tienen estas restricciones para un sector clave en Cuenca, como es la hostelería y el turismo. Él habla incluso de «cercenamiento económico importante» para entender la importancia del problema. Por eso pide a la ciudadanía que se ponga en la piel de estos empresarios y trabajadores porque, al fin y al cabo, «está en manos de todos que ese cercenamiento dure lo menos posible». «Si hacemos las cosas bien entre todos durante estos 14 días podremos empezar a aliviar la situación que tenemos ahora mismo», sentencia.

 

TRABAJADORES AFECTADOS

José Antonio Toledo, taxista

«Hemos cambiado el sistema de guardias nocturnas a raíz del toque de queda» 

La lectura general que realiza José Antonio, presidente de Radiotaxi Cuenca, es que su sector ha regresado a una situación muy similar a la que vivió durante los meses más duros de pandemia: marzo y abril. De entrada, a raíz del toque de queda, han tenido que cambiar el sistema de guardias y ahora solo hay un coche disponible y otro más de refuerzo durante el horario restringido «por si hay que dar un servicio o sale una urgencia». Hay algo que por lo menos se mantiene y que es una actividad importante entre semana para los taxistas, que son las consultas. En el primer estado de alarma, recuerda José Antonio, se suspendieron.

Lo que sí ha cambiado drásticamente y les hace recordar esos viejos fantasmas son los fines de semana. En condiciones normales, «entre ocho y diez coches trabajarían durante las noches del viernes y el sábado», mientras que ahora mismo todo se reduce a «un servicio o dos». El toque de queda es una vuelta de tuerca más para un sector en el que el margen de beneficio es más estrecho que nunca.

 

Adrián Jesús Mingo, vigilante de seguridad

«Nuestra labor exige estar activos las 24 horas del día y los 365 días del año»

En principio, el toque de queda es algo que a Adrián, vigilante de seguridad privada, no le repercute demasiado. Aunque buena parte de su trabajo se desarrolla de madrugada, explica que su profesión exige estar activo «las 24 horas del día y los 365 días del año». Con todo, la restricción de movilidad nocturna tiene consecuencias positivas y negativas para su labor. En el primer apartado, «al no haber tanta movilidad de personas, veremos cómo el tránsito y la actividad se verá mermada». De hecho, recuerda que ya con el cierre del ocio nocturno estas últimas semanas, «la movilidad se ha reducido un 80-90 por ciento». Por el contrario, entre los hándicaps, Adrián destaca que todo aquello que se vea dentro del horario restringido «es mucho más sospechoso que antes».

Por otro lado, este vigilante de seguridad valora la colaboración con las fuerzas y cuerpos de seguridad, y es que ya durante el primer estado de alarma se sintieron apoyados y eso facilitó su labor como servicio esencial que estuvo «al pie del cañón».